Con una risa forzada defendía el líder del Partido Monárquico Socialdemócrata Español su bandera, la bandera monárquica, la que quiere que sea de sus hijas, la misma bandera impuesta por el general Franco, la bandera que en su escudo lleva humillantemente las flores de lis impuestas por una estirpe extranjera. La misma que usaron los golpistas en 1936 para asesinar miles de socialistas y republicanos españoles...
Alguien se imagina a Pablo Iglesias, no al líder de Podemos, sino al gran Pablo Iglesias, a Largo Caballero, a Juan Negrín o incluso a Prieto o el muy dudoso Julián Besteiro presidir un acto como el de ayer presidido por Pedro Sánchez. Y de haberse atrevido cualquiera de ellos a llevar a cabo un acto de tal magnitud… ¿Cuántos de los asistentes se hubiesen quedado en sus asientos?
Durante los últimos años, los ideales del PSOE, la tradición republicana, se ha ido encerrando día tras día en un armario, cerrando cada día una llave, ahora Pedro Sánchez definitivamente a renunciado a esos ideales escondidos en el fondo del armario y ha tirado la llave al fondo del océano sin ningún pudor, ni por parte de él ni por parte de quienes impasibles permanecieron en sus sillas aplaudiendo, con el pesebrero Cándido Méndez a la cabeza.
Si todos aquellos miles de hombres dignos que lucharon y dieron su vida por los ideales que representaba el PSOE, levantaran la cabeza, abandonarían una organización dando un fuerte portazo, me temo que solo una pequeña parte de la actual militancia y votantes del Partido Monárquico Socialdemócrata actual, al igual que quienes ayer aplaudían a Pedro Sánchez, les faltará la dignidad y valentía suficiente para dar ese portazo.
Está claro, es la bandera de Pedro Sánchez y quienes se han pegado el culo a la silla, pero jamás será la bandera de nadie que sea socialista.
SyR
Paco Arenas