Pocos episodios tan significativos del reinado de Juan Carlos como el que protagonizó en 2007 en Marbella junto a su “entrañable amiga” Corinna. Aunque el visitante en suelo español era el príncipe Salman, hermano del fallecido rey Fahd y gobernador de Riad, el Jefe de Estado no tuvo reparos en desplazarse hasta su palacio en la localidad malagueña como si de otro súbdito suyo se tratara. Y el motivo, a su juicio, lo merecía: un “sablazo” de 110 millones de euros para el negocio de su yerno, Iñaki Urdangarin. Para liberarse mentalmente de la humillación y sobrellevar el mal trago, se hizo acompañar de Corinna, con quien disfrutó luego inolvidables veladas de vino y rosas. La historia la cuenta Diego Torres, socio de su yerno, en su libro “Urdangarin y la Copa América”, publicado con pseudónimo en Canadá, cuyo contenido reproducimos textualmente:
Juan Carlos intermedió en los negocios de su yerno, según numerosos testigos |
Y añade: “Lo que pocos sabían en ese momento es que alguien más estaba ayudando al rey a gestionar la relación con los saudíes. Nos referimos a Corinna zu Sayn-Wittgenstein, que en esos momentos estaba negociando con Arabia Saudí un importante contrato de venta de carros de combate. Además, el 19 de junio, un día después de la concesión del Toisón de Oro al rey Abdulá, Corinna participó en la presentación del Fondo Hispano-Saudí de Infraestructuras en el Palacio de El Pardo. Aunque sobre esto sólo podemos especular, todo apunta a que Corinna también fue clave en el logro de los 110 millones de euros de patrocinio para el proyecto de Urdangarin”.
Corinna con el príncipe Alwaleed |
La aparición de Corinna se introdujo con efectos perversos, pues la prensa rosa suplantó y camufló el interés de las investigaciones judiciales sobre Juan Carlos, según uno de los personajes que lo vivió: “Todo ello sólo tuvo el efecto de desviar la atención sobre el significado real de todos esos documentos. Tan sólo suscitó un cierto entusiasmo informativo la especulación acerca de la celebración de una reunión de Urdangarin, en el mismísimo palacio de La Zarzuela, con Francisco Camps y Rita Barberá, que finalmente quedó perfectamente acreditada. Sin embargo, distraídos por los enigmáticos comentarios de la princesa alemana, los medios prestaron escaso interés a las gestiones del rey con Francisco Camps en relación a Ayre, que ni Urdangarin podría negar ya que es él mismo quien lo había puesto por escrito. Así mismo casi pasaron desapercibidos los documentos que narraban las gestiones del rey con los presidentes de Iberostar y del BBVA”.
“En esta misma línea, parece que casi nadie se cuestionó cuál era ese tema tan importante y urgente relacionado con el rey que Urdangarin quería explicarle a Torres nada más acabar la recepción del Día de la Hispanidad. De ese modo las gestiones de don Juan Carlos y Corinna con ciertas casas reales de Oriente Medio pasaron totalmente desapercibidas, y se corrió un tupido velo sobre la consecución de 110 millones de euros de patrocinio y sobre la presidencia de honor del proyecto por parte del príncipe Felipe”, añade el socio de Urdangarin en tercera persona.
La “operación Copa América”, sin embargo, se torció. En manos de quienes la pilotaban no era de extrañar. Y no pudieron alzar el trofeo, seguramente por vender el colmillo del elefante antes de cazarlo. Así lo cuenta Torres: “Dada la magnitud de la operación y la importancia estratégica del patrocinador, Urdangarin solicitó, suponemos que siguiendo instrucciones del rey, la máxima discreción al respecto hasta que no se firmara la operación. El propio Perelló fue informado muy someramente, en espera de cerrar todos los flecos. Lamentablemente todo se torció, pero por motivos ajenos al proyecto Ayre. Elequipo Alinghi se enzarzó en una lucha legal con el BMW-Oracle que acabó con la celebración de la XXXIII edición de la copa en la ciudad de Valencia. Con la desaparición del evento el equipo Ayre carecía de sentido y el patrocinio logrado por el rey nunca se materializó”.
“Sin embargo, independientemente del final de la Copa América en suelo español, hay un hecho fundamental que no puede ser pasado por alto. Don Juan Carlos logró reunir 110 millones de euros en patrocinio para el proyecto en el que estaba involucrado Iñaki Urdangarin. Y lo hizo por iniciativa propia, con una proactividad que sorprendió incluso a los más allegados. Nada más lejos de la famosa declaración leída por el yerno del rey acerca de que la casa real ni conocía, ni autorizaba, ni avalaba las actividades económicas de Iñaki Urdangarin”, concluye Torres.
Fuente: Un Espía en el Congreso