Estimado Jesús, la libertad de prensa es la libertad del amo de la imprenta, bien lo sabemos. Ahora te ha tocado a ti sufrirlo en tus propias carnes, pero es también algo que los ciudadanos debemos sufrir, obligados, a diario en las nuestras.
Sea el estado, si son medios públicos, o sea el empresario de turno, si son medios privados, el dueño de la imprenta, el amo, paga y manda. Aunque es sobre todo en estos últimos casos, donde la gestión de un derecho reconocido como derecho humano, el derecho a la información, queda plenamente sometido a las órdenes del empresario de turno, que puede hacer lo que le venga en gana, sin inmutarse, con ese, su medio, imponiendo sin miramiento ninguno sus intereses económicos y/o sus presupuestos ideológicos a cualquier otra finalidad social derivada de esa función de la información como derecho humano, que para eso manda.
En radio y televisión, para más inri, estos empresarios son depositarios de licencias que, en realidad, cubren un espacio reducido, el espectro radioeléctrico, que es público, que es de todos nosotros y nosotras. Pero que desde el momento en que una licencia de emisión, a menudo concedida por políticos amigos a cambio de, precisamente, garantizarse la fidelidad ideológica del medio al funcionamiento normal del sistema económico, político e institucional que rija en un país determinado, cae en manos de estos empresarios, el control sobre el funcionamiento interno de ese medio, que ocupa ese espacio público, se pierde por completo y pasa a ser un derecho exclusivo del propietario.
Así luego, naturalmente, pueden pasar las cosas que pasan cada día en el estado español en la totalidad de esos medios: emitir toda la basura adoctrinadora y toda la mierda sesgada y manipulada que emiten, usando esos espacios públicos concedidos bajo licencia -que son de todos- para convertirlos en actores políticos centrales desde los que, entre otras cosas, poder hacer, cuando así lo requiere el momento, una guerra abierta contra un determinado país considerado “enemigo”, o un determinado partido considerado “peligroso” o contra determinadas personas “incómodas” que no son del gusto del sistema, sus amos capitalistas y sus políticos lacayos, sin miramientos.
No abundan en esos sitios, pues, periodistas honrados, honestos y decentes, capaces de poner su profesionalidad y su compromiso con la información plural por encima de los intereses ideológicos o económicos de los amos del medio, cueste lo que cueste -y, claro, antes o después, cuesta caro-.
Los amos de tales medios los prefieren serviciales a los designios de su voz todopoderosa y, por supuesto, ante todo, prefieren que sean personas que no se atrevan a decir nada más allá de lo que el amo les permite que digan.
Por eso cuando un periodista como Jesús Cintora es humillado de la manera en que ha sido humillado por Mediaset con su explusión de Las Mañanas de Cuatro y el comunicado aberrante con el que la empresa lo ha justificado, los que nos consideramos demócratas, creemos en la función social de los medios de comunicación y pensamos que no debe ser posible que un espacio así, que es de todos, pueda estar secuestrado por el poder económico a su antojo y manejado de esta manera tan desproporcionadamente autoritaria por esa gente con mucha pasta que vive fuera de la realidad social de la mayoría, no podemos más que apenarnos, primero, y mostrarle todo nuestro apoyo, después.
Tu trabajo durante estos años en ese programa que tú levantaste y del que ahora te expulsan como a un perro, ha sido el trabajo de un buen y, sobre todo, un honrado y un decente periodista. Y eso ya en sí mismo, en estos tiempos que corren, es ya mucho decir.
Has sido un periodista digno que entendió que no podía mirar para otro lado mientras en la calle las condiciones de vida de las personas eran cada vez más dramáticas y desesperantes, aunque la mayoría de programas no quisieran o no les dejaran verlo. Un periodista que situó en primer plano de su agenda diaria muchos de esos asuntos que el resto de programas no querían -o no les dejaban- visibilizar, esos asuntos de la vida socio-económica cotidiana desgradables de emitir para los amos de los medios y los grandes partidos políticos, tales como la pobreza, los desahucios, el hambre, la precariedad, las luchas de los movimientos sociales y de base, y muchas más del estilo.
