Hay una guerra declarada en este país entre política y ciudadanía. Ya no es solo un distanciamiento, es un enfrentamiento. Ellos contra nosotros. Estamos en barricadas opuestas. Ellos disparando, nosotros parando los golpes. Los políticos son los profesionales peor valorados en todas las últimas encuestas. Y hace unos días leíamos que más de la mitad de los españoles (¡más de la mitad!) no sabe a quién votar. Hemos pasado de votar con la nariz tapada, a no poder soportar la pestilencia de las urnas. Hemos pasado de la desconfianza al rechazo.
Razones no nos faltan. Van a por nosotros. Ya no es solo que conspiren al margen de los ciudadanos para sacar tajada como habían hecho durante años, ahora además nos están machacando el hígado. Ya no actúan solo en beneficio propio y de los poderes a los que sirven, ahora además actúan en perjuicio nuestro.
Por qué ahora nos atacan, por qué no nos dejan en paz mientras trapichean por debajo, qué ha cambiado: que antes había de sobra para todos. Ahora por despilfarro y codicia tenemos las existencias justas y los que más tienen no quieren renunciar a su nivel de vida. Ahora aprovechan la debilidad de la mayoría para imponer la fuerza abrasiva de la minoría. Atacan para defender lo suyo, para defenderse, para evitar que les respondamos con un ataque.
Esta misma semana, un juez ha tenido que pararle los pies por segunda vez al gobierno madrileño del PP que quiere a toda costa privatizar la Sanidad. Ha tenido que venir un representante de la ley para evitar que otro se la salte para hacer un negocio millonario con nuestra salud y nuestras vidas, para evitar otro golpe brutal a nuestros derechos del que podríamos no recuperarnos.
Es incomprensible en un sistema que se llama democracia que los servidores públicos se hayan convertido en el enemigo del ciudadano, pero es evidente que le están dando tal paliza a esta democracia que la están dejando tiesa. Es incomprensible que siga sucediendo después de años de indignación, manifestaciones y mareas. Y sin embargo, no las escuchan. Se hacen los sordos. Casi todos ellos. Quieren que seamos una mayoría silenciosa.
Un ejemplo de esta semana: el presidente socialista de Andalucía tuvo que dejar su cargo porque era responsable político mientras en la Junta le robaban millones de euros a los parados andaluces. Ahora pende sobre él además una posible imputación. Pues hoy le han nombrado senador por Andalucía en el parlamento de su comunidad con los votos de PSOE y de IU. Se ha parapetado tras un cargo de aforado y tras un sueldo de senatorial.
Nosotros seguimos parapetados en nuestra barricada viendo asombrados cómo disparan a traición y se parapetan tras la barricada de la política. Casi todos los que están en primera línea del frente. Hay que parar esta guerra ya porque si sigue mucho tiempo las heridas serán irreparables. Los ciudadanos deben sumarse a las barricadas para pedirles que se rindan y entreguen la política que nos están robando. Pero sobre todo son los políticos que se tienen por honrados los que tienen que dejar de ocultar a los traidores tras una barricada y echarlos de la política. ¡Rompan filas! ¡A las barricadas!
Por Javier Gallego. Carne Cruda 2.0