Los europeos estamos inmersos en un proceso de metamorfosis de una nueva realidad política y social. Antes y después del año 1929 el mundo cambió radicalmente. Han pasado poco menos de cien años y parecería que estamos en un nuevo milenio. Desde finales del siglo XIX hasta los comienzos del siglo XXI, el siglo de los nietos de nuestros nietos, los marxistas, socialistas y luego comunistas, rompieron con los anarquistas y en lugar de destruir el Estado capitalista decidieron conquistarlo por la vía parlamentaria. Hasta transformarse en partidos parlamentarios. Habían sustituido la revolución por la reforma.
Luego, derrotados los totalitarismos políticos y militaristas, no los religiosos, impusieron al capitalismo la construcción del Estado de bienestar. Una victoria del proletariado sobre el capitalismo, pero dentro del Estado capitalista, Estado de coexistencia de intereses antagónicos, que no hubiera sido posible sin la amenaza de revolución social y sin la “guerra fría”. La reforma se había impuesto sobre la revolución. La causa, la clase política de los partidos socialistas y comunistas se había integrado en la estructura del aparato del Estado capitalista. Abandonado el programa máximo del marxismo, el programa mínimo parecía haber llegado al fin de la Historia. Hegel y Marx habían sido traicionados.
Pero, a pesar de las izquierdas, la Historia seguía su proceso dialéctico. Irreversiblemente. Ya lo habían anunciado ambos maestros. Sobre todo Marx quien, desde el materialismo, elaboró la ley de la acumulación del capital y como el capital no ha sido derrotado prosigue su proceso devorador hasta devorarlo todo devorándose así mismo o hasta que alguna fuerza política, más allá de las tradicionales, le plante cara. El triunfo del reformismo no es el fin de la Historia. Es la muerte del reformismo. El fin de la Historia llegará cuando el Estado de bienestar haya sido devorado por el capitalismo. O cuando el capitalismo haya sido derrotado. Esta es la nueva realidad política y social en la que nos encontramos.
Algo había ocurrido, hará unos 25 años, a lo que no dimos la suficiente importancia. El bloque soviético se desplomó e, ironías de la Historia, su estructura imperialista y los países que la contenían fueron devorados por el capitalismo. La propiedad privada de los medios de producción ha sustituido a la propiedad social y pública. No pasó mucho tiempo para que el capitalismo transformara otro país comunista, China, en su paraíso particular. La propiedad privada de las multinacionales ha puesto la dictadura comunista al servicio del capitalismo. Mientras tanto la India, Asia, África y América eran devoradas por las insaciables fauces de la Bestia capitalista.
La miseria se extiende por la humanidad como una plaga de langostas. Allí donde la Bestia triunfa la miseria brota por todos sitios, como las setas después de la lluvia. Más de 4.000 millones de personas viven en estado de miseria gracias a las políticas neoliberales del FMI. Y a las dictaduras de todo tipo que garantizan el banquete de las oligarquías financieras. ¿Aún no nos hemos enterado? Sólo hay que abrir la ventana y asomar la cabeza para ver lo que ocurre poco más allá.
¿Es una maldición divina, consecuencia inevitable de las leyes de la naturaleza, como pontificó el papa León XIII en sus encíclica “Rerum novarum” y “Quod apostolici muneris” o es una consecuencia de la ley de la acumulación del capital, como profetizó Marx? A pesar de que han matado a Marx, y a pesar de sus propios errores, su teoría de la acumulación del capital avanza, como las llamas, devorando un bosque milenario. La Apoteosis del liberalismo garantiza el Apocalipsis del pueblo.
