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La monarquía no sirve para nada

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El republicanismo como movimiento de ideas, implica un determinado comportamiento cívico y humano hacía la vida y las personas, valores que la monarquía carece desde su origen. Un rey o una reina desde que nace, lo hace con más derechos divinos y privilegios que el resto de personas mortales, con lo cual da origen a la desigualdad de clases: reyes, súbditos y ciudadanos. 

Desde los tiempos más remotos, la realeza siempre ha exigido su derecho divino a gobernar y someter la voluntad del pueblo. En este sentido la monarquía limita a las personas entre amos, nobles, burgueses, siervos, servidores y vasallos. Por el contrario, en la República no existen estas limitaciones, ya que todas las personas son consideradas como iguales, ante la ley y los derechos.

Hablando de leyes, los reyes sólo son responsables de sus actos ante ellos mismos y sólo deben responder por sus acciones ante Dios. Precisamente para evitar la acción de la justicia y vivir sin el riesgo de ser condenado por sus actos, los monarcas se blindan jurídicamente mediante las Constituciones. El rey de España Juan Carlos I, en esta línea, lo hizo en el artículo 56.3 de la Constitución Española de 1978, donde se advierte que "La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad". Posteriormente tras su abdicación en 2014, al perder su inviolabilidad el gobierno de la nación le hizo una Ley especial para proteger la figura del rey: el aforamiento exprés.

En este contexto, ya sabemos que los monarcas están por encima de los ciudadanos, tanto en poder, como en privilegios, como en derechos, incluso jurídicamente. La siguiente pregunta es sencilla: ¿Entonces para que sirve un rey?.

En consonancia con los tiempos que corren, podríamos decir que la monarquía es un anacronismo del pasado, una institución obsoleta, carente de utilidad pública y que genera desigualdades sociales, además de ser a todas luces antidemocrática, porque recordemos que los reyes nacen con ese privilegio hereditario y no se eligen en las urnas. Por otro lado,  la monarquía no nos sale gratis, ya que nos cuesta 561 millones de euros a todos los españoles y españolas, un dinero desorbitado y en la mayoría de las ocasiones opaco, ya que la corona no tiene que justificar sus gastos. Atendiendo a estos sencillos argumentos, podríamos afirmar que "la monarquía no sirve para nada".

En el caso de la realeza española, tiene además diversas peculiaridades de toda índole, basta recordar que la actual monarquía fue concebida bajo un régimen ilegal y golpista, ya que fue el dictador genocida Francisco Franco quien designó al príncipe Juan Carlos como su digno heredero y sucesor.

Por otro lado, cabría decir que las monarquías son ilegales a la luz del derecho constitucional y del derecho internacional. Atendiendo a la Declaración de los Derechos Humanos, que en su Artículo 1, dice: "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".  Según el Artículo 2, dice: "toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole u origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición".

Atendiendo a los dos artículos anteriores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la actual monarquía incumple estos artículos claves que garantizan la igualdad de la ciudadanía en derechos y el acceso a cargos públicos. En el caso de la realeza se nace con la Jefatura de Estado bajo el brazo. 

En el caso de España, basado en una monarquía parlamentaria, se dice que "el rey reina pero no gobierna". ¿Para qué lo necesitamos entonces?. Según el Artículo 56.1 de la Constitución Española dice: "El rey es el Jefe de Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales...". Según el Artículo 62.G: "Corresponde al Rey: el mando supremo de las Fuerzas armadas".

En cuando a sus competencias, el rey puede promulgar las Leyes, convocar y disolver las Cortes, convocar elecciones en los términos previstos en la Constitución, proponer el candidato a Presidente del Gobierno, incluso según el Artículo 63.3: "le corresponde, previa autorización de las Cortes Generales, declarar la guerra y hacer la paz".  

Bajo estos preceptos, el rey tiene atribuciones que competerían mejor a un Jefe de Estado elegido en democracia. Pero claro, aquí chocamos con el tópico de "Spain is different"(España es diferente). Lo hemos visto hace poco, cuando se le ha negado a la ciudadanía el derecho soberano de poder elegir el modelo de Estado. En nuestro país lo democrático es no poder elegir entre República y Monarquía, seguimos anclados en una institución heredada de la dictadura, ya lo dijo el genocida Franco: "queda atado y bien atado".

Merecemos una sociedad mejor, que dignifique y rescate a las personas antes que a los bancos. Para bien o para mal "la marca España"nos persigue. Cabe preguntarnos, si seremos capaces de construir un periodo de libertad y de progreso, SIN MONARQUÍA; que solvente los anacronismos político-religiosos heredados del franquismo; que regenere la democracia corrupta y devuelva la soberanía al pueblo; que cohesione un sociedad cada día más dividida y que genere ilusión, la ilusión necesaria para proyectar un espacio político al servicio del pueblo, más democrático y participativo: La REPÚBLICA.

Luis Egea




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