Como estaba previsto, este buen hombre (según él), este nefasto político (según la mayoría de ciudadanos de este arruinado país), este gallego de cara de cemento y modales prepotentes y chulescos, se ha enrocado en su propia desnudez, se ha "bunkerizado", se ha "numantinizado", se ha "saguntinizado", ha puesto su espalda contra la pared y sacado sus afilado sus uñas en dirección a sus adversarios... siguiendo la conocida máxima atribuida a su paisano D. Camilo (el del premio) que reza: "El que resiste, gana", y desoyendo la sensata recomendación recogida en el acerbo cultural español que pontifica: "Rectificar es de sabios" o la menos conocida por el gran público (y con toda seguridad, por él mismo) proveniente de la más pura ortodoxia de la Estrategia y Táctica militares que reza así: "Objetivo cercado, objetivo tomado", ha decidido aguantar la férrea ofensiva política y social que amenazaba con destruirlo en el corto plazo, esperando que el "general verano" y sus amiguetes europeos, con la reelegida señora Merkel a la cabeza, le echen una mano de cara a septiembre.
Craso error. Tremendo error que vamos a pagar todos y él en primer lugar porque, por muchas alharacas de sus incondicionales (apenas ya un diez por ciento de los ciudadanos si hacemos caso a recientes encuestas) otorgándole, en plan pelota parlamentaria, unos inexistentes laureles de vencedor en su buscado enfrentamiento personal con el "débil Rubalcaba", él es ya, por mucho pecho que saque y por muchas vergüenzas que oculte, un auténtico cadáver (político, se entiende, que yo no sé como tiene sus arterias y sus escasas neuronas este buen hombre que a día de hoy no elegirían para que gobernara este país ni su santa madre, si es que esta respetabilísima señora está todavía con nosotros) en espera de su definitivo enterramiento (repito, político), que puede llegar (y que llegará) lo más tardar a lo largo del próximo y sofocante otoño que nos espera.
Pero, en segundo lugar, y aunque todos los españoles al alimón enterremos a nuestro zombi y actual presidente del Gobierno, con nocturnidad y nada de alevosía, cuando llegue septiembre (no entiendo de todas formas el balón de oxígeno que el débil Rubalcaba y el batallador Cayo Lara le han dado a este espectro político que todavía medio controla los restos contaminados del PP, dejando para más adelante la moción de censura y la salida ciudadana a las calles) el daño, el tremendo daño a este país que él parece tanto temer y que carga preventivamente a sus adversarios políticos con más cara que espalda, ya estará hecho. Mal gobernados por un cadáver político más putrefacto que el de Berlusconi (con todos los respetos... para el italiano aunque sea más golfo), con unos meses por delante cruciales para nuestra enclenque economía de subsistencia, nuestra suerte como ciudadanos estará echada y la salida de la Crisis (Política y con mayúsculas) cada vez más lejana y difícil. Porque, como se rompa el débil consenso actual de la oposición (que puede romperse por injerencias extrañas), el superman político Rajoy siga queriendo pasar a la posteridad como los judíos de Massada, los ciudadanos (indignados y ex pacientes) decidan echarse de una vez al monte con el síndrome post vacacional (de unas vacaciones de medio pelo como las que ha sufrido en sus carnes este año el currito de los quinientos euros, no de los mil) en fase creciente, y el otro cadáver político del escenario directivo español, el regio cojo de Botsuana, siga dando traspiés por alfombras rojas y ante soldados vestidos de lagarterana... esto ya no habrá dios que lo arregle. Sin palos, por delante, se entiende. Y eso nadie lo quiere.
Amadeo Martínez Inglés