Tan "reventao" como sorprendido por el eco de sus últimas andanzas en Miami, y sin duda también "jarto d'aguantar" lo que ha tenido que soportar en Estados Unidos y el largo viaje posterior, Fernando Madina aterrizó este miércoles por la mañana en Madrid, vía Berlín (donde le volvieron a parar) y acudió a un espacio cultural en Lavapiés para, antes de coger el AVE hacia Sevilla en la cercana Atocha, agradecer el interés, explicar sus vivencias y proclamar su deseo, el de toda la banda, los Reincidentes, los sevillanos de Sol y rabia o del Ni un paso atrás, de no volver pisar los Estados Unidos. "Es un país que nace del miedo, que se desarrolla con miedo y que vive con miedo. Ese concepto del mundo, ese concepto de la autodefensa les lleva a una paranoia colectiva... Y si te terminan deteniendo eres, con seguridad, una escoria", denuncia.
Su rictus no engaña al cansancio y su camiseta, del grupo Barricada, es toda una metáfora de lo que ha tenido que vivir. De camino vienen su hermana y su pareja, con las que regresará a casa. "Es que ya me están reclamando después de tantos días... Estoy deseando ver a mi mujer", proclama. Y recuerda, no sin guasa, que los Reincidentes son precisamente eso, reincidentes, porque dos años atrás, también en Miami, la policía retuvo a Barea, uno de los guitarristas, porque su nombre (Juan Rodríguez) coincidía con el de un buscado narcotraficante suramericano. "A partir de ahora vuelos directos", insiste. Y anuncia acciones. Un despacho de abogados de Sevilla ya está trabajando en el asunto. "Ya habrá tiempo de decir qué se va a hacer. Ahora no estamos en disposición de hacerlo porque acabamos de aterrizar", dice. Y, dejando de lado a la compañía área, apunta contra la policía aeroportuaria de EE UU.
El motivo de su detención
Madina, cantante de Reincidentes, permaneció desaparecido en Estados Unidos desde que un operario de American Airlines le impidió coger el vuelo que debía conducirles a Quito, en cuyo Parque del Bicentenario, en el marco de una Fiesta de la Juventud donde iba a dar un discurso el presidente Correa, debían tocar el sábado por la noche. Un concierto que iba a ser el primero de un año de celebraciones ahora que la banda ultima el lanzamiento de un nuevo trabajo con motivo de su trigésimo aniversario. Mientras la banda embarcaba, a Madina se le negaba el pase porque olía a alcohol. "Solo íbamos a estar en Miami tres horas y media entre vuelo y vuelo. Veníamos cansados. ¿Qué hacer para matar el rato? Pues nos tomamos todos unas cervezas. Y justo al lado de la puerta de embarque, además, por comodidad. Quizá en el extranjero llame la atención, pero los que me conocen saben que hablo alto, que hago muchos aspavientos... Soy así", comenta Madina.
Carlos Domínguez le propuso acompañarle. Las confianzas de la anterior experiencia con Barea, el mañana será otro día, reforzaron la impresión de que al día siguiente habría reencuentro ya en Ecuador. "En un minuto y medio pensé.... ¿Y si pasa cualquier cosa y no puedo volar, se cancela ese vuelo a Quito por lo que sea? ¿Y si no hay concierto? Me levanté y apelé a la humanidad del empleado de American Airlines. No vamos por placer, aunque sí es un placer porque nuestro curro nos encanta, es por trabajo. Y nuestras familias dependen de ese trabajo. Me dijo, con otras palabras que le resbalaba mi familia y las del grupo. Ahí si me da el calentón. Le digo que está loco, le digo que es un ruin, tiro la bolsa de mano al suelo y gesticulo. Inmediatamente noto unas manos y unas esposas. Y a partir de ahí todo fue muy rápido".
