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18 DE JULIO DE 1936: VER, OÍR, NO CALLAR Y NO OLVIDAR

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1936-1939 No fue una Guerra Civil sino un golpe de estado contra un gobierno democrático


Cuando se utiliza el término «Guerra Civil» para hablar del enfrentamiento que se produjo como consecuencia y en respuesta al Golpe Militar del 18 de julio de 1936, se tiende a olvidar: que comenzó tras un acto de rebelión militar contra un gobierno legítima y democráticamente constituido; que los sublevados llevaron a cabo un auténtico genocidio contra los no afectos a su causa; y que la intervención y el apoyo de algunas potencias fascistas europeas fue determinante en el desarrollo militar y resultado final de la contienda.

El papel de las potencias europeas, que crearon un entorno hostil contra la economía española, fue clave en 1936: “El golpe militar no habría sido posible sin la financiación de Mussolini, ni la de Hitler. Fue la primera pieza en Europa de la demolición del orden internacional de los años 30, en la que la España democrática se queda sola. Incluso Gran Bretaña, con grandes intereses económicos en el país, decide dejar caer la República y apoyó a Franco”.






CÓMO SE FRAGUÓ EL GOLPE DE ESTADO:ANTECEDENTES

El 16 de febrero de 1936, se celebraron las terceras elecciones generales en la historia de España, y las que poco tiempo después fueron la consecuencia del violento final de la Segunda República. Las mismas tuvieron un resultado controvertido. Las cifras oficiales daban el 47,1% para el Frente Popular (coalición de izquierdas que agrupaba diferentes partidos); el 45,6% para las derechas, agrupadas en la CEDA, y el centro y el partido nacionalista vasco el 5,3% de los votos, según datos del historiador Javier Tusell. Aunque por poco margen, la izquierda salía favorecida.

A mediados de julio de 1936 tomó cuerpo una doble conspiración, civil y militar, contra el gobierno republicano del Frente Popular. La primera respondía al deseo de reponer en el trono a Alfonso XIII o bien al eterno candidato carlista, Alfonso Carlos de Borbón; la segunda, perseguía el propósito de restaurar un orden social que se estimaba deteriorado.

Muy pronto el elemento militar, con Mola como director, se situó al frente de la conspiración. En ella estaban también generales como Sanjurjo, que moriría más tarde, Franco, Yagüe, Fanjul, Orgaz o Varela. Después se sumaron otros como Queipo de Llano, López Ochoa o Cabanellas. 

El día 14 de julio Mola había impartido la última orden para el golpe, que debería iniciarse tres días después. Para el éxito del mismo fue fundamental el papel jugado por un avión, el Dragon Rapide, alquilado por elementos monárquicos. El aparato, un De Havilland DH 89, salió el día 11 de julio de Croydon, Inglaterra, y tras varias escalas, llegó a Tenerife en secreto tres días más tarde. 

Según lo planeado por Mola, la misión del Dragon Rapide era trasladar en secreto a Franco, Capitán General de Canarias, al protectorado español de Marruecos, donde se pondría al frente del ejército una vez comenzado el golpe. Éste se inició el 17 de julio, cuando las tropas africanas de Marruecos se sublevaron. Extendida por la península, la rebelión triunfa en ciudades como Sevilla, Cádiz, Córdoba, Cáceres, Pamplona, Burgos, Valladolid o Zaragoza. Fracasa, sin embargo, en Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao. 

En la madrugada del 18, el general Franco se pronunciaba contra el Gobierno de la República en Canarias y a lo largo de ese día se fueron sumando otras guarniciones comprometidas. A las 14,33 horas del 18 de julio Franco partió en el Dragon Rapide con destino a Marruecos. Tras hacer escala en Agadir y Casablanca, el 19 de julio llega a Tetuán. 

Puesto al frente del Ejército de África, el 5 de agosto de 1936 pasa a la Península con un fuerte contingente militar. La República de abril, y con ella la España posible que alentaban los reformadores republicanos, había desaparecido en los cálidos días del verano de 1936.

El 18 de julio de 1936 supuso el inicio de una guerra en el estado español que fue el ensayo de las potencias fascistas para comprobar su poder, el objetivo real de la guerra era instaurar un estado fascista que, eliminando cualquier enemigo y erradicando la democracia (en ningún momento se habló de convivencia en los planes golpistas, se habló de eliminar al contrario), permaneciera en el tiempo.


