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España cuenta con 40.000 personas sin hogar y 1.500.000 de familias en infraviviendas

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La cifra que estiman las entidades sociales dobla a la oficial con 23.000 personas. Las ONGs también denuncian que los recuentos de las administraciones se maquillan. Barcelona es la ciudad con más personas que viven en la calle aunque es la única que cuenta a sus inmigrantes

¿Cuántas veces te has fijado en alguien pidiendo limosna en una esquina? ¿Has visto individuos arrastrando carritos llenos de chatarra? ¿Y durmiendo bajo unos cartones en un banco o a la entrada de un cajero automático? Son personas sin hogar, que forman parte del triste paisaje urbano en muchas ciudades españolas y engordan una estadística nefasta. Según Cáritas Española ya serían 40.000 las personas sin techo, en contraposición a las 23.000 que reconoce el Instituto Nacional de Estadística. Barcelona sería la metrópoli con más personas sin hogar y la única que reconoce a sus inmigrantes.

Aterrizar en la realidad
Cáritas Española estima que ya son 40.000 las personas sin techo en todo el territorio, eso sin tener en cuenta el millón y medio de familias que viven en nuestro país en infraviviendas, sin servicios mínimos ni ventilación adecuada. Los cálculos son de Sonia Olea, responsable de Personas Sin Hogar de esta entidad social, que cada año pone en marcha una campaña de concienciación social. “Las estadísticas del INE no contemplan las personas de la calle, que ocupan bajos, puentes, pasajes… ¡es incontable!”, afirma. Muchos son los hogares que no pueden afrontar los gastos de manutención, tienen escasez de luz natural, ruidos y otros problemas ambientales. Desde Cáritas también se ofrece respuesta en forma de ayuda económica para pagar el alquiler, suministros, evitar el desahucio o renegociar deudas.

A la polémica de las cifras se sumó hace pocos días el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien precisamente criticó los informes de esta entidad social en relación a los índices de pobreza infantil que, según Cáritas, sitúan a España a la cabeza de la Unión Europea por detrás, tan sólo de Rumanía. Unas declaraciones que la misma organización social no ha querido entrar a valorar.

En relación a los sin techo, muchas han sido las ciudades que han realizado estadísticas puntuales, y en casi todos los casos no se corresponden con la realidad. Al menos es lo que denuncian algunas organizaciones. “Nadie tiene datos ni parece que haya una intención clara por parte de las administraciones de tenerlos, que son quienes tienen los recursos”, asegura Jesús Sandín, responsable de Solidarios para el Desarrollo, una entidad que trabaja desde 1995 en Madrid y otras ciudades españolas con diferentes grupos de voluntarios que atienden a unas 500 personas de la calle cada año.

Trotamundos Sin hogar
En los recuentos, cada administración local usa criterios metodológicos diferentes. Además también se da la circunstancia de que “España funciona en dos divisiones. En primera y tercera regional, y no hay nada en medio. En las ciudades grandes hay redes de atención estructuradas, con defectos, pero existen. Pero en otras ciudades o capitales de provincia se mira para otro lado”, denuncia Sandín quien asegura que en Andalucía, por ejemplo, se ignora la población temporera, y muchas personas que duermen en las calles de Madrid se van a otras localidades cuando llega la temporada de la aceituna, la fresa o la uva.

“Las administraciones no actúan si no es bajo presión”, concluye y estira las orejas a la ciudadanía porque “piensa que la persona que está en la calle es la culpable, tiene una serie de estigmas, y no piensa que es víctima de un sistema. No se exige que sea atendido, si no que lo quiten de en medio”.

Barcelona cuenta a sus inmigrantes
Por ciudades, el recuento de Barcelona es el más ajustado a la realidad porque “tuvo la valentía de reconocer a sus inmigrantes”, destaca Jesús Sandín. La ciudad condal casi ha doblado el número de personas sin hogar desde el año 2008: 2.933 personas (870 duermen en la calle, 565 en asentamientos y 1.468 están alojados en equipamientos). Una cifra preocupante que movió a la síndica del consistorio catalán, Maria Assumpció Vilà, a pedir al alcalde un plan urgente contra el crecimiento de esta estadística. De momento, no hay medidas extraordinarias. “Veo un problema grave para resolver y se debe hacer prevención para que no caiga nadie más en la calle. Las entidades del tercer sector deben ayudar. Cuando se cronifica es difícil sacar de la calle porque hay pocos lugares para llevarlos y muchos que no quieren ir porque no están dispuestos a estar dentro de un control”, explica la síndica a este diario.

Otras ciudades españolas
El último recuento municipal de Madrid de diciembre del 2012 habla de 2.041 personas que viven por las calles de la capital, pero las ONGs de la ciudad aseguran que la cifra alcanzaría los 2.500. Para las entidades sin ánimo de lucro, los servicios sociales sólo ofrecen soluciones de urgencia (un techo y una comida), pero no abordan los problemas de soledad, vivienda o sanidad que tienen las personas sin techo. “Quedaron fuera del muestreo todas las que dormían en pequeños asentamientos en parques y, en el mejor de los casos, se da la cifra de los que se encontraron una noche, que puede servir como aproximación, pero en ningún caso como número definitivo. Si comparas, por ejemplo, las algo más de 700 personas que se contaron con las alrededor de 1.500 que se atendieron en campaña del frío, está claro que falta alguna explicación”, asegura Sandín.

Valencia, gente que “pulula”
Diferenciar inmigrantes y nacionales. Es lo que hacen en Valencia, donde no ha aumentado el número de personas sin hogar. “Los datos sorprenden, pero no han subido. En cuanto a cifras, no hay un incremento, hay una tendencia a la baja”, apunta Imma Soriano, directora del CAST (Centro de Atención a Personas Sin Techo), que ha registrado 914 personas, el 84% de las cuales son hombres. “Vimos que no les hacíamos ningún favor si los poníamos todos juntos. La población marginal veía que los inmigrantes ocupaban los albergues donde estaban antes, y no venían. También vimos que a la población inmigrante no le beneficiaba estar en contacto las personas de la calle”, explica Soriano.

En relación al perfil del sin techo, sí que ha observado cambios preocupantes. “Vemos gente muy deteriorada, con una exclusión muy grave. Y vemos gente que pulula, que ha vivido más o menos normal, y que es el colectivo que más me preocupa, gente que se queda sin apoyos, sin cobertura económica, ni familiar, y sí que pueden llegar a convertirse en un sin techo si no reciben atención”, relata.


Raquel Mateos


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