Las políticas de austeridad podrían incrementar en unos 25 millones el número de europeos viviendo en la pobreza en 2025, 8 de los cuales serán españoles, lo que supone que nuestro país aportaría uno de cada tres de los nuevos pobres de Europa para esa fecha. Estos son algunos de los datos que se desprenden del informe "La trampa de la austeridad" publicado por Oxfam.
Los programas de austeridad europeos han desmantelado los mecanismos que reducen la desigualdad y hacen posible un crecimiento equitativo. Con el aumento de la desigualdad y la pobreza, Europa se enfrenta a una década pérdida. Si las medidas de austeridad siguen adelante, en 2025 entre 15 y 25 millones de europeos más podrían verse sumidos en la pobreza. Oxfam lo sabe porque ya ha sido testigo de situaciones similares. Existen claras semejanzas entre estos programas de austeridad y las ruinosas políticas de ajuste estructural impuestas en América Latina, el Este Asiático y África subsahariana en las décadas de 1980 y 1990. Estas políticas fueron un fracaso; un tratamiento que pretendía curar la enfermedad matando al paciente. Esto no debe repetirse. Oxfam hace un llamamiento a los gobiernos europeos para que abandonen las políticas de austeridad, y a cambio opten por la senda de un crecimiento inclusivo que favorezca a las personas, las comunidades y el medio ambiente.
Europa suele considerarse a sí misma como un lugar donde el contrato social conjuga crecimiento y desarrollo. Un lugar donde los servicios públicos tienen el objetivo de garantizar que todas las personas tengan acceso a una educación de calidad y que nadie tema ponerse enfermo. Donde se respetan y apoyan los derechos de los trabajadores, especialmente de las mujeres. Donde la sociedad protege a sus miembros más débiles y pobres, y los mercados están al servicio de la sociedad, y no al revés.
Sin embargo, este modelo social idílico lleva tiempo en peligro; de hecho, la desigualdad de ingresos ya iba en aumento en muchos países antes del comienzo de la crisis financiera. Actualmente, el modelo europeo se ve amenazado por unas políticas de austeridad mal planteadas, que se presentan ante la ciudadanía como el precio que todos debemos pagar por recuperar un crecimiento económico estable.
A menos que se revisen, estas políticas debilitarán las conquistas sociales de Europa, creando divisiones dentro de los países y del continente, y perpetuando la pobreza durante una generación. Es posible que el rescate sin precedentes de las instituciones financieras de la Unión Europea haya salvado su sistema bancario, pero también ha aumentado significativamente la deuda pública de los Estados miembros.
Los gobiernos europeos han dado por sentado que las políticas de austeridad, dirigidas sobre todo a equilibrar los presupuestos y reducir el déficit, servirían para recuperar la confianza de los mercados y, en último término, para crear empleo y renovar la economía. En la mayoría de los países no ha sido así. Después de casi tres años, las políticas de austeridad no sólo no han cumplido con sus objetivos, sino que continúan cobrándose un elevado coste social. La experiencia del Reino Unido, España, Portugal y Grecia muestra que, a mayor austeridad, mayor nivel de endeudamiento.
La apuesta por reducir la deuda por encima de todo ha obviado el hecho de que es posible crecer incluso con niveles de endeudamiento relativamente altos, y que la recuperación del crecimiento económico debe incluir y beneficiar a toda la población.
Los programas de austeridad que se han aplicado en toda Europa están basados en una fiscalidad regresiva y corta de miras, así como en el drástico recorte del gasto, especialmente en servicios públicos como la educación, la sanidad y la seguridad social. Estas medidas han debilitado los mecanismos que reducen la desigualdad y hacen posible un crecimiento equitativo. Las políticas de austeridad han perjudicado especialmente a las personas más pobres y vulnerables, sobre quienes se ha hecho recaer la responsabilidad de cargar con los excesos de las últimas décadas, a pesar de ser las menos culpables de ellos.
Recientemente, los principales defensores de la austeridad -como el Fondo Monetario Internacional (FMI)-, están empezando a reconocer que las duras medidas de austeridad no sólo no han dado los resultados esperados, sino que han sido nocivas tanto para el crecimiento como para la igualdad. Europa se enfrenta a una década perdida debido al aumento de la desigualdad y la pobreza.
Oxfam ya ha sido testigo de las consecuencias de las políticas de austeridad en otras ocasiones. El paro juvenil y de larga duración han alcanzado un nivel sin precedentes en los países europeos, y toda una generación de jóvenes se enfrenta a años de desempleo. El valor real de los ingresos medios sigue cayendo en picado, sobre todo en los países que han aplicado agresivos recortes del gasto, de modo que incluso quienes tienen empleo se enfrentan a un futuro en el que serán bastante más pobres de lo que fueron sus padres. En la actualidad, casi uno de cada diez hogares en los que se desempeña alguna actividad laboral vive en la pobreza.
En 2011, 120 millones de personas en toda la Unión Europea vivían en la pobreza. Según los cálculos de Oxfam, si las medidas de austeridad se mantienen, esta cifra podría incrementarse entre 15 y 25 millones en 2025. Las mujeres serán las más perjudicadas. Entretanto, los más ricos han aumentado su participación en el total de ingresos, mientras que los más pobres están viendo cómo la suya disminuye. Si la tendencia actual continúa, los niveles de desigualdad de algunos países de Europa pronto se encontrarán entre los más elevados del mundo.
Ver informe completo: aquí
Fuente: www.intermonoxfam.org