La suerte de Europa está echada. De hecho los profetas del capitalismo y sus pitonisas ya habían tejido las redes que les garantizarían raptar a Europa. Como el cazador, esperaría pacientemente la ocasión. En 1944 el capitalismo, experimentado por las quiebras de los bancos a causa de la especulación de los felices años veinte, pensó, anticipándose en el tiempo, un mecanismo para que, nunca jamás, el capital tuviera pérdidas. ¡Que las pague el pueblo!, dijeron. Que los proletarios paguen nuestras deudas, voceaba la burguesía francesa contra los comuneros en 1871. Y como dios, según los mitos, creó el hombre, ellos, según el Capital, fueron y crearon el Fondo Monetario Internacional.
Desde entonces ya no son ni los astros ni los dioses quienes determinan la vida de los humanos desde que nacen hasta que mueren, ahora, dios ha sido sustituido por el FMI, aunque tenga nombre de mujer: Christine Lagarde, quien, transformada en estatua de oro parlante, proclama, como el citado papa, que los pobres deben ser pobres y si no están de acuerdo que se mueran antes y dejen de molestar. Y así se irán al cielo. Único lugar en el que encontraran la felicidad. Lagarde, ¿si los pobres dejan de ser pobres de qué se va a alimentar el Capital? Moriría con los pobres.
Desde el momento en el que finiquitó la “guerra fría” el FMI empezó a tejer sus redes y a extender sus tentáculos. Ya no tenía miedo ni a los misiles soviéticos ni a la revolución. Los comunistas en Oriente como sus homólogos en Occidente y los socialistas se habían integrado en el sistema capitalista. Y tanto el FMI, como la Unión Europea, creada para mayor gloria del capitalismo, pusieron sus máquinas al máximo rendimiento para destruir el Estado de bienestar social y de libertades y derechos individuales.
Quieren sustituir la propiedad pública, la planificación indicativa y la intervención del Estado como motor de la economía por las políticas neoliberales, de moral codiciosa, de privatización del bienestar condenando a millones de ciudadanos a la miseria. El Estado de Bienestar social es un símbolo del Poder popular. Un obstáculo que se interpone a las ambiciones de la ley de acumulación del capital y del Poder político universal de la oligarquía financiera. Es necesario demolerlo.
Cada paso que se daba en la Unión Europea, la creación del Banco Central Europeo, junto con la moneda única, era un triunfo apoteósico del capitalismo. Una orgía en las sedes de los bancos. Hoy la oligarquía financiera, sin ser elegida por nadie, decide, como los Césares en el Circo romano, quién debe morir y quien vivir. Quién debe ser rico y quien pobre. Todo el Poder está en sus manos. Quién los ha elegido? Por qué no quiebran ellos cuando ellos son los únicos responsables de las deudas? Por qué no arrastran en sus caídas a cuantos parlantes neoliberales los defienden? Por qué nos mandan ellos si a ellos no los hemos elegido? Tendremos que pedir consejo a Edipo para que nos desvele este misterio?
Los griegos ya lo están desvelando. Empiezan a resolver el enigma de la Esfinge, el FMI, Comisión Europea y el BCE: la “Troika” La respuesta la han tenido y no se la esperaban. El rechazo a sus políticas con el apoyo del pueblo. Y el ejemplo se extiende. Se extiende en las conciencias de los ciudadanos europeos. Ahora sólo falta que, como en Grecia, surja una alternativa nueva capaz de comprender la nueva realidad social, política y económica. Y la Bestia con sus instituciones tendrá que dar marcha atrás. Porque oculta su impotencia bajo el manto de su prepotente arrogancia. Basta la voluntad de quiebra de varios países europeos para que la Bestia capitalista se muera de hambre y sucumba sobre sí misma. Nada pude hacer contra la voluntad de los pueblos. Nada.
Lo demostró Gandhi y eran mucho más pobres que los europeos. Demostró que tanto la Satyagraja, resistencia pasiva y desobediencia civil, como la Ahimsa, la no violencia y el boicot a las multinacionales podían derrotar a la invencible flota británica. Y se fueron con los muebles a otra parte. Ante la resistencia de los griegos, a la Bestia capitalista y a sus tentáculos han empezado a temblarle las piernas. La arrogancia de Christine Lagarde se la acabará comiendo ella sola.
