La masonería no persigue utopías, sino fines realizables en el seno de la sociedad humana, en la que vive y trabaja, recogiendo sus anhelos e inquietudes y sembrando en ella sus ideales.
Tiene por misión preparar la Concordia Universal y debe por ello mejorar tanto al hombre como a la sociedad.
La masonería se define como una Institución esencialmente filosófica, filantrópica y progresiva. Filosófica porque ama la verdad, filantrópica porque ama a la humanidad y progresiva porque no se confina al pasado.
La masonería concibe la marcha evolutiva de la humanidad con arreglo a una filosofía de la historia, que está contenida en sus símbolos y leyendas. La Institución tiene carácter de Academia para enseñar dicha filosofía y forjar en ella las conciencias de los hombres.
Como toda asociación que aspira a realizar fines dentro de la comunidad humana, no puede permanecer al margen de sus problemáticas concretas. Por ello la Francmasonería agrupa en su seno a personas de diferentes ideologías, para estudiar e impulsar lo que hay en ellas de común en beneficio de la humanidad, convirtiéndose así en Centro de Unión.
La Institución cree que únicamente en una sociedad regida por los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, puede ser respetada la dignidad humana, que implica el pleno derecho a su desarrollo, por el libre ejercicio de sus potencialidades para enriquecer su vida con toda clase de bienes.
La masonería aspira a un Orden Universal, democrático y cosmopolita, en el que los hombres y los pueblos colaboren y se beneficien mutuamente en su libre desenvolvimiento a través de su Unión, Solidaridad y Cooperación. En consecuencia reconoce y proclama en su totalidad la Declaración Universal de Derechos del Hombre, aprobada por las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948, y trabaja por el desarrollo de un Orden Social que garantice tales derechos.
La filosofía francmasónica supone, como toda filosofía, una actitud ante la vida, que obliga a observar una conducta en estrecha correspondencia con ella.
La masonería considera que la elevación ética, la emancipación y el progreso de los seres humanos y de los pueblos se consiguen a través de su ilustración por la ciencia, el valor del trabajo y la práctica de la virtud.
No reconoce la masonería, en la investigación de la verdad, ninguna autoridad superior a la razón humana. Considera que las ideas metafísicas son del dominio exclusivo de la apreciación individual, por lo que la Institución rehúsa hacer ninguna afirmación dogmática y, en consecuencia, no prohíbe ni impone ninguna convicción religiosa.
Proclama los principios de absoluta Libertad de Conciencia y Laicismo del Estado como medio para garantizar esa libertad, y permitir a todos los hombres la creencia en los dogmas, si así les place, o no creer en ninguno, si así lo prefieren.
La masonería admite diversos ritos y grados, siempre que dicha diversidad no altere los principios que profesa, los medios que adopta, ni el objeto que se propone.