Las dictaduras originales empiezan con violencia, normalmente militar, a las que no suele ser ajena la práctica del genocidio. Suelen tener un período de instauración del terrorismo institucional. Si triunfa da lugar a un período de aparente tranquilidad - el de la vida de los aterrorizados súbditos - en el que todos hacen alarde de la tranquilidad y seguridad en la que se vive ignorando que es la tranquilidad de los cementerios en los que los no asesinados son espectros vivientes que no se atreven ni a desear ser libres. Las instituciones eternas: la iglesia, el ejército y la policía, son una especie de Santísima Trinidad que soportan todas las dictaduras. El Dios padre de ellas es el dinero.
Cuando la situación se vuelve insostenible se disfraza la violencia pura y dura del asesinato directo, el disidente que se suicida en las dependencias de policía cuando lo interrogan en el tercer piso para facilitar su “suicidio”, al fugado se le aplica la “ley de fugas” que legitima el asesinato institucional, al inmigrante ilegal se le maltrata en la frontera o allí a donde haya ido a dar con sus huesos entre cínicas mentiras del gobierno aunque los jueces se opongan, etc.
El disimulo es lo típico de las dictaduras monárquicas:¡la prohibición de elegir al Jefe del Estado revela que son dictaduras! Eleva al nivel de “arte fachoso” el cinismo de las declaraciones políticas: niegan las evidencias gráficas que han visto los ciudadanos cuya educación democrática es tan defectuosa que no provoca el levantamiento popular. Merecemos de los profesionales del periodismo no nos humillen asistiendo a “ruedas de prensa” sin derecho a preguntas o, todavía más humillante a “ruedas de prensa plasmáticas” que recuerdan el NODO de la época franquista. Son un cuarto poder vendido a la dictadura. Si los medios de comunicación no dieran esas falsas noticias en 24 h acabarían con esa mascarada; pero ninguno da el primer paso.
Hay algunos programas que denuncian este atropello a los derechos ciudadanos - la verdad es la primera víctima de todas las dictaduras - pero la mayoría lo son en clave de humor - nunca los despreciemos - cuando lo que necesita el país es que sean en clave de seriedad. Las dictaduras “inteligentes” practican el dicho “llámame perro, pero échame pan”; mientras su violencia se transforme en burla saben que la permanencia en el poder ilegítimo está servida y pueden abusar.
Pero el mal no descansa: toda dictadura tienen una Constitución; toda dictadura tiene un sistema judicial; toda dictadura tiene un Parlamento. Esta parafernalia permite engañar al ciudadano ignorante de sus derechos haciéndole creer que vive bajo una democracia cuando es súbdito de una dictadura monárquica. Son ilegítimas las leyes que permiten los desahucios de familias que si no pagan su deuda es porque no pueden; son ilegítimas las leyes que legitiman la malversación del dinero público de viviendas sociales para beneficio de “fondos buitres vinculados indirectamente a diversos poderes políticos”; son ilegítimas las leyes que privan de sus derechos fundamentales a los ciudadanos trabajadores; son ilegítimas las leyes con las que la policía atropella los derechos fundamentales en vez de protegerlos, ¡que les pagamos para eso!
¿Qué recurso tiene el ciudadano ante esta realidad dictatorial?: la república es la ALTERNATIVA democrática a la dictadura. Pero una república revolucionaria, cuyo fundamento sea la protección del trabajo como fuente de riqueza, la valoración del dinero como elemento instrumental de intercambio de la riqueza nacida del trabajo y donde la especulación financiera esté tipificada como el delito que es: el “derecho fundamental de los ladrones”.
Los ciudadanos demócratas - ¡ése es nuestro mérito! - somos pacíficos y respetuosos aun de las leyes injustas. Pacta sunt servanda, decían los romanos; y tenían razón. Los pactos están hechos para cumplirlos; pero sólo es pacto aquel que pacta libremente las partes. Sin libertad no hay pacto hay imposición y ésta no hay por qué cumplirla; de hecho hay que rechazarla.
El ladrón que fruto del abuso del más débil logró imponer sus condiciones sabía que corría el riesgo de que no las respetarían por abusivas. Por eso descontó su beneficio desde el primer momento. ¡Nunca perderá! Aunque no se respete su imposición ¡él ya cobró por anticipado!
El malvado es inteligente. Si quiere seguir expoliando a su pacífica víctima debe pactar otras condiciones: reducir la deuda y los intereses y aumentar los plazos. La alternativa es no cobrar más.
Ojalá sigan ese camino los griegos. Y luego nosotros. Los establos de estas dictaduras del FMI que gobiernan incluso en países nominalmente republicanos son como los del rey Augías ¡pura mierda! Para limpiar tanta como hay se necesita un Hércules que cambié el curso del rio - que cambie las leyes - y lo limpie todo para beneficio de los ciudadanos. No hay otra solución.
Alfonso J. Vázquez