Pensaban, la Bestia y sus tentáculos, que las izquierdas, socialistas y comunistas, satisfechas por haber conseguido los objetivos de sus programas mínimos, la participación en los parlamentos capitalistas y en las instituciones del Estado capitalista, instalados en las moquetas de sus despachos, serían suficientes para contener a los enemigos del capitalismo. La izquierda está atrapada en esta contradicción. Si no hubiera surgido Podemos del fondo de las movilizaciones populares, la “Troika” no habría tenido oposición ninguna a su objetivo de destruir el Poder popular: el Estado de bienestar social.
La vieja política de las izquierdas no sirve para entender las nuevas políticas de lucha contra la oligarquía financiera. No pueden porque forman parte del sistema ni saben porque no estaban ni moral ni intelectualmente preparados para la nueva situación. Les ha desbordado.
El PSOE, una parte de él, ha respondido, después de haberse opuesto al desafío y al cambio, porque los resultados electorales les han demostrado que siguen perdiendo miles de votos, por mucho que sonrían, que tenían que girar. Y giran gritando que son defensores del bienestar social. Por qué no lo gritaron antes? Porque antes, Zapatero, juramentado con la derecha, Rajoy y la “Troika”, modificaron el artículo 135 de la Constitución para dar preferencia al pago de la deuda sobre las inversiones y mantenimiento del Estado popular de bienestar. Vendió, Zapatero, la soberanía nacional y el bienestar social a los intereses del Capitalismo internacional.
El 70% de los ciudadanos españoles, a los que hay que unir millones de europeos, tienen que pagar los beneficios del Capital que son: 600.000 millones de Deuda del Estado; un billón de deuda de las familias a los bancos; un billón 300.000 millones de las empresas a los bancos y otros 200.000 millones de la deuda de la banca al BCE. Echen la cuenta y comprueben que las próximas generaciones tendrán que ser esclavas para pagar la deuda.
Gracias a Zapatero, la socialdemocracia en general, el Estado interviene y nacionaliza las pérdidas de los bancos quebrados con la decidida voluntad de devolverlos al sector privado, una vez saneados. Y a esto le llaman neoliberalismo. La Troika, al servicio del capitalismo, ha sido más eficaz que el nazismo.
¿Qué van a hacer los socialistas, ahora? ¿Van a abandonar las moquetas y tirarse a las trincheras? Si no pueden proponer medidas contrarias al BCE, al FMI, y al BCE, la “Troika”, porque irían contra sí mismos, cómo van a impedir que se apliquen esas políticas neoliberales. Hay que dejarles gobernar para que veamos lo que son capaces de hacer y lo que no son capaces de hacer. La batalla será diaria. Si Podemos no se rinde.
Izquierda Unida, ahogándose en sus propias contradicciones y luchas fratricidas, está acorralada. Entre el PSOE, a su derecha, y Podemos a su izquierda. Renunció a estar en las calles, como los socialistas. Y prefirió las moquetas. Ahora ha cometido un error que pone en juego su propia existencia. Han decidido aliarse con el PSOE en miles de ayuntamientos. Para proteger su presencia en las instituciones han abandonado el espacio de las izquierdas. Este está siendo ocupado por Podemos.
Izquierda Unida busca desesperadamente su supervivencia en las alianzas con Podemos y cuantas fuerzas políticas se ofrezcan. Su problema es que sigue proponiendo fórmulas de la vieja política, que Podemos rechaza, con razón, y que otras fuerzas políticas, como las propuestas por Anguita, no pueden ofrecer la solución porque es más de lo mismo. Crear organizaciones por la cabeza con mil grupos o personalidades que no representan a nadie.
