De nuevo un noble animal, un toro bravo, fue torturado hasta morir para regocijo de unos energúmenos salvajes que justifican su barbarie con el argumento de costumbre ancestral.
Elegido, era el nombre del toro de este año, fue perseguido, acorralado, alanceado, en definitiva torturado hasta morir y de nuevo, el energúmeno mayor de 2014, el que le produjo la cuchillada mortal, fue tratado como si fuera un héroe. Pero fue un héroe, sino simplemente un villano que goza vilmente con el sufrimiento de tan noble animal.
Nada justifica la tortura de un animal, sea el que sea, y mucho menos esos argumentos banales de que el toro de la Vega es una costumbre ancestral o que el animal no sufre. Las costumbres son tales hasta que dejan de serlo y si en algo ha evolucionado la humanidad es en ir dejando atrás todas esas costumbres bárbaras que chocan con los valores de una sociedad evoluciona como la del siglo XXI. Hoy, mantener esa bárbara costumbre es tan solo una vergüenza nacional y los que se empeñan en mantenerla, simplemente unos energúmenos que disfrutan con el sufrimiento animal.
Pero esto es posible porque los políticos que nos gobiernan no tienen una actitud firme de rechazo a esta barbarie. Unos el PP, porque en su mayoría están de acuerdo con esta salvajada y otros como el PSOE, porque mantienen una doble moral sobre este asunto. Una, la de la nueva dirección federal que con la boca pequeña la rechaza y otra, la del alcalde socialista de Tordesillas que la defiende porque valora mas el coste electoral que implicaría su rechazo que continuar permitido año tras año la barbaridad que representa el toro de la Vega.
Mientras no nos quitemos de encima esta bárbara costumbre, seguiremos siendo la España de la charanga y la pandereta.
Salud, República y Socialismo.