Rivera propone un Frente Nacional. Ha convocado a los partidos del régimen —los que llama «constitucionalistas»— a coordinarse.
Plantea una mesa de negociación con las direcciones, importante matización, no con los dirigentes individuales, para intentar un acuerdo de mínimos que logre un gobierno estable que haga frente a los que quieren «romper España» y pueda acometer las «reformas» que son necesarias.
Alerta sobre el peligro de no reaccionar y sobre el «decadente» modelo actual que seria incapaz de hacer frente al desafío de «separatistas» y «populistas».
Se ha expresado en términos graves proponiendo unos nuevos «pactos de la Moncloa» como los celebrados al inicio de la Transición en los que la izquierda —PCE, PSOE y CC.OO y UGT— aceptó lo que le pusieron delante para dar estabilidad a la monarquía basada en la impunidad.
Es un emplazamiento claro y directo. Rivera ha pasado de decir que está en contra del frentismo entre rojos y azules, para proponer un pacto por «España» estableciendo un cordón sanitario respecto de todos los que no sean partidarios de la «Unidad de España« y de las ˜Reformas». Es decir, que ante el resultado electoral insatisfactorio y lleno de contradicciones, la fracción de la oligarquía que alimenta a Rivera, mueve ficha. Ahora sí toca Frente, Frente Nacional.
Pedro Alberto García Bilbao
.@Albert_Rivera: "Podemos no puede estar en un Pacto por España porque defiende la ruptura de España junto con otros partidos"#ActualidadCs— Ciudadanos (@CiudadanosCs) diciembre 23, 2015