Manifiesto Democracia, República

La profunda crisis que asola nuestro país, económica, política y social, está poniendo de manifiesto la falta de apego de nuestros dirigentes por los procedimientos democráticos. Cada día se hace más evidente la falta de control de la ciudadanía sobre procesos políticos que afectan de manera muy sustancial a sus vidas cotidianas. El modelo político por el que ha optado Europa promueve la independencia de poderes y procesos económicos respecto de los órganos políticos elegidos por la ciudadanía. 

La crisis está siendo aprovechada por la elite dirigente del país para promover profundos recortes en las políticas sociales, cargando de este modo los sacrificios sobre las espaldas de amplios sectores populares, sectores progresivamente empobrecidos, como muestran las escandalosas cifras de paro. La destrucción de la sanidad y la educación públicas o la precarización de las pensiones son objetivo de un gobierno que pretende privatizar dichos sectores a mayor beneficio de sus círculos más allegados. Todo ello hace saltar por los aires la cláusula Estado Social que consagra nuestra Constitución.

Contra estas políticas, en las que la corrupción crece como en un nicho natural, ha levantado su voz una buena parte de la ciudadanía, reclamando poder decidir sobre aquellas cuestiones que afectan a sus vidas. Nosotras y nosotros, como parte de esa ciudadanía, desde la Universidad pública, entendemos que el actual régimen político ha secuestrado, de nuevo, la democracia en nuestro país. Una ley electoral trucada, los sistemáticos incumplimientos de los programas electorales, la modificación de la Constitución para adecuarla a los intereses de la banca son algunos de los argumentos.

Este rapto de la voluntad popular, esta rapiña del patrimonio público, está siendo además aderezada por continuos escándalos de corrupción que podemos afirmar no son ya una anécdota sino una estructura siniestra de hacer y funcionar.

Y precisamente en ese secuestro de la democracia destaca de manera solemne la forma política de Estado, la Monarquía, incompatible con el más básico principio democrático. La monarquía es expresión de una inaceptable desigualdad entre la ciudadanía, de modos de transmisión del poder propios de sociedades medievales y se ha convertido en catalizador de un régimen antidemocrático y corrupto.

Aquí, desde la Universidad, en vísperas de la solemne apertura real del curso académico, rechazamos estar cobijados bajo la representación de un sistema corrupto y antidemocrático, asumiendo el clásico aforismo de Ortega: delenda est monarchia.

P3R-Por la 3ª República

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