Estamos asistiendo, sin que muchos no se den cuenta de sus consecuencias, a todo un cúmulo de despropósitos en cadena, para alimentar un frentismo con el pueblo catalán, que está afectando ya a nuestra convivencia y derivará, si no lo remediamos, en graves problemas futuros para todos. Balcanizar nuestro país fomentando políticas cortoplacistas, con un componente electoral a dos meses de unas generales, está creando una quiebra social, con odios, recelos y descalificaciones, que podrá convertirse en insuperable, si no ponemos freno inmediato a tanto desatino.
Podremos pensar que Mas es un corrupto que se ha pasado de frenada, y que se ha subido al carro independentista para tapar sus vergüenzas. Es posible que el fomento de la secesión en Cataluña venga motivado por su incapacidad para resolver los problemas socioeconómicos internos, y su victimismo hacia el resto de España engorde día a día el movimiento independentista. Pero afrontar una situación así creando un frente contra el secesionismo para combatirlo con la aplicación de la “legalidad vigente”, dejando a un lado el sentido común, olvidándose de la política, y todo ello motivado por ansias enfermizas de poder y por un puñado de votos, es un error que tendrá nefastas consecuencias.
Para solucionar un problema es preciso acudir a su raíz. Todo empezó cuando, con el apoyo inequívoco de un denostado Zapatero y el respaldo de nuestro parlamento, los catalanes decidieron en referéndum apoyar un nuevo Estatuto con amplios márgenes de autonomía, cuyo avance se frustró cuando el PP decidió acudir al Tribunal Constitucional para impedir su desarrollo, creyendo que las decisiones democráticas de un pueblo se pueden enmudecer con una Sentencia política, precisamente dictada por un grupo de magistrados elegidos en su mayoría por quienes promovieron tal desacertada iniciativa. Y de aquellos lodos vienen estos polvos, porque desde la declaración de su inconstitucionalidad nada se ha hecho por solucionar el problema generado y sí mucho para la desintegración que se avecina. Porque de seguir así, que nadie lo dude, la historia describirá cómo el Partido Popular se ha convertido desde entonces en el principal instigador del secesionismo, y con sus políticas no ha hecho más que fomentar el independentismo catalán, que crece como la espuma, y ya parece no tener marcha atrás.
Se puede entender que nuestra derecha, carente de convicciones democráticas, apoyada por sus “Nuevas Generaciones” encarnadas en Ciudadanos, abogue por crear un frente nacionalista para enfrentarse al independentismo catalán, pero que se suban al carro del frentismo los socialistas es todo un acto de cobardía impropia de un partido que dice pretender regenerar el país y cambiar las formas de hacer política. Por el contrario Pablo Iglesias, con sus abiertas discrepancias, está demostrando que es la única cabeza pensante, a costa de ser incomprendido por muchos, al defender que se apliquen en nuestra inmadura democracia las reglas básicas de la propia democracia, que no son otras que diálogo, política y consulta ciudadana, convirtiéndose con ello en un estadista de primer nivel, a quien los ciudadanos que queremos lo mejor para nuestro país deberíamos escuchar, y apoyar, para recomponer una situación no querida aparentemente por nadie, pero fomentada por quienes pretenden perpetuarse en el poder a través de sus mezquindades.
Solo nos falta sacar los tanques a la calle, dicho en términos dialécticos. Las guerras, aunque sean incruentas, empiezan siempre así, con odios y enfrentamientos, que acaban sacando a flote nuestras miserias humanas, hasta generar heridas que nunca cicatrizan. Y todo ello por no admitir una consulta popular, que es la esencia de la propia democracia. ¿Qué estamos haciendo?. Y, salvo una excepción, los políticos que más “prometen” son incapaces de estar a la altura de las circunstancias. Urge que nos sentemos todos a hablar, dialogar, buscar soluciones, adquirir compromisos, y recuperar una convivencia con Cataluña ya muy deteriorada; pero carecemos de políticos de verdad, que sean capaces de estar a la altura de las circunstancias… Nunca es tarde.
Fernando de Silva
Fuente: www.sinlavenia.com