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Nelson Mandela muere a los 95 años

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No era la primera vez que Mandela o 'Madiba', como le llamaban cariñosamente los sudafricanos, tenía que ser ingresado en el hospital por problemas respiratorios. Una infección pulmonar que reaparecía periódicamente y que arrastraba desde su estancia en la cárcel pero que este jueves se ha complicado provocándole la muerte a los 95 años. El líder de la revolución sudafricana ha fallecido en su casa junto a su familia, según ha anunciado el actual mandatario, Jacob Zuma, en un discurso a la nación.

El expresidente sudafricano Nelson Mandela ha fallecido en su casa tras pasar un año complicado debido a una infección pulmonar que le ha tenido entrando y saliendo del hospital durante casi todo el 2013. Finalmente Madiba no ha conseguido superar estas últimas recaídas y ha muerto en su casa a a los 95 años. Mandela ya fue ingresado el pasado marzo en un hospital del país por el mismo problema y tratado intensivamente durante diez días, hasta que fue dado de alta el 6 de abril, desde entonces su salud no ha mejorado del todo y ha estado recayendo.

Nelson Rolihlahla Mandela, nació en Sudáfrica el 18 de julio de 1918 dentro de una rama menor de la Familia Real local. Pero el alborotador, como se traduce su nombre cariñoso, no había nacido para llevar una vida acomodada. Se convirtió en el preso más longevo del mundo por cuestiones de conciencia, 27 años en la cárcel por luchar contra el apartheid como régimen de segregación racial donde la gente de color no podía ni votar ni ocupar puestos de trabajo típicamente de blancos, pero tampoco casarse con ellos o usar los mismos autobuses entre un sin fin de restricciones racistas. Pasará a la historia como el hombre que dijo ante un jurado de blancos: "Para luchar por mi pueblo, estoy preparado a morir".

Mandela y sus compañeros, condenados a cadena perpetua, pasaron sus años de prisión en Rhode Island, un islote aislado y apartado de una realidad en la que millones de negros se enfrentaban cada día a la pobreza y la discriminación.

Tras 27 años en una celda, el régimen le liberó temiendo el inició de una verdadera guerra civil en el país. Consiguió de nuevo su libertad un 11 de febrero de 1990 para poder participar en las primeras elecciones libres del país y ser el primer presidente negro elegido democráticamente en Sudáfrica. Desde ese momento, el Mandela símbolo de lucha y de libertad, dio paso al Mandela político.

Pero por delante de su figura estaba el reconducir a su propio partido a la lucha pacífica abandonando la violencia y a su país a la convivencia entre razas tras 300 años de dominación blanca. En poco tiempo, Sudáfrica empezó a tener relaciones internacionales y a integrarse en la ONU como miembro de pleno derecho con él a la cabeza. Terminaba su juramento como presidente pidiendo "trabajo, pan, sal y agua para todos, que la libertad reinara y que el sol iluminara siempre este ideal".

El sueño de Mandela era conseguir una Sudáfrica donde pudiesen convivir todas las razas y primara el principio democrático de un hombre, un voto. "A lo largo de toda mi vida me he dedicado a la lucha del pueblo africano. He luchado contra la dominación blanca, he luchado contra la dominación negra, he acariciado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas y en armonía", decía. Y al final lo consiguió.

En 1993 recogió el Premio noble de la Paz y en 1999 se despidió de la política activa. Aunque bromeó con su retiro, no dejó en todo este tiempo de participar en foros internaciones, homenajes hacia su persona o conciertos como el que se celebró en Londres para agradecerle que allá donde fue, envió su mensaje de convivencia y solidaridad con los más necesitados.

"Les digo a todos esos líderes, que no miren hacia otro lado, que no duden, que reconozcan que el mundo está hambriento de acciones y no de palabras. Actúen con convicción", rezaba. Hoy su personalidad y trayectoria es elogiada desde todos los rincones del planeta como símbolo de paz y de concordia. Ahora deja tras de sí una Sudáfrica tremendamente diferente pero todavía con muchos retos a los que hacer frente. Un país dispuesto a seguir por ese camino de libertad que Mandela ha recorrido hasta el final.




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