Jules Paivio, arquitecto, profesor y último veterano del batallón canadiense Mackenzie-Papineau, de las Brigadas Internacionales, murió el pasado 4 de septiembre a los 97 años.
Creció al norte de Ontario, en el seno de una familia de padres finlandeses emigrados a Canadá que creían en la justicia, la libertad y una sociedad justa para todos. A sus 19 años Jules Paivio –como el doctor Norman Bethune, como otros más de 1.500 canadienses– marchó a España para unirse a la lucha contra el fascismo junto a los Mac-Paps y el pueblo español.
Llegó pronto a España, a finales de 1936, lo que le permitió participar en las batallas del Jarama y Brunete. Luego trabajó como topógrafo en la base de Albacete hasta que, en marzo de 1938, se unió de nuevo al batallón Mackenzie-Papineau. Fue el mes de las “retiradas”, es decir, de la ofensiva franquista de Aragón. Jules era el jefe de una sección de la 1ª compañía. El 1 de abril Paivio fue hecho prisionero por los Flechas Azules italianos. Ese día fueron capturados 15 canadienses más y el día anterior 100 británicos, entre ellos Frank Ryan y Bob Doyle. A punto estuvo Jules de perder la vida, pero el día anterior se había desprendido de la chaqueta con las enseñas de oficial y, posteriormente, los italianos pensaron en convertir a los prisioneros en moneda de cambio para sus propios prisioneros.
Jules fue encerrado el 7 de Abril en el campo de concentración de San Pedro de Cardeña, junto con otros 1.000 internacionales y varios miles más de prisioneros vascos, cántabros y asturianos. Allí padecieron las sevicias propias del aparato de terror nazi-fascista, con frecuentes visitas de la Gestapo. Bajo la influencia de ésta, el psiquiatra Vallejo-Nájera aprovechó la presencia de ese material humano para hacer estudios sobre el “gen rojo”; quería demostrar que el fanatismo marxista era una perversión de la naturaleza, más propio de los seres con inferioridad mental o tendencia a la psicopatía antisocial.
Paivio pudo superar la prueba y en enero de 1939 volvió a su país. Fue un triste regreso. Como “premio” por haberse anticipado a la lucha contra el fascismo el Gobierno encargó a la Policía Montada que vigilara a los voluntarios en España, cosa que hizo hasta hace muy pocos años. Todavía no se ha reconocido oficialmente su papel en Canadá. El Museo Nacional de Canadá no los menciona. Tan solo el esfuerzo de los veteranos, de sus amigos, y de alguna que otra autoridad -como la del Gobernador General Adrienne Clarkson- permitió levantar algunos monumentos a estos héroes como los existentes en Ottawa, Montreal, Victoria y en otros lugares.
75 años después Jules Paivio, con 94 años, solicitó la nacionalidad española, esa que Don Juan Negrín les había prometido en octubre de 1938 para cuando terminara la guerra... "He estado esperando para disfrutarlo", dijo. "España es ahora un país al que realmente quiero pertenecer". El 25 de enero de 2012 el Cónsul General de España en Toronto le entregó el pasaporte. Jules expresó su gratitud y su orgullo por la concesión de la nacionalidad: “Luché junto con el pueblo español contra Hitler, Mussolini y Franco”... Una lucha de la que no sólo él estaba orgulloso. Su padre, el poeta fino-canadiense Aku Paivio escribió un largo poema, To my son in Spain, en el que le alienta a destruir el fascismo, “ese envilecedor del pueblo”. He aquí algunos de sus versos:
El tiempo pasa, y en la espera
llegan noticias
de que superas obstáculos, pero
has llegado a tu destino - España.
Más noticias.
Tallos de la muerte, pero has sobrevivido.
Oigo que
con tus bravos compañeros
estás con honor haciendo lo que se debe hacer.
Jules Paivio, ¡vive por siempre!
Fuente: www.tercerainformación.es