¿GOLPE DE ESTADO O GUERRA CIVIL? LA VERDADERA HISTORIA

Cuando se habla de "guerra civil" o "guerra entre hermanos" se olvida o minusvalora la importancia decisiva que tuvo el apoyo de los gobiernos fascistas de Alemania, Italia y Portugal. Su intervención fue determinante. Por ejemplo, la aviación italiana y alemana representó más del 65% del potencial aéreo franquista. Respecto a las tropas terrestres, Italia aportó no menos de 80.000 soldados, Portugal unos 20.000, y las fuerzas militares alemanas sumaron 18.000 hombres. Eran fuerzas perfectamente instruidas, encuadradas en unidades militares y provistas de su correspondiente logística y medios de transporte de tropas. Si a estas fuerzas sumamos las reclutadas en el protectorado de Marruecos, que llegaron a los 75.000 hombres armados, tenemos que todo este contingente representó, aproximadamente el 39% del total de las tropas fascistas.

Los militares españoles no iniciaron una «guerra civil», sino una cobarde y cruel actuación de exterminio ideológico y cultural, es decir, verdaderos crímenes de lesa humanidad, un genocidio contra una población civil desarmada e indefensa.

La mejor manera de intentar justificar ese golpe de Estado fue establecer una política de tensión contra las organizaciones de izquierdas y obreras. Tras la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, los grupos de extrema derecha se lanzan a la calle para generar un clima de violencia. 

Los últimos desencadenantes del conflicto, que sumergió a España en una larga y cruenta noche, de cerca de 40 años, se iniciaron el día 12 de julio, cuando el teniente de la Guardia de Asalto, José del Castillo, fue asesinado sobre las 22:00 horas por cuatro desconocidos de la derecha española.


1 DE ABRIL DE 1939: NI OLVIDO NI PERDÓN

“En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.”

Con estas palabras oficialmente terminaba la guerra, pero como es habitual en la derecha de este país, fue otra de sus muchas mentiras, la guerra de trincheras del pueblo español contra las potencias fascistas europeas si termino ese día. Con el fin de la guerra no llego la paz.

Tras ese “fin de la guerra”, los muertos, diversas fuentes cifran en más 400.000, de ellas 192.000 en los diversos campos de concentración repartidos por nuestra geografía, a diferencia de los nazis, aquí el método era más tradicional, fusilamiento, situación que se prolongó hasta terminada la Segunda Guerra. Hubo ajusticiamientos “legales”, en cumplimiento de sentencias dictadas por tribunales militares pero también hubo asesinatos ilegales, las llamadas sacas, practicadas al margen de las autoridades militares, pero con el pleno conocimiento de que se estaban llevando a cabo. Muchas de las víctimas fueron enterradas en fosas comunes repartidas por toda España, no siempre en los cementerios, sin que su muerte fuese inscrita en los registros civiles y sin que sus familiares en muchos casos fuesen informados, ni dónde ni cuándo ni cómo.

También hubo desapariciones misteriosas nunca aclaradas, presos hacinados en las cárceles, algunos de ellos por haber sido denunciados sin pruebas ninguna. La cultura dejo de escribirse con mayúsculas, poetas fusilados, o encarcelados y dejados morir a propósito.

La posguerra fue mucho peor que la guerra para una parte muy importante de españoles, unos tuvieron tiempo de salir hacía otros países, muchos de ellos terminaron en campo de exterminio nazis, ante el abandono por parte de la dictadura franquista, que al ser consultada, por los nazis, sobre que hacían con los españoles residentes en España, el Gobierno del “padrino” de su católica majestad, replicó que no existían españoles allende las fronteras. Otros lograron enrolarse en la resistencia francesa, otros marcharon a México, Argentina, Venezuela, o la Unión Soviética, con distintas suerte según los casos y países. Para ninguno terminó la guerra.

George Orwell, dijo que "la historia la hacen los vencedores" y en el caso de España la historia la escribieron durante 40 años los que llevaban la camisa azul con el yugo y las flechas. La República fue vilipendiada; los republicanos perseguidos, masacrados y humillados; la democracia, la libertad y la justicia quedaron ausentes; estableciéndose una dictadura y un régimen basado en el terror, la censura y la persecución ideológica. 

NI OLVIDO NI PERDÓN. VERDAD, JUSTICIA, REPARACIÓN

Daniel Fernández Abella

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