La Infanta ha abandonado el juzgado a las 18.12 tras seis horas y media de declaración
La infanta Cristina se ha desvinculado totalmente de la gestión de la empresa Aizóon, de la que es propietaria al 50% con su marido, Iñaki Urdangarin, así como de la actividad del Instituto Nóos."Yo confiaba en mi marido", ha insistido. Durante las seis horas y media de declaración,la hija del Rey ha respondido con evasivas a la mayoría de las preguntas del juez José Castro y, sobre todo, ha rechazado aquellas que perjudicaran a su esposo. Sin embargo, sus abogados han asegurado que ha contestado de manera taxativa, que ha aclarado todos los extreos y que ha demostrado que "todo el mundo es igual ante la ley". El juez le ha mostrado 50 facturas, pero la Infanta ha alegado desconocerlas, ha guardado silencio o se ha escudado en su ignorancia en asuntos de contabilidad. En cualquier caso, ha negado que ella fuera "un escudo" para su marido frente a Hacienda.
Castro, que en todo momento la ha tratado de "señora", le ha recordado que ella era propietaria del 50% de Aizoon y que, por tanto, algo debía saber. "Mi marido me aconsejó tomar ese 50% y yo confiaba en su buen hacer", contestó doña Cristina. Según se desprende de medios judiciales tras el extenso interrogatorio, "la imputación de la Infanta es un asunto que no se resolverá de inmediato". Es decir, que hoy no se espera decisión alguna sobre si el juez continúa con la causa, en la que la hija del Rey está imputada por blanqueo de capitales y fraude fiscal, o levanta la imputación.
"El 95% de las respuestas de la Infanta están siendo no sé, no me consta, yo confiaba en mi marido".Doña Cristina, imputada por blanqueo de dinero y fraude fiscal, ha negado con estas palabras ante el juez José Castro todos los indicios delictivos contra ella, según ha asegurado Manuel Delgado, el abogado de la acusación Frente Cívico en un receso del interrogatorio tras dos horas y media de declaración. Durante esta declaración, que Castro pretende prolongar cinco horas, el juez ha preguntado a la hija menor del Rey sobre los negocios de su marido, Iñaki Urdangarin, y sobre su conocimiento de ellos y del entramado del caso Nóos. La Infanta, vestida con pantalón azul, chaqueta negra y botas negras bajas, se ha mostrado muy educada y durante toda su declaración ha estado bebiendo abundante agua ligera de la marca Bezoya.
"Se la ve aparentemente tranquila. Viene muy bien preparada", pero el juez está "preguntando con mucha exhaustividad y rigor. Está buscando la verdad dentro de las posibilidades que le permite el fiscal", ha añadido el letrado de la acusación antes de afirmar, en el segundo receso: "De 400 preguntas habrá respondido a 15".
"Ha sido una declaración muy ejemplar y tenemos que agradecer el comportamiento ejemplar del juez, el fiscal y las partes". Así se ha pronunciado el abogado de la Infanta, Miquel Roca, al salir del juzgado. "Ha habido de todo, lo que se pude decir una declaración muy leal", ha agregado, mientras que Jesús María Silva, también letrado de doña Cristina, ha defendido que "contestar sí o no no es hacerlo con evasivas, sino respuestas taxativa".
Castro ha preguntado a la Infanta por los gastos concretos de Nóos y Aizóon, puesto que la sociedad patrimonial de los duques asumió los pagos de una suscripción (511 euros) a la revista de moda La Redoute, de ropa deportiva comprada por teléfono a una tienda de Nueva York (156 euros), cajas de vino Baigorri (1.357), productos como berberechos, bacalao ahumado o muslitos de codorniz en Barcelona (204) y la serie completa de libros de Harry Potter. Ha reconocido que Aizoon se hizo cargo de un viaje a Rio de Janeiro.
Sobre las facturas, por ejemplo, la hija del Rey ha asegurado no recordar haber hecho un curso de salsa, como citaba la factura, pero sí que había hecho uno de flamenco, ante lo que el juez, cordobés, le contestó con humor: "Lo celebro". En lo que sí fue taxativa fue en negar que hubiera pagado en negro a los empleadosde Aizoon, tal y como han declarado algunos de ellos: "Es mentira", ha respondido. Doña Cristina ha asegurado que hasta hace muy poco no sabía que la primera planta del palacete de Pedrales figurase como la sede de Aizoon; lo que ha mantenido incluso cuando se le mostró el documento de autoalquiler de ese espacio. Ha agregado que no sabia qué facturaba la empresa a medias con su marido, porque de esto se encargaba con su marido. Por eso también dijo ignorar que dicha empresa había contratado al personal doméstico que atendía su propia casa.
