Uno de los aspectos menos conocido de la breve experiencia de la República de Roma del año 1849, dentro de la oleada revolucionaria europea de 1848-1849, conocida como la “primavera de los pueblos” es su dimensión social, protagonizada en gran medida por Giuseppe Mazzini. La República romana no se puede comparar con la posterior Comuna de París, ya que no estaríamos hablando de una experiencia obrera de gobierno, pero no debe olvidarse la importancia de las reformas sociales que se intentaron implantar a favor del pueblo y de los campesinos romanos.
Giuseppe Mazzini |
La República romana estaba gobernada por un triunvirato en el que Mazzini tenía la posición predominante. La Historia le dio la oportunidad de poder gobernar, de poder poner en marcha sus ideas nacionalistas republicanas. Mazzini era consciente de las grandes dificultades para sacar adelante el nuevo Estado por las diferencias internas del movimiento y por los importantes enemigos exteriores, pero demostró grandeza de miras, lucidez y gran tolerancia. Se negó a amordazar a la prensa y a apresar a los contrincantes políticos. Mazzini encabezaba un proyecto revolucionario nacionalista democrático pero también social, que es lo que aquí nos interesa subrayar.
Mazzini no creía en la lucha de clases, sino en la lucha política del pueblo italiano para la construcción de Italia, de ahí que intentara organizar a los obreros en la Joven Italia para el objetivo que pretendía. La lucha de clases llevaría a la guerra civil. Por otro lado, este encuadramiento en la causa nacional evitaría que los obreros abrazaran la causa socialista. La lucha debía dirigirse, pues, contra los enemigos de Italia: el absolutismo borbónico en el sur, el dominio papal en el centro y la presencia austriaca en el norte. Eso no era obstáculo para que se construyese una Italia en la que se alcanzase la justicia social, pero siguiendo más los métodos de los utópicos, es decir, a través de la persuasión. Tampoco era nada radical en relación con la propiedad privada porque no creía que debía ser abolida, ni tocado el derecho de herencia. Eso sí, era partidario de las cooperativas de producción y consumo.
Si esta es la síntesis de su pensamiento social, las realizaciones prácticas de Mazzini se encaminaron a mejorar la vida de las clases populares romanas y del campo, los antiguos súbditos del papa. En primer lugar, se suprimió el impuesto sobre los granos que encarecía el precio del pan. Otros impuestos sobre productos básicos fueron disminuidos. Se posibilitó el acceso a la justica de los más menesterosos al bajar las tasas judiciales que se cobraban.
La asamblea revolucionaria se incautó de casas y tierras de la Iglesia. Las propiedades rurales fueron repartidas a favor de los campesinos más pobres en una suerte de reforma agraria.
En la ciudad se atacó el problema del paro estableciendo un programa de obras públicas. En las fábricas de armas se empleó a otro sector de los obreros en paro. Los que trabajaban para el nuevo Estado vieron una clara subida salarial. Todas estas medidas procuraron una elevación del nivel de vida de las clases populares.
Pero un régimen democrático y social como el que representaba la República romana no podía durar mucho, tanto por la presión interna de la burguesía, como de la exterior del papa, desposeído de su poder, y de las potencias europeas.
Eduardo Montagut