Se veía venir, el agotamiento del régimen del 78 ha acelerado la agenda política, el problema está planteado en carne viva, sin anestesia, a cara de perro y, a ello ha contribuido enormemente la actitud de la derecha y la lucha de la burguesía catalana y española por repartirse los despojos de la crisis económica.
La derecha históricamente sólo ha manejado una receta para la unidad de España, ha negado su pluralidad, ha negado el derecho a la autodeterminación y ha respondido con el sable y el centralismo más férreo.
Los generales golpistas en la II República justificaron su traición, entre otros, con el argumento de que preferían una España roja a una España rota, pero en realidad no la querían ni roja, ni republicana, ni democrática y, en eso mismo andan. No hay diálogo sobre el encanje de Cataluña en España, ni tampoco sobre la relación fiscal y económica de la Hacienda Autonómica con la Hacienda del Estado.
Hasta ahora, en los últimos 30 años, el diálogo político y los acuerdos económicos han funcionado por el entendimiento entre la burguesía catalana y la burguesía española que comparten el mismo modelo neoliberal.
La derecha nacionalista de Ciu ha dado estabilidad política y mayorías en el parlamento a los gobiernos del PSOE y del PP, de los partidos del régimen.
La corrupción de Pujol es un peaje de esa época, donde aún están por salir corrupciones de otros protagonistas de la "modélica" transición española que tiene un sobresaliente en corruptela al pasar del estraperlo franquista al robo con ingeniería financiera y terminales en paraísos fiscales.
El acelerón en la agenda se produce porque no salen las cuentas y en el marco institucional actual no saldrán nunca. Hay una letra del cante grande que dice: "Siempre que tiras la cuenta nunca te sale el total, porque esa cuenta no salía, ni te sale ni saldrá"
La población catalana ha ido tejiendo en la calle, con millones de personas, su derecho a decidir, situándose por delante de un gobierno y de un president Artur Más, que pretendía administrar su fuerza y gestionar a su ritmo, es decir, a su entera conveniencia. Lo bueno es que la ciudadanía se ha empoderado y muestra su autonomía marcando los tiempos políticos.
¿Cuántos Consejos de Estado y Tribunales Constitucionales compuestos por viejas glorias del régimen o cementerios de elefantes del bipartidismo harían falta para deslegitimar a millones de personas que recobran la conciencia de su soberanía plena?.
El Partido Popular, con la descalificación jurídica del proceso en Cataluña y las amenazas, se ha convertido en una fábrica de independentistas. Utilizar la maquinaria del Estado, huir del diálogo político, es suicida y conduce al choque de trenes.
Las urnas ya tienen fecha, podemos encontrarnos con un despliegue de urnas y, al mismo tiempo, con un despliegue de fuerzas militares y policiales en Cataluña. Que quede claro que no comparto un proyecto independentista para Cataluña, apuesto por un proyecto federal, pero en la base de todo está el derecho a decidir, donde las distintas posiciones son legítimas, sólo hay una que no lo es: el sablazo, el atropello, la fuerza y la violencia.
Todo indica que la desobediencia civil estará presente en los pueblos y ciudades de Cataluña. La gente no va a tolerar que le requisen de nuevo su mayoría de edad conquistada a golpe de diadas, tomando conciencia de que el futuro está en sus manos y no en los trapicheos que en las mesas de negociación hicieron en su nombre.
En el nuevo tiempo político, decidir es un derecho innegable sobre monarquía y república. Decidir sobre independencia u otros niveles de autogobierno. Decidir sobre la titularidad de los bienes y servicios comunes. Decidir, decidir, decidir construyendo una democracia participativa. Los viejos tiempos políticos de democracias representativas, o delegadas, la democracia que secuestra la voluntad de ciudadanas y ciudadanos, este cascarón de democracia que representa los intereses económicos y políticos del 1% de la sociedad, será sustituido por el 99% que somos las víctimas del saqueo y de las guerras. Articular ese 99% debería ser el reto de todas las izquierdas que en el mundo son.
La ciudadanía catalana sabe que sí se puede y, desde aquí, como demócratas, estamos con las urnas y no estaremos nunca con los sables.
Antonio Romero Ruíz
Ex parlamentario de IU, presidente de honor del PCA y Coordinador de
la Red de municipios por la Tercera República.