Doña Cristina ha confirmado al juez que recibió del Rey un préstamo de 1,2 millones para la compra de la finca de Pedralbes y que ahora lo está devolviendo. De forma cordial y educada pero parca, la hija del Rey ha asegurado que ahora tiene más dificultades para devolverle el dinero. En lo que ha sido el momento más emotivo de su declaración, la infanta ha explicado: "Al final es mi padre", dijo ante la paciencia que el Rey estaba teniendo con esta devolución.
Manuel Delgado ha considerado durante el segundo receso que "la Infanta no es una más en la trama". "Es la causa. Sin ella no habría película. Sería absurdo", ha agregado. El grado de conocimiento del Rey sobre los negocios de Urdangarin, a su juicio, "ha sobrevolado el ambiente". "Queremos que se apliquen las mismas leyes tributarias a todos los españoles. Es una tomadura de pelo de alguien diga que no sabe quién paga sus facturas", ha lamentado al señalar a Urdangarin como "el cortafuegos".
La Infanta ha reconocido que estaba al corriente de que su padre le había pedido a su marido que abandonara el Instituto Nóos y sus actividades, a la vez que ha dicho que por supuesto que conocía al expresidente valenciano Francisco Camps y a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, pero en su calidad de miembro de la familia real y por el ejercicio de las obligaciones inherentes a esta posición.
Doña Cristina, que ha permanecido en el juzgado durante el segundo receso -dos escoltas han salido a comprarle la comida-, ha declarado en la sala ante cerca de 40 letrados durante aproximadamente seis horas y media. La Infanta ha abandonado el juzgado a las 18.12 en el mismo coche en el que había llegado poco antes de las diez de la mañana. Esta mañana también ha asegurado que sabía que su padre le había dicho a su marido que debía apartarse de los negocios de Nóos. Abogados presentes en la sala han mantenido que la Infanta ha negado todos los indicios contra ella, ha empleado respuestas evasivas y ha negado conocer los empleados y actividad Aizoon, la empresa que tenía al 50% con su esposo.
La hija menor del Rey ha decidido llegar en coche, diez minutos antes de la hora señalada, hasta la puerta del juzgado y eludir así el conocido como paseíllo. Con su abogado, Miquel Roca, y sus escoltas. Sin Urdangarin y sin ningún miembro de la Casa del Rey apoyándola. Así ha llegado hoy la infanta Cristina a su cita con la justicia imputada por los presuntos delitos de fraude fiscal y blanqueo. No ha hecho declaraciones, solo un escueto "buenos días" a la prensa, y no está previsto que las haga tampoco al salir.
Al contrario de lo que hizo su marido cuando vino a declarar como imputado en la misma causa, doña Cristina no ha querido renunciar al privilegio que le concedió, por seguridad, el juez decano, atendiendo a la recomendación de la policía de llegar en coche. Lo importante es lo que pase dentro, no fuera del juzgado. Llegar serena, le han repetido estos días sus abogados en las intensas jornadas de entrenamiento para el interrogatorio de hoy.
Pero inevitablemente, al bajar del coche, la infanta ha escuchado los pitidos de la manifestación antimonárquica convocada en una calle próxima.
Una vez dentro del juzgado, ha entregado su teléfono móvil -en la sala del interrogatorio están prohibidos- y ha pasado el arco de seguridad, donde la Infanta se ha convertido en Cristina, una ciudadana más ante la justicia. De frente, no obstante, tendrá el retrato de su padre, el Rey.
El propio juez Castro ya anticipaba en su auto de imputación del pasado 7 de enero muchas de las preguntas que le estará haciendo ahora, como cuál era la conexión entre una lujosa vajilla de 1.741 euros y la actividad profesional de Aizoon, que fue quien las abonó, o las clases de merengue y salsa a domicilio. "Se antoja harto difícil que pueda ser satisfactoriamente explicada", opinaba el magistrado, pero hay que darle a la Infanta "la posibilidad de hacerlo".
Doña Cristina ya tenía previsto alegar que era ajena a los tejemanejes de su marido y que nunca prestó atención a Aizoon. "Está muy tranquila", ha manifestado su abogado penalista, Jesús Silva, al entrar en el juzgado. "Esperemos que todo vaya bien", ha añadido. Por su parte, la abogada de la acusación Manos Limpias, ha criticado la "inédita" postura del fiscal y de la Agencia Tributaria y ha confiado en que finalmente, doña Cristina acceda a responder a sus preguntas.
Natalia Junquera
Fuente: www.elpais.com