Una experiencia de película
Lo que cuenta Madina es su paso a paso hacia su ingreso en una cárcel correccional. Es fichado. Le meten en una sala. Le quitan sus objetos ("Hasta los piercing, y uno se lo han quedado los simpáticos"), se los devuelven y descubre que no tiene batería en el móvil cuando va a llamar, se los vuelven a quitar y acaba en un furgón con otros retenidos, donde es conducido a una cárcel. "Ni traductor ni llamada telefónica. Y un trato completamente vejatorio. Pedí mil veces llamar por teléfono... y ni me miraban a la cara", lamenta. El cantante de Reincidentes cuenta su paso por una celda, esboza como compartió encierro con un maltratador cubano homosexual o a un esquizofrénico dominicano entre otros, recuerda comida que no se podía comer, maldice una cama donde no se podía descansar, el frío sin mantas o, incluso, el vídeo de media hora sobre qué hacer si te violan durante el encierro. Hasta de un partido de baloncesto con dos negros muy altos o del descubrimiento de que dentro de la policía algunos agentes se esmeran más en tu causa si además de tu fianza hay alguna cantidad adicional como "detallito". "Cosas que había visto en las pelis y que no me podría creer". Y habla de un primer juicio rápido por videoconferencia que se suspendió hasta el día siguiente. "Y ahí comprendí que no habría concierto, porque no habría juicios durante el fin de semana. Ahí me pidieron el teléfono de mi familia, pero uno de los que estaba detenido me dijo que no me hiciera ilusiones, que si era una llamada internacional no iban a hacerla... Y pensé, joder, mi mujer y mi grupo no saben nada de nada. Y esa incertidumbre me bajoneó".
Habrá denuncia
"El concierto se acabaría suspendiendo y el domingo no teníamos aún noticias, no sabíamos qué hacer. La inquietud de los días previos, de que no cogía el teléfono pues mosqueaba, pero habíamos seguido el plan inicial. Y ya pasamos de pensar qué le podía haber pasado a rastrear desde Quito, por teléfono, los hospitales de Miami. No era una cuestión de un concierto cancelado. Era el saber dónde coño estaba Fernando. Nuestra tortura era la incertidumbre. Apenas dormíamos", comenta Carlos. "El lunes, a eso de las 16.00 horas, el vicecónsul de Florida nos comunicó que Fernando estaba detenido en Miami, acusado de disturbios e intimidación, que tenía que pagar una multa de 500 dólares y que pasaría a disposición judicial", explica Paco, de la agencia de representación Attraction. Tras "un domingo larguísimo en un hotel de puta madre", ironiza Madina, llegó el lunes y con él, el juicio rápido. Otra videoconferencia. Y un juez de unos 60 años. "Fue el primer tío que en tres días me dio los buenos días. Me leyó los cargos, me expliqué en castellano, despacito y él indicó que este caso quedaba anulado, que no había caso, y me felicitó por tener un grupo de rock a los 47 años... Luego pensé que qué hubiera dicho si llega a conocer a Rosendo". Pero la puesta en libertad se demoró varias horas y, ya localizado por las autoridades y los amigos, con el grupo de vuelta a Miami (donde volvían a hacer escala) coordinado por el vicecónsul y con un posible vuelo de retorno casi inmediato, aún le quedaba alguna horita extra en Estados Unidos. "No me devolvieron la cartera, con toda la documentación... hasta se han quedado con la tarjeta del Mercadona. Me pusieron en libertad y no me han dado ningún papel, ni que he estado detenido, ni por qué, ni de que el juez anuló la causa... Creo que no lo hicieron porque sin papeles no hay reclamación posible", lamenta. "Es que es curioso", aporta Paco; "el haber estado tres días en una prisión y no tener ningún documento". "Pero algo haremos", avisa. "Nos gusta tocar en Latinoamérica, pero a partir de ahora tiraremos de vuelos directos", pregona. Y un taxista veterano que ha estado en la rueda de prensa, haciéndole preguntas, lamentando su experiencia, pasa junto a la puerta y toca el cláxon.
Fuente: www.20minutos.es