El 17 de julio pasado, se cumplían setenta y siete años, desde que comenzó la sublevación militar que dio origen a la Guerra de España. Fue en Melilla. Se ha dicho que allí el Golpe triunfó con facilidad. Pero fue la facilidad fruto de coger por sorpresa a las fuerzas leales a la República, y sin armas a los trabajadores y a las trabajadoras. En la misma noche del 17, los fascistas fusilaron ya a 189 personas entre civiles y militares fieles a la democracia. El 20 de julio, se abría un primer campo de concentración en Melilla. Ello puede dar idea, tal vez, de lo fácil que les fueron las cosas a los golpistas, y de cuánto apoyo popular tenían.
Lo cierto es, que entre el 17 y el 20 de julio de 1936, el Golpe de Estado, como tal, fracasó, merced a la resistencia de los soldados y policías que permanecieron dentro de la ley, y a las milicias ciudadanas que, organizadas por los partidos políticos y sindicatos, fueron armadas a partir del día 19 por orden del Gobierno de la República.
Miguel Pastrana |
Hacia finales de julio, los militares fascistas no habían conseguido sus principales objetivos. Alguno de sus jefes, incluso, tenía ya previsto el plan para escapar de España ante la previsible derrota. Como hoy ya sabemos y los historiadores, las historiadoras – tenemos hoy aquí a una de las mejores- han demostrado, fue la intervención, ese mismo mes de julio, de la Alemania nazi y la Italia de Mussolini, lo que –junto a la vulneración por parte de los gobiernos de entonces de Inglaterra y de Francia, de los derechos internacionales del Gobierno español- permitió a los Golpistas sostenerse. Esos dos mismos elementos –bloqueo inglés y francés a la República española, e intervención militar alemana e italiana contra ella- amplificados en los siguientes tres años, acabarían dando el triunfo a los mal llamados nacionales. Un triunfo que jamás habrían conseguido por sí mismos, en base a la Resistencia popular de julio de 1936. ¡Esa es la Verdad, esa es la Historia! Hoy las recordamos.
La Resistencia no fue en balde. Nos permite ganar el porvenir. Porque éste es, también, un acto de porvenir. Cuando alguien os pregunte sobre el apoyo a la República en nuestro país, un sólo dato dadle: 1936-1939. O como contestara un español moribundo en Rocroi, a los soldados de Luis XIV de Francia, preguntado sobre cuántos españoles lucharon: “contad los muertos, señor”, fue su respuesta. Eso también podríamos contestar nosotros, preguntados sobre cuántos republicanos: “contad los muertos”; los desaparecidos, los exiliados, los silenciados, los torturados… contadlos; contad el crimen.
Pero algunos, en algunos poderes, no quieren contar. Prefieren, está claro, otras cuentas.
Lo más importante de este acto, yo diría es la declaración anual de la Coordinadora para la Memoria Histórica y Democrática de Madrid. Pone cosas que muchos de vosotros, de vosotras, ya sabéis, pero es importante tener por escrito y recordar en todo momento. Porque, para desgracia de nuestro país, siguen sin cumplirse. Si yo tuviera que hacer una síntesis del documento, sería ésta:España –el Reino de España- es un estado en el cual se incumple sistemáticamente el derecho internacional en lo relativo a crímenes de lesa humanidad. Como lo son los crímenes franquistas. En otras palabras, y como bien señala la convocatoria de este acto, el franquismo –que no es otra cosa que la variante local del fascismo y del nazismo- sigue impune después de setenta y cuatro años del final de la Guerra de España. Esto –que es un hecho objetivo- es una aberración moral, jurídica, e histórica. Y algo –me detendré sobre ello un poco más adelante- que explica bastante de los males que sufre nuestro país actualmente. Por eso éste, repito, no es sólo un acto sobre el pasado, sino también sobre el presente y el futuro.
“España es diferente”, ¿recordáis? Fue un eslogan acuñado, de manera nada casual, por un ministro franquista de Información y Turismo. Alguien, por cierto, responsable de haber robado a este Ateneo de la libertad, decenas –probablemente centenares- de miles de euros en obras de arte. Alguien que firmó la última muerteoficial por la Guerra de España, la muerte de Julián Grimau. Digo oficial, porque –en mi opinión- las muertes posteriores –Puig Antich, los fusilados en 1975, los obreros de Vitoria y todas las víctimas de la llamadaTransición pacífica- son muertos de la Guerra de España; muertos por el mismo fascismo que la desencadenó. Y es uno de los padres –ese mismo ministro de Franco- de nuestra actual Constitución. Y de un partido de Gobierno actual. Véase cómo las piezas encajan…
“España es diferente”. Diríamos, que había que hacerla diferente con el crimen, y mantenerla –como se mantiene- diferente con la impunidad. Pues esa es la clave: la impunidad. Lo que estamos viendo actualmente do quiera miremos: cultura política del franquismo, cultura de la impunidad. A quien desee comprender mejor los tipos de cuentas que actualmente, a día de hoy, llenan las portadas de los periódicos, yo le recomendaría el visionado de “La escopeta nacional”, ya sabéis, aquella película de Berlanga sobre los buenos negocios entre empresarios y ministros franquistas. Ahí está todo, en mi opinión.
