La estrategia de cualquier organización política debe siempre adaptarse a los resultados prácticos obtenidos. En cualquier guerra la estrategia es uno de los factores claves del éxito o del fracaso. Y la política es sin dudas una guerra, aunque una guerra cuyas armas son las ideas. Para ganar son imprescindibles la crítica y la autocrítica, sin límites.
Las resultados de las recientes elecciones en Andalucía son claros: el bipartidismo está tocado, pero no muerto, ni siquiera herido de muerte, IU se ha hundido, Ciudadanos irrumpe con más fuerza de la esperada, el PP se hunde, pero sigue siendo la segunda opción más votada, el PSOE se mantiene como el partido hegemónico, y Podemos irrumpe con fuerza, pero con menos de la esperada. Los resultados en Andalucía no son totalmente extrapolables al resto de España, pero lo que está claro también es que Andalucía no es ajena a España. Creo que tanto en IU como en Podemos debe plantearse un debate urgente sobre sus respectivas estrategias. Urgente porque dentro de poco tenemos nuevas citas en las urnas. El tiempo juega en contra.
IU debe tener claro de una vez por todas que su estrategia de actuar como un mero apéndice del PSOE la condena a ser una fuerza testimonial, incluso la amenaza con desaparecer de las instituciones. No olvidemos que ya estuvo a punto de hacerlo en el pasado cuando aún no existía un Podemos. No puede ser que al mismo tiempo que se critica al bipartidismo, que se dice que el PP y el PSOE son lo mismo, se gobierne con uno de ellos. La lección de Andalucía es obvia. Y debe aplicarse para el resto de España. Penosa imagen da una organización que en una comunidad autónoma emplea una estrategia y en otra la contraria. Un partido debe tener cierta cohesión, respetando las peculiaridades locales, pero con ciertas líneas rojas que nadie puede traspasar. Una de esas líneas rojas es la estrategia general. No hablemos ya de las divisiones internas, del sectarismo, de las corruptelas, etc., que ha padecido IU desde hace demasiado tiempo. En mi humilde opinión, o IU espabila de una vez por todas o que sus mejores cuadros, que sus militantes más combativos, se integren en otra organización que sirva mejor a los intereses de las clases populares. Y esa organización es, ahora mismo, sin lugar a dudas, Podemos. Un partido político es un instrumento, un medio, y no un fin en sí mismo. Si dicho instrumento ya no vale habrá que proveerse de otro. Hay que ser sobre todo fieles a los principios, a los ciudadanos más necesitados, al proletariado, y no tanto a las organizaciones. No hay que caer en el "fetichismo de las organizaciones".
Lo verdaderamente importante es proveerse de ese instrumento político (ya sea un partido o una coalición de partidos) que sea capaz de concentrar los votos de las clases populares, de todos aquellos ciudadanos que reclaman verdaderos cambios. Porque como nos demuestra obstinadamente la realidad, la clave está en el voto. Las movilizaciones populares en las calles son imprescindibles, pero insuficientes. De poco sirve que incluso millones de personas se manifiesten en las calles si luego muchos más millones votan a los enemigos del pueblo. No importa el nombre que tenga dicho partido o frente, ni quien lo lidere. Siempre que se tenga la capacidad de arrastrar a las masas. Lo realmente importante es su programa y su metodología. Un programa que pivote alrededor de dos ejes centrales: rescate ciudadano y proceso constituyente, es decir, democracia real, regeneración democrática profunda. Una metodología que sea radicalmente democrática, que dé el protagonismo a la ciudadanía, a las bases, con la máxima transparencia. Para tener credibilidad ante el electorado hay que ser ejemplar, hay que practicar la coherencia. Teniendo en cuenta todo lo anterior, es obvio que en el momento presente es Podemos quien tiene mayores posibilidades de vertebrar la imprescindible unidad popular. Lo que no veo tan claro es si Podemos solo puede hacerlo.
La única explicación satisfactoria que podemos encontrar al "misterio" de que muchos ciudadanos, de las clases populares, sigan votando a sus verdugos, al PSOE, al PP, o a otros partidos que defienden básicamente lo mismo, ya sean viejos o nuevos (como Ciudadanos, el necesario recambio del sistema para que todo siga esencialmente igual), es la inconciencia o la falsa conciencia. La clave para cambiar el voto masivamente reside en la conciencia. Y para ello es ineludible tener en cuenta los prejuicios que tienen muchos ciudadanos. Prejuicios impregnados en sus mentes durante décadas de monopolio ideológico del sistema establecido, de las élites que controlan los transmisores de ideas en la sociedad, los grandes medios de comunicación, los creadores de opinión disfrazados de medios de información. No se puede combatir esos prejuicios sin tenerlos en cuenta. Uno de los factores del éxito de Podemos comparado con el fracaso de IU es la estrategia frente a esos prejuicios. Para combatirlos hay que prescindir de las banderas ideológicas tradicionales y centrarse en las ideas, prescindir de etiquetas y concentrarse en los contenidos. Por esto, entre otros motivos, Podemos en muy poco tiempo ha logrado mucho más que IU en tantos años. El éxito de Podemos es también consecuencia del fracaso de IU. Podemos ha llegado donde ha llegado por sus propias virtudes, pero también por los errores de la izquierda tradicional.
