Miranda guarda un importante legado de una de las etapas más siniestras de la historia nacional: la represión franquista. Durante una década (1937-47), la ciudad albergó uno de los campos de concentración del régimen, una instalación por la que pasaron decenas de miles de prisioneros y de la que aún se conservan algunos restos.
Aspecto de los restos del Campo de Concentración de Miranda |
Para asegurar el mantenimiento y realzar su valor testimonial, la Comisión Técnica de Expertos de la Memoria Histórica propuso en 2011 al Ministerio de Cultura la creación de un Centro de Interpretación en el lugar cuyo objetivo sería aportar un testimonio sobre este capítulo de la dictadura evitando que caiga en el olvido.
Para recabar más información un grupo de expertos se desplazó hasta Miranda. Su valoración fue positiva y se planteó la posibilidad de reconstruir parte del campo, colocar paneles explicativos, recopilar documentación gráfica e incluso elaborar maquetas para facilitar la comprensión histórica.
Sin embargo, dos años después, el proyecto ha quedado definitivamente abandonado sin que en todo este tiempo se hayan dado al menos los primeros pasos para la elaboración de una propuesta más detallada que permitiera su puesta en marcha.
La iniciativa, de la que el Ayuntamiento no ha vuelto a tener noticias, parece haber quedado olvidada en los cajones ministeriales ante el cambio político en el Gobierno y la falta de recursos económicos, por lo que una vez más, Miranda pierde una buena oportunidad de poner en valor su patrimonio histórico- cultural.
«Es una pena pero todo ha quedado en un simple paripé», asegura Luis Egea, presidente de la Asociación de Memoria Histórica de Miranda, quien entiende que la única alternativa relativamente viable a medio plazo, pasa por una propuesta menos ambiciosa y que dependa exclusivamente de la administración local, como sería la de dedicar para una exposición permanente sobre el campo de concentración una sala del futuro Museo de Miranda, aunque la realización de este proyecto también está en el aire por problemas de financiación.
Luis Egea |
El aspecto es desolador. Mientras que se busca una solución definitiva, que cada vez parece más lejana en el tiempo, los esfuerzos se centran en la conservación de los restos que fueron recuperados hace años.
Recientemente el Ayuntamiento ha renovado el contrato que mantiene con Adif por la cesión de los terrenos en los que se ubican los pocos vestigios que se mantienen en pie, como son la caseta del guardia, el lavadero y la base de una de las torres de vigilancia.
Sin embargo, la divulgación que se realiza del lugar, incluso a nivel local, es ínfima. No existen carteles que informen de su existencia, desconocida aún para muchos mirandeses, ni tampoco de cómo llegar. El acceso se realiza a través de un camino secundario, escondido en la pequeña franja que queda entre las vías y el complejo fabril que se levanta en la parcela que en su día ocupó el campo, y un panel con una breve reseña histórica es el único recuerdo «a cuantos estuvieron aquí presos por defender nuestra libertad», como reza el pequeño monolito levantado con motivo del 50 aniversario de la Guerra Civil.
Además, la lavandería y el muro han sufrido recientemente ataques vandálicos por lo que sus paredes, completamente pintadas, presentan un aspecto desolador poco acorde a la historia que encierran.
Tampoco el documental que elaboró la Asociación de Memoria Histórica, que incluía recreaciones virtuales y testimonios de prisioneros, ha tenido la difusión esperada por la falta de apoyo de las administraciones. Aún así, el colectivo espera poder reeditarlo próximamente, lo que al menos, aportaría un poco de luz a un capítulo oscuro que no se debería olvidar.
Raúl Canales
Fuente: www.diariodeburgos.com