Cuando lo que tendría que hacer es girar el sillón y sustituir la moqueta por la calle, los barrios, los centros educativos, los servicios, las fábricas…los movimientos sociales. Pero carece de capacidad de reacción porque están atrapados en las moquetas. Sus bases, sin embargo acabarán siendo atraídas por los cantos de Podemos. En la práctica de la movilización y la convergencia por la base no en base a negociaciones por las alturas.
A qué esperaban socialistas y comunistas si han renunciado hasta a dar la batalla por la hegemonía política, moral e ideológica. Batalla que Podemos dice estar dispuesto a dar. Podemos, de momento, no parece tener ideología, esperaremos. Es un punto débil. No es lo mismo una forma monárquica de gobierno que una republicana. La monarquía, está asociada a la derecha, al capital y a la Iglesia, cuyos intereses protege con su sola presencia. Tiene un pasado fundamentado en valores cristianos. Mientas que la República nace asociada a la soberanía popular, el sufragio universal y, sobre todo, la Declaración de Derechos. Es la única garantía de defender los valores y derechos humanos, antagónicos de los cristianos. Pero sí tiene referentes ideológicos y políticos. Por una parte los regímenes populistas de izquierda sudamericanos y de otra, la experiencia de la evolución política en Grecia.
En realidad, tanto los griegos como los españoles de Podemos, lo único que pretenden es defender el Poder popular o lo que es lo mismo, el Estado de bienestar. No proponen ninguna revolución social revolucionaria. Están proponiendo la defensa de la calidad de vida de los ciudadanos, su Poder contra el Capital y que sea el Capital quien pague sus políticas.
Cuáles son las limitaciones de Podemos, en estos momentos. En primer lugar su propia estructura asamblearia y la necesidad de coordinar una dirección convergente de todos estos movimientos democráticamente asamblearios y autónomos. Evitar, como ya ocurrió con el cantonalismo federal español en el siglo XIX, que los personalismos acaben desintegrando el movimiento orgánico Podemos.
La otra limitación puede venir de su falta de identidad ideológica. No conocemos su ideología. Es más cuando hablan o escriben utilizan un lenguaje que evita utilizar las expresiones de la ciencia política y sociológica, como lucha de clases, de clases antagónicas, capitalismo y Estado…incluso nunca utilizan la expresión Estado de bienestar. Utilizan un lenguaje populista en el que confunden a todas las clases sociales como si no tuvieran clases antagónicas. Esta confusión ideológica dificultará la lucha por la hegemonía ideológica y moral, si es que la plantean.
El tercer elemento que puede jugar en su contra poniendo límites a su conquista de los espacios sociales de centro izquierda, es el miedo. El miedo de las clases sociales, medias y asalariados con sentimiento de ser clase media, conceptos sociológicos que no están ideológicamente delimitados por Podemos. El miedo a la inseguridad de estas clases sociales puede frenar su marcha hacia el pico de la montaña. El socialismo está perdiendo votos. Muchos votos. Pero resiste.
Podemos se hace la ilusión que aquí pueda producirse la misma situación que en Grecia, donde socialistas y comunistas se han desplomado. Pero en el Estado español la situación no es tan dramática como en Grecia. Y aún con muchas pérdidas el socialismo puede remitir. Más difícil lo tendrá IU, pero no sus bases. Todavía conserva un millón de votos que están perdiendo la fe.
En el escenario político en el que también entra Ciudadanos, a quien Podemos no puede dar la batalla. Sería un error inútil porque Ciudadanos atrae a una derecha laica y moderna, procedente de la UCD. Y no quiere hacer experimentos más allá de sus intereses. Este nuevo escenario está construido con nuevos actores que han desplazado a un segundo plano a las vedetes.
Su mayor éxito ha sido la quiebra del bipartidismo. Mantener el pluripartidismo e impedir que se reforme la ley electoral para que la lista más votada o cualquier fuerza política sin mayoría absoluta puedan gobernar, como han hecho en Castilla La Mancha, para dar el Poder a la derecha, es un triunfo de los emergentes, que hay que consolidar.
Javier Fisac Seco