Escribo este artículo como carta abierta a Pablo Iglesias en un intento de lograr su atención para que lea lo que muchos ciudadanos pensamos. Esperemos que sea posible, pues somos muchas personas las que creemos que como se están haciendo las cosas en el seno de PODEMOS no nos lleva más que a la más absoluta marginalidad, esto es, al espacio político, electoral e institucional que siempre ha representado IU y, para ese viaje, no hacían falta alforjas.
Estos días estamos viendo como más y más ciudadanos y medios de comunicación se preguntan ¿Qué le pasa a Pablo Iglesias?
Las respuestas son diversas, las que proceden de PODEMOS observamos que no son más que justificaciones manidas que no entran en el meollo de la cuestión. Son justificaciones que cogen el rábano por las hojas. No obstante ese agotamiento, ese cansancio del que hablan como consecuencia de su pérdida de frescura, no es otra cosa que la pérdida de ilusión. Pues cuando se está ilusionado ningún cansancio agota a una persona. Mi diagnóstico, como analista político, es que Pablo Iglesias está desilusionado. Esto es, ha perdido la esperanza, especialmente de conseguir una cosa que se desea, o la ilusión al ver que algo no es como se creía.
Pero Pablo Iglesias ha de entender que el electorado del cambio es exigente. Se activa o desactiva, sale o entra en el espacio de la abstención, siempre y cuando se le ofrezca lo que este pide. En esto la estrategia de PODEMOS ha variado, de ese inicial sacar de la abstención a la ciudadanía más consciente se conforma ahora con robar electorado al PSOE y a IU. Este cambio es sustancial y evidencia dónde se ha situado el proyecto PODEMOS. No se ha dado cuenta Pablo Iglesias que esta estrategia es equivocada, pues para robar electorado a otros lo primero que hay que hacer es tener el propio. Sirva como ejemplo Manuela Carmena y Ahora Madrid.
El problema de PODEMOS es que comenzó siendo una metodología de empoderamiento ciudadano y ha terminado siendo un aparato aferrado y reificado en unas siglas. Aquí es dónde se observa el hecho diferencial con el Ahora Madrid de Manuela Carmena y se ven las razones de los resultados electorales diferentes de ambas iniciativas. El proyecto de Manuela Carmena es una metodología y por eso gana procesos electorales se llame como se llame. Algo similar le ocurre a Ada Colau cuyo proyecto es también una metodología de empoderamiento ciudadano. Sin embargo los dos "aprendices de brujo", dicho sea con cariño, Pablo Iglesias y Alberto Garzón, no terminan de enterarse y siguen instalados en la vieja política de empoderar aparatos y recelar de la ciudadanía. De ahí los respectivos resultados que les otorgan las últimas encuestas de intención de voto: 10% y 4% respectivamente.
Es una pena que Pablo Iglesias y Alberto Garzón no se den cuenta que esta realidad, en la que se hunden los modelos partitocráticos asentados en la poliarquía (lo llaman democracia y no lo es) cada día representa a menos ciudadanos, no se dan cuenta Pablo Iglesias y Alberto Garzón de que han de ponerse a colaborar en la tarea de inventar formas nuevas de relacionarnos y representarnos asentadas en la democracia participativa e inclusiva, así como en los principios básicos que rigen la cooperación política, esto es, los fundamentados en el acuerdo integrativo (ganar-ganar), frente a la lógica desintegrativa (ganar-perder) de los proyectos asentados en lógicas individualistas.
Escribía, en el artículo titulado "Sobre la praxis política de la vota-botacracia" , lo siguiente: La poliarquía o policracia se asienta sobre la praxis política de la vota-botacracia, esto es, utilizar el mecanismo del voto para botar (excluir). Esta, como es obvio, es una mala praxis. Tengamos en cuenta que no es lo mismo una democracia que un gobierno de la mayoría. Los gobiernos de la mayoría, y ejemplos a lo largo de la historia existen muchos, terminan trasformados en "la dictadura de la mayoría" (dictaduras bolcheviques, del ruso Большевик, Bolshevik o Bolševik, "miembro de la mayoría"), que puede ser peor que una dictadura abierta, porque se presenta con la careta de la democracia. Pero arrasa los derechos de la minoría, y puede terminar usando la fuerza, el ostracismo o la exclusión, para lograr sus propósitos. De lo que se trata es de buscar el consenso, no imponer el criterio de una parte. Además, toda fracción que se hace vasta termina convirtiéndose en facción (camarilla) y lo vasto (extenso) transformándose en basto (burdo e inapropiado).
Esperemos y deseemos que el sueño que comenzó con la firma masiva del manifiesto "Mover ficha: convertir la indignación en cambio político" que dio origen a PODEMOS no se transforme en la pesadilla de la marginalidad política, electoral e institucional. Esperemos y deseemos que PODEMOS sepa y quiera recuperar sus principios que no son otros que su metodología de empoderamiento ciudadano y popular y deje de reificar siglas como si fueran el becerro de oro. Cosa esta que ya le decía a PODEMOS en la reflexión titulada "It's the democracy, stupid! Sobre los problemas de PODEMOS" y que resumo a continuación en tres párrafos:
Estamos ante una situación en la que la gente demanda, además de una serie de medidas que recogen los programas de PODEMOS y de IU, una revolución democrática de calidad; y ambos aparatos, tanto el de PODEMOS como el de IU, no han realizado una lectura política adecuada de este tema. De ahí que en Enero de este año Podemos contara con un respaldo popular del 27% y ahora estemos en el 13% escaso.
Esto es lo que muestran las encuestas, esto es lo que muestra el alejamiento de la gente de PODEMOS y que hace que los Círculos de esta organización ya casi no existan o sean testimoniales. Lo mismo le ocurre a IU.
Y es que parece que ni PODEMOS ni IU se han enterado que lo que proponen en sus programas y fijan en su ideario no será posible sin una verdadera revolución democrática que empodere de una forma real a la ciudadanía. Ya no valen las vanguardias del centralismo piramidal de IU, ni los activistas del centralismo vertical de la beautiful people de los CQP de PODEMOS.
Javier Caso Iglesias