Profesor universitario, tertuliano y presentador televisivo en defensa de las posiciones de la izquierda, Pablo Iglesias (Madrid, 1978) ha decidido pasar a la acción. Es uno de los promotores y el rostro más conocido de Podemos, una iniciativa política que pretende convertir la indignación ciudadana en cambio en las instituciones. En menos de un día logró en las redes sociales los 50.000 apoyos que fijó como suelo para lanzar un proyecto con la vista puesta en las elecciones europeas de mayo. Ahora, explica por toda España su forma de actuar y reúne ideas para elaborar un programa. Este viernes, en una visita rapidísima a Asturias, ha expuesto sus intenciones antes dos auditorios distintos en Oviedo y Gijón.
¿Cómo se presenta en esta serie de actos?
Me desplazo en la medida que me permiten el trabajo en la facultad y en La Tuerka, sobre todo los jueves y los viernes. Pero estamos impresionados con la respuesta de la gente. Queríamos conseguir 50.000 apoyos antes del 8 de febrero y los tuvimos en 24 horas. Ayer, en Zaragoza, había 700 personas en un acto montado para 200 y ahora en Gijón pinta parecido. Parece que hemos dado con una tecla importante. El guion preestablecido del bipartidismo, eso de que siempre ganen el PP o el PSOE, puede cambiar.
¿Cuál es su mensaje?
El sentido común. Lo que nos dice la gente, que está preocupada porque le roban la democracia. Vivimos un tiempo en que creerse y defender la Declaración Universal de los Derechos Humanos es revolucionario. Y ese es nuestro programa: decencia, democracia y derechos humanos. Yo soy de izquierdas, está claro, no lo oculto, pero creo que lo que decimos en Podemos lo comparte la mayor parte de la gente. Vemos que, con la excusa de la crisis, se gobierna a favor de los privilegiados a costa de los esfuerzos de la mayoría. Votar es muy importante, pero casi lo de menos en el planteamiento que trasladamos. La democracia es lo que hemos visto en Gamonal, en las actividades de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, en los barrios. Se está fraguando un correctivo a los partidos del régimen y queremos ser una corriente en eso.
Ya han empezado las críticas. Les reprochan que el sentido común no basta y que les falta organización y un programa articulado. ¿Cómo se defiende?
También lo dijeron del 15-M y de todas las mareas que, al final, han cambiado la agenda política de este país. Para que una protesta sea legítima, la clave es la gente. Todo nuestro proyecto, en realidad, depende de la gente. De su implicación se derivarán el dinero para financiarnos y la fuerza que tengamos. Además, hay otro giro. Los poderosos nunca van a temer a Podemos, pero sí a la gente. Y de eso se trata, de que el miedo cambie de bando, de que, para variar, lo empiecen a sentir los ricos y los poderosos.
¿Se lo ponen a huevo con la bajada del IVA para las obras de arte?
Qué escándalo. Solo se baja el IVA a los artículos que pueden permitirse los millonarios, que son los únicos beneficiarios de esa medida, mientras se mantiene, por ejemplo, el de la cultura. Pero así sucede con todo. Vamos a salir de la crisis con muchas más desigualdades económicas. Ya no nos supera ni Lituania dentro de la Unión Europea. Mientras la mayoría de la gente lo pasa mal, los multimillonarios han crecido en estos años.
Tocan unas elecciones europeas. ¿Qué defienden para Europa?
Sabemos que el Parlamento Europeo es una institución con muchos límites, donde los lobbies lo tienen muy fácil para actuar. Pero también es uno de los pocos espacios donde los ciudadanos pueden decir algo. Y nosotros iremos a rebelarnos contra quienes ven los países del Sur como una europeriferia, cargada de mano de obra barata, donde los vecinos ricos se vienen de vacaciones. La respuesta ha de ser una mayor soberanía y más democracia para construir una Europa distinta de esta. Estamos a favor de Europa, pero de otra Europa.
Las europeas son elecciones proclives a la protesta. Muchos partidos han conseguido resultados fulgurantes y escaños. ¿Se ve con un éxito así?
Salimos a ganar y a conseguir todos los escaños posibles. Para eso nos presentamos. Queremos que la campaña sirva para dar a conocer nuestro mensaje, además de intentar esa victoria. Pero sería mentir decir que tenemos la solución a todos los problemas ni podemos aspirar a representar a todos los movimientos. Nadie puede representarlos mejor que ellos mismos. Lo que sí nos gustaría es poder trabajar con compañeros de otros países con ideas similares a las nuestras.
¿Cuál sería su primera propuesta en Bruselas?
La situación de miseria social tiene que ver con la deuda. Ningún país ha salido nunca de una crisis con una carga como la que arrastra España. Tiene que haber una auditoría pública para saber qué partes de ella son legítimas y cuáles no, en la que los ciudadanos estén por delante de los tenedores privados. La gente ha tenido que aceptar recortes y descensos en la sanidad, en la cobertura del paro. Hay que abordar ya una reforma fiscal, la lucha contra el fraude fiscal, poner fin a ciertos privilegios. No es aceptable que quienes deciden congelar el salario mínimo en 645 euros cobren 7.000 y acudan a la sanidad privada, a dentistas privados, a colegios privados para sus hijos.
Raúl Álvarez
Fuente: www.asturias24.es