No hay nada más incompatible y opuesto a los principios de libertad, fraternidad y legalidad que la monarquía, por mucha envoltura y verborrea que se aplique en hacernos creer lo contrario. Quien no lo quiera ver es que es un explotador real, o aspirante a ello o tan des-concienciado social que se siente realizado en su papel de vasallo. Papel opuesto al de ciudadano que arranca con la gran Revolución Francesa.
Aquí, en esta parte de Iberia, nos quedamos anclados en el pasado, nuestra burguesía nacional no tuvo valor para romper con el viejo orden, renunció al liberalismo, para mezclarse y emparentar con la aristocracia, para no molestar al Iglesia católica Romana, la fiel guardiana de las esencias más reaccionarias y conservadoras de la historia.
Hoy sólo hablamos de República los que ni nos sentamos ni nos sentimos representados por este Parlamento dominado por el tándem conservador.
Cuando pensamos y reclamamos nuestra República nos sentimos inclinados a pensar en una República Democrática (política, económica,social), Federal (en la participen todos los pueblos que quieran estar en Ella, sin imposiciones), Laica (escuela, libros e independencia frente a la intransigencia de las religiones) y Solidaria (no puede haber nadie que “muera” de abundancia mientras otros mueren de de pobreza, abandono e inseguridad).
Proponemos una República avanzada socialmente que no quiere decir necesariamente “socialista” al estilo de las que como un castillo de naipes sucumbieron a raíz de la caída de Berlín. Pero ¡estaría de más que reclamáramos una república aséptica (a la francesa actual), de libertades meramente formales!
Asistimos a partir del 15 M a una proliferación de movimientos y pre-partidos populistas que se presentan cual libertadores de “todos”, olvidando que una parte minoritaria de “ese todos” son los que hacen posible la explotación, la miseria, los recortes, la desesperación de los muchos. Son los nuevos “cantos de sirena” que los “Ulises errantes” se prestan a escuchar tras vueltas y vueltas, sin encontrar la verdadera ruta a la Libertad.
Y es que sólo la República nos puede garantizar tan amplios derechos y conquistas para los que hemos venido sufriendo tanta injusticia y desigualdad.
Salud y República
Salva Artacho