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Maestras de la República

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El día en que retiraron el tabique de madera que separaba en su escuela a los niños de las niñas y éstos salieron juntos a jugar a la terraza, al mismo tiempo que los muchachos mayores descolgaron de la pared el retrato de Su Majestad, es el recuerdo más nítido que María Salvo, militante antifranquista nacida en Sabadell en 1920, conserva del 14 de abril de 1931. Esta reflexión es recogida por María del Carmen Agulló en el libro Maestras de la República (1), obra que, con el patrocinio, entre otros, de FETE (organización sindical con amplia implantación en la Enseñanza durante la Segunda República) y la Fundación Pablo Iglesias, ha sido adaptada a un documental premiado en los recientes Premios Goya. Ante la imposibilidad material de resumir debidamente el denso contenido de una obra en la que han colaborado diez especialistas del tema, intentaré, no obstante, exponer algunas pinceladas de la misma.

El interés por la Educación fue uno de los elementos distintivos de la República surgida de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931. La Constitución de 9 de diciembre de 1931, en sus artículos 48, 49 y 50 establecía las directrices de la educación republicana. Basada en modelo de escuela única y en el principio de igualdad, se caracterizaba por ser pública, laica y obligatoria y gratuita, propugnando la metodología activa, la libertad de cátedra, la inserción en el medio natural y social y la educación para la solidaridad humana. 

El ministro de Instrucción Pública, el republicano Marcelino Domingo, y el director general de Primera Enseñanza, el socialista Rodolfo Llopis, reclamarían de inmediato más escuelas y mejores maestros. 

Pusieron en marcha el Plan Profesional, que establecía una sólida formación inicial, la formación continua en los Centros de Colaboración y en las Semanas Pedagógicas, y la organización de cursillos de selección para el acceso del profesorado al funcionariado. Las Escuelas Normales se renovaron pedagógicamente, contando con profesorado masculino y femenino. Los maestros y maestras, influidos en su mayor parte por las ideas de la Institución Libre de Enseñanza y su humanismo krausista, habrían de constituirse en el 'alma de la escuela'. 

Carmen García Colmenares nos informa de que, al igual que a sus compañeros masculinos, a las maestras, ciudadanas de pleno derecho con la República, se les encargó la misión de educar en los valores de la libertad, igualdad y solidaridad a los niños y niñas que estudiaban en las escuelas mixtas recién implantadas. También se pusieron al frente y colaboraron en las escuelas de adultas, para combatir el 47,51% de mujeres analfabetas existentes, y que sólo en una década disminuiría hasta el 37,6%. 

Maestras que, imbuidas por las ideas pedagógicas de Lorenzo Luzuriaga, fundador y director de la Revista de Pedagogía, se desplazaron a zonas rurales en las que el arma más poderosa fue un sencillo lápiz (Carmen María Sánchez). Según Herminio Lafoz, se les mandaba a los peores destinos, y «aunque muchas veces eran recibidas con dureza, demostraron una convicción en sus ideas que hoy nos sigue emocionando». Maestras intrépidas que contribuyen a desmoronar poco a poco el hermetismo rural masculino y la imposición moral del clero rural femenino. Maestras republicanas que impulsaron y participaron activamente en las Misiones Pedagógicas, surgidas bajo la estela del pedagogo Manuel Bartolomé Cossío. Maestras y psicólogas que potenciaron y participaron en las colonias escolares, en plena Guerra Civil, en número de 159 colonias colectivas y otras 406 en régimen familiar. Aunque, cercano el fin de la guerra, a comienzos de 1939, un total de 33.000 niños y niñas de aquellos centros de acogida, pero, sobre todo, educativos, fueron evacuados a la URSS, Francia, Bélgica, Inglaterra, México, Suiza y Dinamarca.

Y, con el fin de la guerra, vino la represión. La España que se rebeló el 18 de julio de 1936 estaba muy alejada del proyecto republicano de 1931. El Gobierno de Franco pretendió neutralizar todo cuanto había supuesto un avance en el progreso social y cultural del país. Así, se inició un proceso traumático por el que fueron asesinados muchos maestros y maestras. Quienes conservaron la vida, fueron, sin embargo, depurados de sus puestos de trabajo al objeto de ser estudiados para su reingreso en el cargo que venían desempeñando antes de la Guerra Civil (Sara Ramos). La represión en el caso de las maestras se acentuó por el hecho de que en las pequeñas ciudades y en los pueblos no se les perdonó la libertad que mostraron al romper con el modelo tradicional que la sociedad imponía a las mujeres (Carmen García Colmenares).

Hoy, a 83 años de la proclamación de aquella 'República de profesores', se hace visible, al decir de Elena Sánchez de Madariaga, «el papel clave que, como mujeres y como docentes, desempeñaron en unos años cruciales en la Historia de España». Porque «en sus vidas continúa afirmando aúnan dos rasgos del proyecto político de la Segunda República (?) hoy vigentes: la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres y por una educación pública y democrática». 

Diego Giménez



(1) Elena Sánchez de Madariaga, Consuelo Flecha García, María del Carmen Agulló Díaz y otros. Las maestras de la República. Ediciones Catarata, Madrid, 2013


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