Ucrania, una reflexión de urgencia.
Debemos decir que es necesario tomar posición en una situación como esta y que el silencio es complicidad
Ucrania pasa a ser el primer estado europeo donde los neonazis pasan a ser una fuerza decisiva y con poder en las calles; un nuevo estado con una estructura de poder de base controlado por unos neonazis que se consideran herederos de los cómplices voluntarios de los antiguos ocupantes alemanes: sin las secciones de asalto banderistas la revolución naranja ucraniana no hubiera triunfado; sin la corrupción brutal del gobierno de Kiev no hubiera sido posible. Caracterizar la naturaleza de los grupos banderistas va a ser algo más que necesario, pues más allá de los análisis simplificadores construidos en la Guerra Fría sobre la naturaleza del fascismo, la realidad que se presenta ante nosotros nos sitúa ante grupos nutridos de forma cuasi-análoga a las que dieron origen al NSDAP o a los Fasces de combatimento italianos, pues al igual que en ellos, tenemos excombatientes diversos, en un contexto de ruina social y política, de corrosión moral de los valores dominantes y su sustitución por los del grupo mafioso de iguales —los lobos de la misma camada que evocó Himmler en el funeral de Heydrich—, en los que la violencia, la ley del más fuerte y el odio al otro son el cemento principal. La resurrección en Ucrania del discurso y los valores «banderistas», encarnado en grupos que se autodefinen como nacionalistas ucranianos y pretenden ocupar no ya un lugar al sol, sino convertirse en un principio de organización social por abajo —no se olvide que nazis y fascistas proceden de «abajo» y proyectaban su odio hacia arriba y hacia los lados— nos transporta en pleno siglo XXI a una pesadilla que creíamos olvidada. Suponer que un gobierno populista y sometido al neoliberalismo dominante en la UE, tan corrupto como el anterior, va a combatir el neofascismo ucraniano es sencillamente absurdo; en el contexto de ruina moral, social y política de Ucrania, y en ausencia de oposición de izquierda organizada, el fascismo «banderista» va a demostrar su funcionalidad dentro de un esquema de explotación capitalista.
Triste destino el de Ucrania: el pueblo seguirá en la miseria, pero ahora, además de la corrupción en el poder —que ya la sufrían— se verán rehenes de verdaderos gángsters neonazis que llevaran el odio y la muerte a cada calle de cada ciudad.
En la UE no se se ha dudado en utilizar a esta gentuza y tratarlos como si fueran un partido o gente normal; el capitalismo europeo no ha tenido reparo en usar a la milicia ucraniana nazi; es algo inimaginable de puro horrible. Sorprende lo bien calculado de la operación. La coordinación con los Juegos de Sochi ha sido perfecta. La escalada del asalto al poder comenzó con la apertura y se consuma con el cierre de Sochi. Ha sido una tremenda demostración de poder del capitalismo occidental y de la extrema debilidad de Rusia.
En Bielorrusia, Lukachenko ha demostrado hoy mismo que es un hombre de estado y un tipo firme: ha dado un mensaje a las Fuerzas Armadas y al país para decir que ellos no van a ceder ante las agresiones y las provocaciones, lo ha hecho además en la fecha aniversario del ejercito rojo. Debo decir que Putin no ha estado a la altura del momento histórico. El embajador ha sido llamado a Moscú, pero las declaraciones de Laurov el ministro de exteriores parecen una broma, quejándose de que se habían roto los acuerdos previos.
El hecho cierto es que Ucrania ha caído bajo un nuevo régimen que se encuentra basado en una combinación aterradora de nazis y corruptos. Pobre pueblo ucraniano, de verdad, así lo siento… pobres, van a pasarlo peor si cabe… La declaración del secretario del PCU, dentro de una cierta dignidad, es muy floja no acaba de responder al desafio pues dice que no hay que caer en provocaciones —¡cuando están quemando sus sedes y persiguiendo a los militantes!— y confía en la labor de sus diputados…, se entiende lo difícil de la situación pero nada justifica la ausencia de firmeza y de alcance de sus propuestas.
La situación no afecta solamente a los ucranianos o a los rusos. El salto cualitativo es brutal con la entrada en acción de Secciones de Asalto en un país europeo y con gentuza nazi dándole la mano a dirigentes de la UE en medio de un festival antirruso y anticomunista.
Podemos decir con toda rotundidad que los fascismos son de nuevo «funcionales» en la Europa Capitalista. En Ucrania han sido la clave para derribar a un gobierno corrupto ante la incapacidad para los «naranjitos» por si solos. En otros países están ahí, cada vez más fuertes: en Grecia, en Italia, en Francia, en España. Son la escoria de siempre, pero con un poder creciente, y cuando la situación social se deteriore todavía más, cuando en Europa occidental estemos como están ya los ucranianos, viviendo de forma mísera, y que nadie dude que ese es el camino al que nos arrastran, las luchas populares de resistencia que pudiera haber serán también destrozadas desde abajo.
El papelón que está haciendo la izquierda occidental realmente existente es de impresión. Son más corruptos todavía que el Yanukovitch. El silencio de los partidos de izquierda es un clamor de su complicidad con el régimen vigente.
El «naranjismo» postmoderno, en su versión occidental, esto es, los 15M, sirven para, básicamente, acabar de destruir la capacidad de reorganización de la izquierda, no digo de los partidos cómplices al fin y al cabo con el tinglado, no, me refiero a que el software 15M lo que destruye es la capacidad de pensar en «izquierda» y rompe el hilo rojo de la memoria. Pero una vez sobrepasados ciertos limites de destrucción del tejido social y de los derechos, cuando la situación se haga insostenible y haya quienes salgan a la calle, en ese momento veremos de nuevo las Secciones de Asalto como en Ucrania. Por lo pronto ya hemos visto en España como la extrema derecha saluda incluso en la calle la «victoria» ucraniana.
Es por eso que me atrevo a decir que Putin tiene estos días que ganarse el sueldo. Debe actuar con la firmeza y la dignidad que la situación requiere. La UE no son sus «colegas», no son sus «socios», el que ahora todos sean «capitalistas» no cambia las cosas, Rusia es vista como un enemigo, como un cuerpo a saquear y su gente como ganado, esa es la cruda realidad. ya sabemos que no son de izquierda, que su responsabilidad histórica en la caída de la URSS es tremenda, imperdonable, pero…, ¿van a tragar con esto también? Si lo hacen están acabados, pero como pueblo. Por el contrario, si se mantuvieran firmes, para quienes en todo el mundo resisten sinceramente a esta extraña dictadura neoliberal, sería una importante noticia.
Es cierto que se han de esperar acontecimientos, pero los hechos de estos días son los que hablan por sí mismos, y nos hablan de derrota, de entreguismo, de silencio, de parálisis de los partidos comunistas allí y aquí, de una Rusia impotente y de una Ucrania embrutecida por la miseria y la corrupción que ha sido entregada a los chacales.
Pedro Alberto García Bilbao
Fuente: dedona.wordpress.com