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República sí, pero ¿qué República?

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En estos días en los que la abdicación de Juan Carlos de Borbón y Borbón ha alterado la vida política y ha reabierto el debate sobre el modelo de Estado, una parte de la ciudadanía se ha lanzado a la calle para reclamar el derecho de los españoles elegir sobre dicho modelo, sobre si el pueblo soberano quiere continuar con la Monarquía Parlamentaria o la proclamación de la III República. El debate está ahí, sin embargo, y en el caso improbable de que se produjera el «advenimiento de la República», ¿qué modelo de Estado republicano debería adoptar España? Esta pregunta es importante porque para plantear un cambio en el modelo estatal hay que saber desde un principio hacia dónde se quiere ir para que los ciudadanos tengan una idea de lo que se pide y no quedarse en la dicotomía de «rey o presidente». Quizá este sea el punto débil de quienes pedimos que se modifique la Jefatura del Estado, ya que dejar el debate en un mero cambio de figura sin saber cómo se ejecutará dicha modificación hace que la indecisión o la falta de proyecto concreto provoque una idea de continuismo con lo que hay respecto a lo que muchos españoles pensamos que es un derecho que se nos hurtó en aras del consenso y de la paz tras la muerte del dictador. No presentar un proyecto real de cómo se ha de implementar esa República hará que muchos ciudadanos se queden en la postura de «virgencita, virgencita, que me quede como estoy». Y mucho más con la situación de inestabilidad social originada por la crisis creada por las élites con el fin de abonar la imposición de las políticas neoliberales.

¿Qué modelo de República se plantea? ¿El de Alemania, donde el Presidente de la República tiene el mismo papel testimonial que el que puede tener la Monarquía española? ¿El de Francia, donde el Presidente tiene poderes ejecutivos? ¿El de Estados Unidos, donde tiene casi poderes absolutos? Modelos republicanos hay muchos y prácticamente cada país tiene un modelo propio. ¿Cuál es el adecuado para España? A continuación haré un repaso de algunos modelos y daré mi opinión sobre cuál sería el más óptimo para un país como España.

El Presidente de la República Federal de Alemania, Bundespräsident, tiene poderes prácticamente simbólicos y de representación política. No dispone de poder ejecutivo, poder que reside en el Bundestag, en el Bundesrat y en el Gobierno Federal. Es decir, que se trata de una figura muy similar a la que representa el actual Rey de España. Aunque dispone de algunos poderes políticos, éstos están muy limitados. Pondré un ejemplo: el Bundespräsident puede negarse a firmar una ley si tiene dudas de su constitucionalidad, sin embargo, tanto el Bundestag, como el Bundesrat, como el Gobierno Federal puede impugnar dicha decisión ante el Tribunal Constitucional. En caso de que éste reafirme la constitucionalidad de la ley, el Presidente se verá obligado a dimitir o a firmarla.

El Presidente de la Republica Francesa, a diferencia de la mayoría de los Jefes de Estado europeos, tiene bastantes poderes, a pesar de que el Primer Ministro y el Parlamento ostenten la gran mayoría de los poderes ejecutivo y legislativo. Quizá su competencia más importante es la de la elección del Primer Ministro (el Presidente del Gobierno). El Presidente de la República Francesa puede, entre otras cosas, disolver la Asamblea, promulgar leyes tras la aprobación del Parlamento (en los momentos de cohabitación, cuando el partido mayoritario en la Asamblea es distinto del que pertenece el Presidente, se pueden producir discrepancias, como las ocurridas durante la primera cohabitación, cuando François Mitterrand se negó a promulgarlas), puede vetar leyes para consultarlas al Tribunal Constitucional, preside todas las semanas el Consejo de Ministros y los Consejos Estratégicos, dispone de lo que en Francia se llama «Fuego Nuclear». Desde el año 2000 es elegido por sufragio universal.

El Presidente de la República Italiana tiene también un papel de representación sin apenas funciones ejecutivas. Es elegido por el Parlamento por un periodo de 7 años, cuando lo habitual oscila entre los 4 y los 5 años.

Estos son los modelos más importantes de Europa. Podría entrar a analizar al Presidente de los Estados Unidos como ejemplo de República presidencialista, pero tiene tanto poder acumulado y es, a mi modo de ver, un modelo no aplicable en Europa que no me detendré mucho en ello.

Hay que reclamar la República como el modelo de Estado más democrático, ya que la Monarquía, por mucho que sus defensores afirmen que fue legitimada en el Referéndum de 1978, no fue votada por los españoles, más bien fue metida con calzador junto con la legalización de los derechos civiles y ciudadanos de la Constitución. Los españoles votamos (yo no, tenía 4 añitos) el texto constitucional, no el modelo de Estado. Fue un «trágala» en toda regla. O monarquía o no hay Constitución. Era otra época, era otro momento histórico. El ruido de sables resonaba con cada nuevo avance hacia la democracia, los poderes fácticos del franquismo disponían de mucha influencia y podían tirar al traste todo el viaje hacia la democracia. Por eso se buscó la solución que no generara ningún enfrentamiento entre españoles: aceptar la voluntad de Franco en la Jefatura del Estado, no ponerla a discusión, no someterla a la votación de los españoles e incluirla dentro de la Constitución que todos los ciudadanos refrendaron en 1978. Los tiempos han cambiado y ha llegado el momento en que los españoles ejerzamos el derecho de elección de modelo de nación que queremos que se nos hurtara para favorecer la paz.

¿Qué modelo sería el más adecuado para España? Personalmente creo que el ideal sería el francés, esa bicefalia entre el Jefe del Estado y el Gobierno en un país cainita como el nuestro sería la solución para resolver las deficiencias democráticas actuales. En caso de haber cohabitación el propio Jefe del Estado sería quien controlara la acción de gobierno evitando los desmanes de una mayoría absoluta o de la imposición de una dictadura parlamentaria como la que está ejerciendo el Partido Popular en la actualidad. Dar poderes al Presidente de la futura República Española sería la profundización en el espíritu democrático y la reafirmación de la soberanía popular. Los otros modelos europeos sería un cambio de figura pero no afectaría a la vida política: el Presidente sería tan inútil como el actual monarca en lo referente a la vida política. Evidentemente, la elección de dicho Presidente sería por sufragio universal con una limitación de mandatos y no elegido por el Parlamento, como ocurre en Italia.

Sin embargo, el cambio de Jefatura de Estado también lleva a la modificación del modelo de Estado, sobre todo en lo concerniente a los modos de elección de los parlamentarios y a la política territorial. Evidentemente el cambio sería profundo y la apuesta debe ir orientada hacia el federalismo, pero ese es otro debate.


José Antonio Gómez Hernández 
Autor del libro 'Al Fondo a la Izquierda'



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