En los últimos tiempos han surgido –y cada día surgen más-, organizaciones que propugnan la celebración de un referéndum sobre monarquía o república, mientras que en otros foros lo que se pide es un proceso constituyente, que en las actuales circunstancias políticas de crisis que suponen el más brutal ataque que sufre la ciudadanía española, cada vez toma más fuerza la exigencia de un proceso constituyente. Un proceso que puede hacerse a través de la utilización del mecanismo de la reforma total de la actual Constitución, lo que corresponde a las Cortes Generales; otro procedimiento es la convocatoria de una Asamblea Constituyente.
El primer procedimiento es algo impensable. Que los partidos mayoritarios, PP y PSOE, se planteen una reforma total del texto constitucional, es una auténtica quimera, ya que supone la modificación casi total de un orden político y social con el que se encuentran muy cómodos.
La otra vía, la convocatoria de una asamblea constituyente, elegida para ese cometido por los ciudadanos y ciudadanas españoles, no está exenta de dificultades, que van desde el ordenamiento constitucional que no prevé la posibilidad de convocar una asamblea constituyente, que no debemos interpretar esto como una prohibición.
Los republicanos, las fuerzas que propugnamos el proclamar más pronto que tarde la III República, no podemos rendirnos ante este constitucionalismo establecido. Puesto que todo mecanismo aunque no esté regulado constitucionalmente, pero que permita una mayor participación y una redefinición más democrática del actual modelo de constitución, no puede entenderse como contrario a la Constitución.
Así las cosas, sería más coherente con los principios democráticos, que los ciudadanos fuéramos convocados expresamente a elegir representantes para modificar la Carta Magna, permitiendo que se discutiera socialmente sobre las alternativas de regulación constitucional.
El principal obstáculo es la clase política dominante, que se sienten muy arropados con el orden establecido que les permite robar y extender la corrupción a todos los niveles, que les permite como ya hemos dicho más veces, retrotraernos a las cavernas del franquismo y del nacionalcatolicismo, una clase política desprestigiada, que como el PP o el PSOE, son meras empresas de gestionar, muchas veces, demasiadas veces, los fondos públicos en su propio beneficio. Esta clase política dominante, nunca va a permitir que se abra un proceso constituyente.
Para dar forma a todo esto, necesitamos articular una mayoría social que esté dispuesta con su voto a cambiar de clase política. Que sustituya en los órganos de poder público a una decrépita clase política por una nueva que tenga como norte la autentica representación de la voluntad popular. En definitiva, trabajar por el Poder Popular.
Un proceso constituyente permite que la ciudadanía se dé cuanta de que empiezan a surgir ideas de progreso, que haga ver que la angustia tiene un mecanismo o escape de ruptura.
Abrir un proceso constituyente requiere la movilización de las masas, de amplios sectores de la ciudadanía, encauzar ese descontentos generalizado, contra la explotación laboral –ya hay cerca de 10 millones de trabajadores/as que su salario apenas llega a los 600 €-, la precariedad laboral, los salvajes recortes en educación y sanidad, el abandono progresivo de la ley de dependencia, la ingente ayuda a la iglesia católica, luchar contra la corrupción, contra un rey impuesto por Franco que ignora a las víctimas de la dictadura, etc. etc.
Todos los atropellos más arriba indicados, están conectados por un poder que ejerce el PP con su mayoría absoluta, que lo convierte de hecho en un absolutismo total, y que la única solución a todas estas tropelías, es la III República.
Hace falta un referente republicano fuerte, que sepa encauzar a la ciudadanía, promover un proceso constituyente e ir desmontando el estado capitalista, abolir la monarquía e ir caminando hacia un estado republicano donde todas y todos seamos ciudadanas y ciudadanos libres y no súbditos.
Ese referente republicano, no puede ser otros que la UNIDAD CÍVICA POR LA REPÚBLICA.
Ángel Pasero es miembro de la dirección de Unidad Cívica por la República