27 de febrero de 1939, hace 75 años. Los gobiernos de Gran Bretaña y de Francia reconocieron oficialmente al de Franco y Manuel Azaña, que había pasado ya a Francia tres semanas antes, dimitió como presidente de la República.
Manuel Azaña |
Y lo hizo dirigiendo una carta al presidente de las Cortes de la República, Diego Martínez Barrio, un documento histórico excepcional:
"El reconocimiento de un Gobierno legal en Burgos por parte de las potencias, singularmente Francia e Inglaterra, me priva de la representación jurídica internacional para hacer oír de los Gobiernos extranjeros, con la autoridad oficial de mi cargo, lo que no es solamente dictado mi conciencia de español, sino el anhelo profundo de la inmensa mayoría de nuestro pueblo. Desaparecido el apartado político del Estado, Parlamento, representaciones superiores de los partidos, etc., carezco, dentro y fuera de España, de los órganos de Consejo y de acción indispensables para la función presidencial de encauzar la actividad de gobierno en la forma que las circunstancias exigen con imperio. En condiciones tales, me es imposible conservar ni siguiera nominalmente mi cargo al que no renuncié el mismo día que salí de España porque esperaba ver aprovechado este lapso de tiempo en bien de la paz.
Pongo, pues, en manos de V.E., como presidente de las Cortes, mi dimisión de presidente de la República, a fin de que se digne darle la tramitación que sea procedente"
Era la última expresión de dignidad del político vencido, de quien buscaba, sin conseguirlo, "una paz en condiciones humanitarias, para ahorrar a los defensores del régimen y al país entero nuevos y estériles sacrificios"
Y frente a él, el vencedor, Franco, los militares, las autoridades civiles y la Iglesia católica con su "rendición sin condiciones", el aniquilamiento del régimen republicano y de sus partidarios.
Azaña murió en el exilio, el 3 de noviembre de 1940; Franco, en la cama de un hospital, cerca de su casita de El Pardo, 35 años después.
Julián Casanova Ruíz