La impunidad del crimen económico –que es siempre un crimen social- cimentada, a su vez, en la impunidad del asesinato. Esa es la cadena fascistaque conduce desde el 17 de julio de 1936, hasta hoy.Hasta hoy. La Verdad, la Justicia y la Reparación para las víctimas del franquismo –y no hablo sólo de personas físicas- supone quebrar esa cadena de impunidad que, en diferentes terrenos, llega hasta hoy. Y supone quebrarla –desde luego- por todos sus eslabones. Repito: por todos sus eslabones.
A quien postergue esto para centrarse en lo inmediato, yo le diría que esto es cuanto va antes de lo inmediato, y sin lo cual no puede resolverse de forma verdadera. Si decimos que el precio de la barra de pan en la tienda de la esquina, y el derecho al puesto de trabajo, a la sanidad, la educación, la cultura… está todo relacionado -insoslayablemente relacionado- con el fin de la impunidad del franquismo y la restitución republicana, lo decimos con plena noción de causa; lo decimos tras un análisis –permitidme usar la palabra, por hallarnos precisamente aquí- científico.*
Los aquí presentes sabéis las dificultades que enfrentamos para mantener nuestra actividad, hemos debido –aún debemos- sortear muchos obstáculos. No siempre conseguimos estar donde nos gustaría, o como nos gustaría. Es –también- la dinámica de desvertebración social promovida desde algunos poderes que yo no dudo en calificar de inhumanos. Y en la inhumanidad radica precisamente el fascismo. Pero hoy estamos todos aquí, como mañana en Sol, y pasado donde sea preciso. No importa que no estemos siempre exactamente los mismos, porque –de alguna manera- estamos en todo. Quiero decir, que todo forma parte de lo mismo y es la misma batalla. E importa: cada persona, cada lugar, cada actividad… importan.
Me habréis oído decir alguna vez, pues lo creo de veras, que en estos actos –aquí, en Sol, en el Cementerio del Este; en donde quiera los hagamos- hay más personas, muchas más personas, de las que estamos físicamente en cada momento. Ello, con independencia de que se llene o no a rebosar el espacio. Pero vengo a señalar, que lo que se dice–y no sólo, como es obvio, desde un micrófono- lo que se piensa, lo que se siente, lo que se escribe y lo que se hace,trasciende. Va llegando antes o después a personas que no están en ese momento. Esta es, amigos y amigas, la base del que llaman mi optimismo inconmovible: una concepción de cómo funciona la comunicación entre las personas. Pero, modestamente, no lo creo sólo yo, o vosotros, vosotras, sino que lo creen también, lo saben, sobre todo, los grupos de interés inconfesable que tratan de impedir el triunfo de nuestra justa causa. ¡Esos saben bien que nuestros actos importan! Por ello no pierden ocasión de denigrarlos. Son los mismos que han ido a derribar el monumento a las Brigadas Internacionales en la Ciudad Universitaria. Saben que ese monolito –como este acto; como todos nuestros actos- está lanzando un mensaje. Un mensaje que, desde luego, no quieren que se oiga. Para que España siga siendo diferente; el Reino de la Impunidad. ¡Ah!, pero el mensaje se va oyendo. No pueden impedirlo. Se filtra. Como la luz, como la verdad. Pues eso es, precisamente.
Dicen que estos son actos de cuatro nostálgicos. Pero ya se evidencia que somos –siempre hemos sido- más, y asusta –a esos intereses innombrables, aunque tengan nombre- la vigencia de nuestro mensaje, su presente y futuro.
Dicen; han querido decir, en ocasiones, que a estos actos no vienen jóvenes. Pero yo, que desde luego no me pongo a buscar, afirmo que si hay un sólo joven –y hay más- ahí están todos lo jóvenes; lo están por el proceso de transmisión que antes he referido. Y la prueba –una de ellas- es la convocatoria que, desde la juventud, se ha hecho para este septiembre, coincidiendo justamente con la efeméride de los fusilamientos de 1975; la convocatoria –digo- que los jóvenes han hecho para la Plaza de Oriente, y que han llamado, no en vano, Jaque al Rey. Porque los jóvenes no olvidan que el Rey estaba en 1975 en ese balcón sangriento junto al dictador asesino; no olvidan que la Monarquía fue impuesta por Franco, y que esa Jefatura de Estado vitalicia y familiar, algo tiene que decir sobre lo que ha pasado, sobre lo que está pasando. Alguna responsabilidad tiene.
Eso lo saben los jóvenes, y por eso digo que están aquí. ¡Siempre han estado!
Verdad, que nosotros la sabemos, pero deseamos la sepan todos, todas, en las escuelas, y no sólo la lista de los reyes godos. Justicia, que para ser imparcial, debe ser Justicia primero; digna de tal nombre. Y Reparación,que es Restitución, es Regeneración, y es República.
Desde nuestra Primera y nuestra Segunda, ¡Viva nuestra Tercera!
Miguel Pastrana de Almeyda
Secretario Federal de Unidad Cívica por la República (UCR) y
presidente de la Agrupación Ateneísta “Juan Negrín”
* Palabras de Miguel Pastrana en el acto público anual, celebrado en el Ateneo de Madrid, el 17 de julio de 2013 y organizado por la Coordinadora para la Memoria Histórica y Democrática de Madrid, en Homenaje a los defensores y las defensoras de la República española en julio de 1936, y como denuncia de 74 años de impunidad del franquismo. En el acto intervinieron la historiadora Mirta Núñez Díaz Balart, Francisco Redondo, Maribel Alonso y la cantante Elisa Serna.