Por eso ahora estás en la calle. Por no ser dócil y sumiso todo el rato, por no callar lo que otros prefieren callar a cambio de un plato de lentejas y un futuro estable y asegurado al lado de los que reparten sillas por las diferentes tertulias y los diferentes programas de las diferentes cadenas, por no permitir mentir a los políticos, fueran quienes fueran -y algunos eran muy poderosos- de forma impune en tu mesa, por dar espacio a gente incómoda de diferente perfil en tus tertulias, por dar espacio cada día a las luchas o las desgracias de los nadie, de los parias del sistema, de los sin voz. Por darle más importancia a una persona anónima en huelga de hambre por defender su puesto de trabajo que al corrupto de turno en su afán de limpiar, con mentiras, sus corruptelas. Porque nunca callaste ante la derecha más reaccionaria y su afán perpetuo de enmerdarlo todo con campañas criminalizadoras y ataques personales dirigidos, ambas cosas, a impedir que la gente pueda debatir sobre aquellas cosas cotidianas que los tiempos requieren debatir.
Porque, en definitiva, cuando la orden era que se debía silenciar la voz de sufrimiento del pueblo y apagar sus pocas esperanzas atacando y estigmatizando a quienes luchan desde diversos espacios (movimientos sociales, sindicatos combativos, partidos políticos de izquierdas, etc.) por la defensa de los intereses colectivos, tú no quisiste obedecerla. Cintora ha sido el “Gordillo” de los medios. Si el SAT fue capaz, con sus acciones simbólicas, de imponer encima de la mesa mediática un debate sobre la realidad de hambre y miseria que cada vez más personas vivían y los grandes medios no querían visibilizar, Jesús Cintora ha hecho exactamene lo mismo con su programa durante todo este tiempo, pese a que las consecuencias de hacerlo eran más que previsibles -cuestión de tiempo- y en adelante seguro que tampoco te saldrá gratis.
De momento, te ha costado un puesto de trabajo y el odio de la derecha en su conjunto y un montón de tertulianos y periodistas lacayos que ven en tu figura justo lo contrario a la basura que ellos son. Pero te has ganado algo mucho más importante: el cariño, el agradecimiento y la simpatía de un montón de personas decentes y honestas, que sabían que al otro lado de la pantalla, cada mañana de Cuatro, podían encontra a uno de los suyos. Uno de los nuestros. Y no por ideología -que no es que seas precisamente un radical de izquierdas-, sino por tu dignidad y tu decencia, por tu valentía para hacer bueno aquel viejo dicho de Orwell sobre la verdad como acto revolucionario en tiempos de mentiras. Solo nos queda, pues, darte las gracias y desearte suerte en el futuro.
Estamos contigo, compañero. El tiempo del cambio llegará y ya habrá momento de que unas buenas leyes sirvan para hacer justicia ante tanta injusticia y tanta infamia que los “amos de la imprenta” imponen a diario.Y aunque ellos entonces se enroquen en la bandera de la libertad de expresión para defender sus privilegios y poder seguir secuesrando el derecho a la libertad de información del pueblo, nosotros sabremos que no. Que su única defensa es la defensa de sus intereses económicos y la de su libertad para secuestrar nuestro derecho a la información. Que su libertad de expresión no es más que la libertad del amo de la imprenta a hacer lo que le venga en gana. Frente a ello el pueblo deberá poder recuperar el control de una parte de ese derecho y ponerlo a su servicio. Y Aunque no fuese ese tu propósito -estoy convencido-, puedes saber que has sido ejemplo al respecto.
Cortaron una flor, pero no podrán detener la primavera.
Pedro Antonio Honrubia Hurtado
Fuente: www.kaosenlared.net
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