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Una república de maestras y maestros

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Los datos que arroja el informe de PISA presentado hoy son muestra clara de la necesidad que tenemos en España de una reforma educativa

Los datos que arroja el informe de PISA presentado hoy son muestra clara de la necesidad que tenemos en España de una reforma educativa. Los expertos señalaban que no se trata de que los jóvenes españoles tengan más o menos capacidad, sino que el problema se centra en los maestros y maestras. Se resalta que necesitan tener más autonomía en las aulas para poder desarrollar un sistema educativo de calidad, que se adapte a las necesidades de la sociedad actual y de cada alumno y alumna.

Se trataría de desarrollar un sistema educativo moderno, a la vanguardia. Que asuma nuevas técnicas de aprendizaje: que se centre más en la realidad que en la teoría, o que de algún modo, enfoque la parte práctica de los conocimientos que se plasman en los libros de texto. Es urgente desarrollar un plan educativo que ponga al profesorado en el centro, es decir: que los docentes sean los empleados públicos más importantes del Estado. Aumentar sus salarios para dignificar su labor y dotarles de conocimientos en pedagogía moderna son medidas fundamentales y de urgente necesidad.

Es tiempo de implantar una educación pública, obligatoria, laica, bilingüe, activa y solidaria. Que acabe de una vez por todas con la discriminación por clase social, sexo o religión. En la escuela es urgente educar ciudadanos, no sólo futura mano de obra. Por eso es imprescindible impartir docencia en valores de libertad, igualdad, solidaridad y compromiso.

El Estado debe, de una vez por todas, promocionar la cultura (para lo que es absurdo establecer un 21% de IVA, pues más bien lo que debiera hacer es todo lo contrario, una reducción que prácticamente elimine el pago de impuestos para garantizar el acceso de la ciudadanía a los espectáculos que contribuyen a “alimentar el intelecto y a fomentar una ciudadanía crítica”). Toda inversión que se realice en educación y cultura será garantía de un futuro próspero para nuestro país: tendremos ciudadanos y ciudadanas mucho más conscientes de la realidad en la que viven, mucho más comprometidos, mucho más humanos y mucho mejor preparados para desarrollar profesiones en las que aplicarán sus conocimientos.

No se trata únicamente de que nuestra juventud tiene dificultades para solucionar problemas sobrevenidos (las pruebas que les han planteado en el informe PISA darían para otro artículo, pues no tienen desperdicio), sino de lo más importante: no estamos educando ciudadanos y ciudadanas; la nueva ley de educación se está enfocando para cultivar futura mano de obra, de cara a un sistema productivo. Pero no se están centrando en la dimensión social y humana tan importante y fundamental. Lo que estamos sufriendo es una crisis de valores y si no invertimos en ponerle humanidad a nuestros estudios, estaremos fomentando una generación cada vez más alienada.

Todo lo que ha leído el lector bien puede parecerle una reivindicación aplicable a los tiempos en que vivimos. Y en ese sentido está escrito. Lo curioso es que estas reflexiones y propuestas fueron precisamente las que se desarrollaron y pusieron en marcha durante la Segunda República Española. El momento de máximo esplendor para la educación de nuestro país: todavía hoy quedan mayores que recuerdan cómo eran aquéllas clases. Y por si fuera poco, todavía recuerdan las cosas que aprendieron cantando, visitando los lugares donde aprendieron palpando, oliendo y compartiendo. Y sobre todo, no se olvidan de que en esas clases les enseñaron a ser personas por encima de todo lo demás.

Toda una revolución donde sobre todo las mujeres, las maestras de la República, fueron las protagonistas. Mujeres que recorrieron la geografía española para llevar educación a los pueblos, mientras enseñaban libertad, modernidad, cortaban sus faldas y cabellos y agrandaban sus mentes y corazones. Con el golpe de Estado de 1936 fueron detenidas, exiladas, fusiladas. Todo lo que promovieron quedó enterrado y volvieron a construirse muros en las clases para separar a los niños de las niñas; terminaron los métodos atrevidos y diferentes de enseñar y aprender; se volvió a un sistema jerárquico donde lo importante era memorizar sin comprender, donde la letra con sangre entraba y desde entonces, se han hecho intentos por sacudirnos de esa sombra tan gris y tan vertical que cuarenta años cubrió España. Pero todavía a día de hoy está visto que no acabamos de entender que en aquéllos años hubo mucho bueno, y lo que es peor, aún a día de hoy no se reconoce que un golpe de estado y un gobierno ilegítimo arrebató a España de una educación y unos valores que, de haber sido mantenidos, hoy estaríamos a la cabeza de investigación, desarrollo, y sobre todo, tendríamos unos dirigentes como los que en aquél momento fueron capaces de impulsar medidas valientes.

*Si desea conocer más información sobre las Maestras de la República, consulte: http://www.lasmaestrasdelarepublica.com/material.php

Beatriz Talegón








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