En política no existen recetas aplicables a la realidad social y política. Tampoco existe la omnividencia divina capaz de tener la solución para cada situación. Sobre todo cuando se vive fuera y se siente fuera del espacio geopolítico en el que tratan de aplicarse recetas previas a los análisis.
Tal vez, por inconsciencia, por arrogancia o por autosuficiencia estemos creando un Gran Hermano con el intelectual orgánico de la dirección de Podemos que habla, demasiadas veces, ex cátedra. Cuando antes de hablar se deberían hacer análisis críticos de la situación sociopolítica. La arrogancia y autosuficiencia empañan la capacidad de analizar y, si es necesario, rectificar después de haber hecho la necesaria autocrítica.
Sobre Cataluña no se pueden elaborar estrategias desde la Meseta. Hay sentir Cataluña, en Cataluña y desde Cataluña. Y hay que tomar partido. El escenario de las elecciones catalanes de ayer, domingo 27 de septiembre, no era el de las reivindicaciones sociales. Desde luego que no, porque lo que estaba en juego, como prioridad, para obreros, clases medias, alta burguesía, para todos los ciudadanos catalanes, era el eje de ser o no ser una nación independiente.
Este era el único debate y plantear temas de otro tipo es como ir a vendimiar a un melonar. Este sentido de la realidad política, que nada tiene que ver con la Academia, le falta al intelectual orgánico de Podemos. Por qué estábamos, y seguimos estando, ante el único debate sobre: independencia, si, independencia, no. Por tres razones, la primera porque todos los nacionalistas se unieron por la independencia. Sólo la CUP plantea la cuestión social pero asociada indivisiblemente a la independencia.
La segunda razón nos la proporciona Ciutadans. Apostó claramente por el no y superó a todos los que estaban entre el sí pero no. Y la tercera razón es que la alternativa plural CSQEP ha sido desbordad por su izquierda por la CUP y por su derecha por Ciutadans. Estábamos ante una situación política claramente plebiscitaria en la que sólo cabía estar a favor del sí o del no. Los que se quedaron entre ambas posiciones, perdieron.
Lo llamativo es que, ahora, Iglesias toma posición por el no. Acertado o no es una posición que se debería haber tomado en su momento. Sin embargo, esta decisión significa que Podemos se posiciona contra la independencia de Cataluña y se orienta hacia el mismo espacio político de Ciutadans en Cataluña. Un espacio que ya está ocupado. Y no gana nada en Cataluña porque, si por algo se caracterizan estas elecciones es porque todos los ciudadanos catalanes ya han tomado posición. Incluidos los independentistas, todos han llegado a su máximo de fuerzas. La movilización ciudadana ha sido ejemplar y contundente.
Iglesias, no sé si es una posición del intelectual orgánico de Podemos o personal, propone como alternativa a la situación de equilibrio estratégico de las fuerzas políticas catalanas una alianza entre independentistas y anti-independentistas de izquierdas, ERC, CUP, CSQEP. Y lo dice al mismo tiempo que afirma que Podemos votará contra la independencia.
Iglesias sigue sin entender nada de la realidad política de Cataluña. ¿Qué parte no ha entendido de que para los independentistas su objetivo estratégico es la independencia? Lo único que podría hacer en esa coalición es potenciar el proceso, pero cómo va a potenciarlo, si al mismo tiempo proclama que está en contra de la independencia. Aunque ha añadido que favorecerá la solución del referéndum a la escocesa
En clave nacional esa alianza sería muy interesante, pero sólo en clave nacional española, porque favorecería un apoyo parlamentario de todas las fuerzas de progreso contra el P.P. y contra el PSOE, que, aliado al P.P., no dejaría de desgastarse. Si Podemos mantiene su oferta de buscar una solución negociada con los independentistas podría crear, con apoyo de éstos, un bloque que desgastaría la alianza P.P./PSOE y favorecería la solución final a la cuestión nacional catalana.
Javier Fisac Seco