Finalmente, el pleno de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo ha desestimado el recurso de la Cadena Ser contra la sentencia del Tribunal Superior de Madrid. Mi despido fue improcedente y existía una relación laboral con la Cadena Ser. Ya no hay más recursos posibles y la cadena de radio del Grupo Prisa tendrá que cumplir la ley y resarcirme por los perjuicios causados. Tendrá que reconocerme los derechos que me correspondían y me corresponden.
Han sido casi tres años de lucha judicial desigual. La poderosa maquinaria legal de La Ser, encabezada por un catedrático de derecho Laboral, ha sido derrotada por Cruz Sánchez de Lara Sorzano. Una brillante y comprometida abogada que, con coraje, pericia y dedicación excepcional, le ha ganado el pulso a un costoso equipo jurídico, con la soledad acompañada de una valentía excepcional. Nada hubiera sido posible sin ella. Y desde aquí, mi agradecimiento emocionado a mi abogada y mi amiga que nunca estuvo dispuesta a tirar la toalla.
Pero la sentencia del Tribunal Supremo tiene unas consecuencia importantes para muchos compañeros periodistas. Incluidos los que me dieron la espalda y los que fueron a declarar en mi contra y a favor de la empresa.
La sentencia sienta jurisprudencia para las relaciones entre periodistas y empresas, sobre todo en lo relativo a la prestación de servicios continuos, prolongados y dependientes. Muchos periodistas, embuchados en empresas con falsos contratos de colaboración y con dependencia real de los medios, tienen ahora soporte de jurisprudencia para sus reclamos. No los podrán despedir sin las indemnizaciones correspondientes. No es petulante ni atrevido declarar que en ese sentido, la sentencia marca un hito y tiene carácter trascendente.
Escribo estas líneas sin el menor rencor. Con el orgullo de haber dedicado con lealtad y libertad diecisiete años de mi vida profesional a la Cadena Ser, donde fui tratado con respeto hasta el momento insólito de mi despido, realizado en una cafetería de Madrid, sin ninguna consideración ni explicación.
Guardo un recuerdo imborrable de Carlos Llamas, con quien inauguré la primera tertulia radiofónica después de muchos años que el Grupo Prisa comprara la emisora. Su vacío ha dejado un hueco que nadie ha sido capaz de llenar.
Mi recuerdo emocionado para algunos compañeros que ya no están entre nosotros, como Carlos Mendo, Félix Bayón y Rafael Del Águila. Y para los que todavía continúan en la radio. Para todos los trabajadores de la Cadena Ser, independientemente de cómo se portaron en mi despido. Gracias a La Ser por tantos años de felicidad profesional.
Y muchas gracias a quienes os habéis interesado por mi durante estos largos y duros tres años.
Para ver la sentencia completa: aquí