La primera formación política española que puede ser considerada como fascista fue el Partido Nacionalista Español, que en el año 1930 creó el doctor valenciano José María Albiñana. Este especialista en enfermedades nerviosas y mentales trabajó en México de donde terminaría siendo expulsado por participar en una campaña contra el presidente Plutarco Elías Calles, que había fundado el PNR, precedente del PRI, teniendo que regresar a España. Fue elegido diputado por Burgos en el año 1933 y en las elecciones de 1936. En principio se integró en el grupo de Renovación Española hasta finales del año 1934, para pasar después al grupo del Bloque Nacional de Calvo Sotelo.
El lema del partido era “Religión, Patria, Monarquía”. Se consideraba una “hermandad hispana de acción enérgica”. El PNE quería luchar contra los considerados enemigos de la patria. El partido estaba formado por aristócratas monárquicos muy reaccionarios pero también contaba con campesinos castellanos muy conservadores. Esa heterogeneidad influyó en el programa del PNE. Enlazaba ideas nacionalistas de unidad de España y hasta imperialistas, ya que España debía actuar para impedir su descrédito internacional, con otras antisemitas y de defensa de la Monarquía y de la religión católica, junto con unos planteamientos de cierto agrarismo y, por fin, un programa social y educativo, apelando a la violencia, pero sin una articulación muy clara. Los albiñanistas contaron con fuerzas de choque, como todos los movimientos fascistas, los denominados legionarios. Estuvieron presentes en muchos actos y situaciones contra la República, especialmente en las conspiraciones, lo que hizo que se incorporaran a la formación algunos militares. Pero, en realidad, el PNE no tuvo una gran fuerza ni repercusión significativa en la España de los años treinta.
José Albiñana, marcado con una "X" en un mitin en Bilbao. |
Al estallar la guerra, Albiñana fue detenido en Madrid aunque consiguió refugiarse en el Congreso de los Diputados pero no pudo permanecer en el recinto porque se le exigió que lo abandonara. Albiñana terminó sus días de forma trágica, ya que fue víctima del asalto a la Cárcel Modelo del 23 de agosto de 1936. El franquismo le dedicó varias calles en localidades valencianas y burgalesas.
Sobre el carácter fascista de esta formación ha habido un cierto debate, ya que hay autores que consideran que, en realidad, no lo era, sino más bien reaccionario sin más, especialmente por su defensa de la Monarquía. Lo que sí queda claro es que ni los falangistas ni Ramiro Ledesma Ramos tuvieron muy buena opinión del movimiento de Albiñana, al considerarlo defensor de los intereses de la aristocracia terrateniente.
Eduardo Montagut
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