¿Por qué será que cada vez que escuchamos hablar a los políticos afines al PP nos acordamos del franquismo?. No es un lapsus, ni un resquemor, sino que obedece a un ejercicio de agudeza democrática. A este tipo de paramnesia de reconocimiento, los franceses la denominan Déjà vu y se caracteriza por la sensación de experimentar un recuerdo que ya se ha vivido con anterioridad.
La herencia franquista de casi cuarenta años de golpismo y dictadura militar (1936-1975), no se acabó con la muerte del genocida Franco, como dice el refranero español “muerto el perro, no se acabó la rabia”. Los herederos ideológicos del franquismo salvaguardaron su obra y continuaron su legado, adaptándolo a un nuevo cambio político llamado Transición. No es que el PP defienda el franquismo, sino que forma parte de él.
Como delincuente que reconoce sus fechorías, pero que vuelve a reincidir en sus delitos, el PP tardó 27 años en condenar el franquismo en el Congreso; fue el 20 de noviembre de 2002; una iniciativa que se aproximó más a un“canto de sirenas” que a una verdadera declaración de intenciones.
El PP ha incumplido reiteradamente aquella promesa del año 2002, de condenar el golpe militar fascista del 18 de julio de 1936 y de honrar a todas las víctimas de la Guerra Civil. Lo primero que dijo Rajoy en 2011 cuando llegó a Presidente del Gobierno fue decir que “para la memoria histórica ni un duro”. Sin duda alguna, Rajoy se refería a la memoria de los 150.000 republicanos y republicanas asesinados y que yacen en fosas comunes y cunetas y que hacen que España sea el segundo país del mundo en desaparecidos tras Camboya.
A estas alturas, todos conocemos que la memoria de los franquistas caídos durante la guerra civil fue dignificada por los propios golpistas, recibiendo todo tipo de homenajes; sin embargo, durante los últimos años hemos visto diferentes homenajes dedicados a las víctimas de la persecución religiosa reconvertidos a mártires o hacia los franquistas que fueron a combatir en la División Azul junto a los ejércitos de Hitler y Mussolini.
El PP sigue honrando a los suyos, por ser herederos ideológicos del legado franquista, incluso el gobierno de Rajoy ha reconocido que financió la repatriación de los españoles de la División Azul; por el contrario, eluden financiar las exhumaciones de las fosas con víctimas del franquismo. De la misma forma, el Gobierno del PP no ha querido reconvertir el Valle de los Caídos en un lugar de memoria colectiva y se ha negado a retirar los restos del dictador Franco y los del falangista José Antonio Primo de Rivera.
En el ADN del PP está el vilipendiar la memoria de la Segunda República y quienes la defendieron. Son contrarios a ejecutar las resoluciones de la ONU que exigen a España dotar de medios necesarios para la exhumación de fosas comunes de las víctimas del franquismo. En este sentido, en el PP son conocedores de que cada fosa que se exhuma se recuperan las ideas por la que esas personas fueron asesinadas y que cada vez, son más los ciudadanos que se preguntan el porqué aquellos republicanos y republicanas tuvieron ese fatal desenlace. Se evita con ello crear una conciencia social colectiva que reivindique aquellas ideas. De la misma forma, se evita facilitar mecanismos necesarios para la investigación de los 300.000 niños robados durante el franquismo.
Como era lógico, al PP también le incomoda que desde Argentina haya personas que traten de llevar a juicio a los responsables del genocidio franquista; el condenarlas, supondría derogar la Ley de Amnistía de 1977 y podría ser un posterior trampolín para ilegalizar el franquismo, algo impensable mientras no haya un cambio de régimen. Precisamente evitar el cambio de régimen Monarquía/República, es la razón fundamental para que los partidos monárquicos eviten hablar de Procesos Constituyentes y prefieran hablar de reformas en la Constitución de 1978, el poder no debe cambiar de manos.
Luis Egea