El inicio del gran disfraz que se han confeccionado empezó por algo tan simple como el nombre. Ciutadans, que no Ciudadanos.
El régimen del 78 se empezó a dar cuenta, tras la aparición de Podemos, de que era inevitable, dado el contexto actual, apaciguar las ganas de cambio en el panorama político. Bien es verdad que al principio se tomó como algo puntual, anecdótico, hasta tal punto que los dirigentes políticos "retaban" no sin un poco de guasa a los reunidos en Sol a formar un partido político para presentarse a las elecciones y así lograr sus objetivos. Entonces nadie fue consciente de la importancia que llegaría a tener en la política actual, eran unos "perro-flautas" con ganas de armar jaleo y poco más.
Pero nada más lejos de la realidad. Aquella llamada a concurrir en unas elecciones tuvo su respuesta en Podemos, con muy buenos resultados desde la primera convocatoria en la que estuvieron presentes. Un partido nuevo, regenerador, con gente joven y con una visión de la política distinta a la conocida hasta ese momento. Y ahí, justo ahí, empezó el miedo de "la casta".
Cuando uno siente miedo suele reaccionar atacando al rival, pero pocos argumentos tenían los viejos partidos para rebatir las acusaciones de los "podemitas". Buscaron argumentos políticos para contra-atacar, y al no encontrarlos, se encomendaron al sensacionalismo, a los golpes bajos rebuscando sin cesar algo, cualquier cosa, para poder vociferar y hacer todo el ruido posible contra ellos. Con el 99% de los medios de comunicación a su disposición no sería una tarea difícil hacer ese ruido insoportable. Todo ello sumado a la profunda anestesia inyectada durante años a la población, cada vez más pasiva, crédula y desinformada, el problema parecía estar a punto de zanjarse.
Tenían claro el público al que dirigirse, tenían los medios para difundirlo y tenían el mensaje: " la radicalidad e incertidumbre de lo nuevo contra la estabilidad y cordura de lo conocido". Posiblemente en otro contexto hubiese sido más que suficiente, pero la situación económica, los conflictos territoriales y la corrupción asentada en todos los poderes del estado, sumadas a un gobierno rancio, caduco y retrógrado del Partido Popular, crearon un clima de crispación difícilmente superable manteniendo los mismos interlocutores para hacer llegar el mensaje a los votantes. El problema no era Bárcenas o Rajoy o Rato; era el Partido Popular. El problema no era Chaves o Griñán o Zapatero; era el PSOE. Había que buscar un nuevo mensajero.
Y aquí surgió Ciutadans, un partido catalán de extrema derecha que se disfrazó de español y de moderado. Ciudadanos se hicieron llamar, con un líder joven, poco conocido en la vida política pero dentro del redil de la casta, lo cual lo convirtió en un perfecto "nuevo" interlocutor para transmitir ese mensaje de la vieja política.
Con los medios de comunicación a su lado, la aceptación social por su supuesta moderación, sensatez y "novedad" y ese caldo de cultivo en el que ganó importancia el soberanismo catalán; no ha sido difícil hacer que el mensaje empezase a calar en la sociedad.
Cualquier persona crítica e informada sabe que los ataques de los medios a Podemos han sido mil veces más feroces e insistentes que los que han sufrido Ciutadans.
En tan solo unas elecciones municipales ya se les ha visto el plumero, gobiernan con los corruptos en los focos de corrupcion ( Andalucía con el PSOE de los ERE, Griñán y Chaves; en Madrid con el PP de Gurtel, Púnica, Granados, Aguirre). ¿Alguien se imagina el martilleo que hubiese supuesto para Podemos pactar con El PSOE de los EREs? Y eso sólo por poner un ejemplo.
¿Por qué si no por los medios ha calado el mensaje de regeneración, de novedad?
¿Por qué, usando la misma vara de medir dado que son los dos nuevos partidos, lo criticado a Podemos es aplaudido a Ciutadans?
Demostrémosles que somos una sociedad racional, inteligente y difícilmente manipulable y no nos dejemos aturdir por el ruido de la casta.
Por el cambio, Podemos!
Eduardo Alonso.