Ahora bien, los resultados de Podemos en las elecciones andaluzas, por debajo de las expectativas, invitan a la reflexión en el seno de dicha organización. Podemos ha tomado buena nota de muchos de los errores que IU ha cometido durante tantos años, pero no está exento de cometer también errores, nuevos o viejos, incluso de repetir algunos de los errores cometidos por la vieja izquierda. Y uno de esos posibles errores consiste en encerrarse en sí mismo, en no adaptarse rápida y continuamente a una realidad que cambia constantemente. Soy muy consciente de que todo esto que digo es fácil decirlo, es fácil hablar de cosas genéricas, lo complicado es traducirlas a lo concreto, lo difícil es pasar de las generalidades a los detalles. No digamos ya pasar de las palabras a los hechos. La realidad es muy compleja y sólo podemos aspirar a comprenderla en parte. Los datos objetivos pueden interpretarse de muchas maneras. En esa interpretación está la clave para readaptar la estrategia acertadamente o no.
A continuación voy a indicar lo que en mi modesta opinión (la cual, por supuesto, puede estar equivocada) son errores que debería corregir Podemos para que el cambio político sea finalmente posible en nuestro país, no se frustre:
1) Me parece un grave error afirmar tan alegre y contundentemente que el cambio es irreversible, que Podemos va a ganar las elecciones generales. El cambio no será real si no gana con suficiente mayoría un partido (o coalición de partidos) dispuesto a hacerlo. Incluso en el caso de una victoria abrumadora de Podemos éste tendrá muy difícil llevarlo a cabo. Tendrá mil y un obstáculos, a nivel nacional e internacional, necesitará un apoyo popular masivo y sostenido en las calles, requerirá una ciudadanía muy activa. Comprendo que hay que transmitir optimismo, que hay que combatir el derrotismo, pero nunca hay que caer en el triunfalismo o en la arrogancia. Además, ese tipo de afirmaciones incitan sin querer a la apatía. Si el cambio es inevitable para qué movilizarse, para qué votar, para qué esforzarse, puede pensar mucha gente. Creo que los portavoces de Podemos deben ser mucho más prudentes. La historia está llena de ejemplos que muestran claramente que nada es irreversible. Lo ocurrido en Andalucía demuestra sin paliativos que hay que ser más modestos. Lo cual no significa dejar de ser ambiciosos, hay que seguir aspirando a gobernar con una amplia mayoría. Este tropiezo andaluz puede ser una necesaria lección de humildad para Podemos (que estaba sufriendo el síndrome del crecimiento demasiado rápido). Pienso que es suficiente con transmitir la idea de que el cambio es muy posible, que está al alcance de nuestras manos, lo cual dependerá sobre todo de los ciudadanos.
2) Hay que plantearse seriamente la posibilidad de construir alianzas electorales con otras formaciones políticas (no sólo para las elecciones municipales), de abrirse no sólo a ciudadanos que actúen individualmente, sino también a otras organizaciones políticas y sociales. Por supuesto que no se trata de crear una sopa de siglas, de negociaciones entre líderes a espaldas de las bases, pero no puede descartarse que el voto se esté dividiendo entre formaciones cuyos programas son casi idénticos. Dispersión de votos que la ley electoral castiga implacablemente. Este tema hay que pensárselo muy bien pues las alianzas pueden ser un acicate o un obstáculo. Está claro, por un lado, véase lo que le ha ocurrido a IU, que un pacto con el PSOE (incluso mínimo, aunque sólo fuese para permitir su investidura en Andalucía) sería un suicidio político. Por otro lado, no está claro si coaligarse con IU puede ser beneficioso o no. Como ya indiqué en la unidad popular, yo reconozco que tengo muchas dudas, pero también creo que esto debe debatirse mucho más de lo que se ha hecho hasta ahora, dando también voz a las bases, a los ciudadanos en general. También pienso que no es muy acertado usar "marcas" distintas para las distintas elecciones, considero que dicho instrumento político que canalice la unidad popular debe tener un mismo nombre para todos los ámbitos geográficos. La proliferación de nombres puede despistar a la ciudadanía, no añadamos más confusión a la ya existente.
3) Hay que combatir con contundencia la amenaza que supone Ciudadanos para Podemos o el frente electoral que se constituya. Ese "nuevo" partido puede restarle muchos votos, como tal vez ya lo haya hecho en las elecciones andaluzas. La "operación Ciudadanos" puesta en marcha por el sistema para contrarrestar el "efecto Podemos" empieza a tener éxito. Hay que acorralar a los portavoces de Ciudadanos en público, intentar que se pronuncien sobre los temas en los que sabemos que no suponen una verdadera alternativa al sistema establecido, insistiendo en aquellas cuestiones en las que Podemos sí lo es frente a ellos, hay que desenmascarar ante la ciudadanía a esos falsos profetas. El sistema no lo hará por nosotros. Ciudadanos no va a sufrir el acoso mediático que ha padecido Podemos, todo lo contrario. Podemos debe hacerle ver a la gente el doble rasero empleado por la casta mediática. Expliquemos a la ciudadanía qué ha hecho Ciudadanos en el parlamento catalán, de qué lado ha votado, qué propone, hablemos de sus imputados, de la actitud de esos "periodistas" de la casta frente a ellos,... Nunca hay que perder de vista que mucha gente todavía está muy desinformada, sólo ve la televisión. Hay que combatir la operación Ciudadanos, puesta en marcha con el claro objetivo de que Podemos, por lo menos, deje de crecer. Hay que contraatacar. Nunca hay que subestimar al enemigo.
4) No se debe depender excesivamente de los viejos medios de propaganda, en posesión de nuestros enemigos. Por supuesto, nunca hay que desaprovechar las ocasiones de usarlos para nuestra causa. Grave error es no acudir a la televisión a debatir con nuestros enemigos para acudir a un mitin de unos pocos cientos de personas. Debe hacerse una labor continua de propaganda (pero diferente a la de nuestros enemigos, con propuestas muy concretas) tanto en las televisiones como en los barrios y en los pueblos (y no sólo durante las campañas electorales). Esto implica mucho trabajo. Para lo cual hay que distribuirlo todo lo posible. Hay que movilizar a las bases, éstas no deben limitarse a escuchar, a aplaudir, a vitorear, a dejarse convencer, también deben participar activamente en la concienciación de sus respectivos ámbitos sociales particulares (ver Los límites de Podemos). Los círculos Podemos pueden y deben desempeñar un papel primordial para contrarrestar la desinformación y para hacer llegar a la gente corriente que sólo se "informa" a través de la caja tonta lo que en verdad defendemos, lo que en verdad hacen y defienden nuestros enemigos. Si cada uno de nosotros es capaz de convencer a unos pocos y a su vez éstos siguen la labor de convencer a otros entonces sí será posible dar ese necesario salto para que se produzcan cambios políticos reales en nuestro país. Repito: no podemos permitirnos el lujo de jugar todo a una carta, carta que encima no controlamos, la controlan nuestros enemigos, debemos diversificar todo lo posible las formas de llegar a la gente, con medios tradicionales y nuevos, ajenos y propios.
5) Siempre hay que dar todas las explicaciones posibles y a tiempo. Grave error fue la tardanza de Juan Carlos Monedero para comparecer en rueda de prensa. Si aún no se dispone de los papeles necesarios para corroborar las afirmaciones, como mínimo, habrá que decir, cuantas veces sean precisas, que se va a dar explicaciones en breve, explicar las causas del retraso. Nunca hay que negarse a contestar a ningún periodista, ni siquiera a los más hostiles. La casta no se quedará de brazos cruzados y continuarán los ataques a Podemos a medida que se acerquen las citas electorales. Todo dependerá también de si dicha formación crece o se estanca. Cuanto más crezca más atacada será. Debemos estar preparados y saber cómo defendernos, además de contraatacar. Cualquier error que cometamos, por pequeño que sea, lo pagaremos muy caro, a diferencia de nuestros enemigos. Quien lucha contra el sistema establecido debe saber a qué atenerse.
6) Desconfiemos aún más de las encuestas. No dejemos que nos condicionen demasiado en nuestra ardua labor. Las verdaderas encuestas son las urnas. Las encuestas pueden jugarnos malas pasadas, tanto en un sentido como en otro. Tanto para hacernos creer que no tenemos nada que hacer porque no tenemos opciones como para hacernos creer que no hace falta hacer mucho porque tenemos el éxito garantizado. Trabajemos insistentemente sin depender de ellas, sin nunca perder de vista que el pueblo es voluble, que tan pronto puede apoyarnos como dejar de hacerlo. Y más, si cabe, en los tiempos tan convulsos que estamos viviendo. Quienes controlan los medios de comunicación, quienes controlan los resortes del Estado, saben perfectamente que la opinión pública es muy maleable.
No tenemos el éxito garantizado, no caigamos en la autocomplacencia, no nos acomodemos. Los tropiezos son una oportunidad para mejorar nuestra lucha, para reaccionar, para ser más eficientes. De nosotros depende. El cambio es posible, pero no irreversible. Pensar que es imparable es el peor error de todos, error que no podemos permitirnos, error que nos puede condenar al fracaso. ¡No nos fallemos! Claro que podemos ganar, pero siempre que no perdamos de vista que también podemos perder. La ilusión puede dar paso a la decepción.
26 de marzo de 2015
José López
Fuente: www.unidadcivicaporlarepublica.es
PD: José López es autor de los libros Rumbo a la democracia, Las falacias del capitalismo, La causa republicana, Manual de resistencia anticapitalista, Los errores de la izquierda,¿Reforma o Revolución? Democracia y El marxismo del siglo XXI así como de diversos artículos, publicados todos ellos en múltiples medios de la prensa alternativa y disponibles en su blog para su libre descarga y distribución.