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La prensa silencia la noticia sobre el aborto de la mujer de Rajoy pero las redes sociales la apoyan con su audiencia

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La noticia proporcionada por el “Espía en el Congreso” acerca del aborto de Elvira Fernández Balboa, esposa del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha alcanzado ya un total de 156.000 visitas en esta web, la mayor parte de la cuales vinieron de la mano de las redes sociales, Facebook y Twitter sobre todo. La información, que viene avalada por 19 fuentes, cuatro de ellas periodistas que investigaron este oscuro asunto hasta donde pudieron o les dejaron, ha suscitado un amplio e interesante debate en España sobre la coherencia y moralidad de la clase política española. La duda de los ciudadanos que se expresan en los foros radica en saber si los políticos deben conciliar sus actuaciones privadas y sus decisiones y declaraciones públicas y si los contribuyentes deben tener acceso a esa información por la vía de la prensa independiente. Todo ello además en unos momentos en que la sociedad española ha recibido con estupor (415.000 visitas en Youtube) las escalofriantes imágenes de las mujeres que recibieron una brutal agresión de varios agentes policiales por defender el derecho al aborto en una manifestación pacífica celebrada en Madrid. No obstante, tanto la noticia como esta controversia han sido silenciadas por todos los medios de comunicación españoles, de papel y digitales.

¿Tienen derecho los ciudadanos a saber si la esposa de Rajoy abortó en un momento en el que el mismo Rajoy prepara una reforma restrictiva de la ley del aborto? “No, ninguno, es un asunto estrictamente privado”, alegan los defensores de la “vida privada” de los políticos. “Absolutamente todo el derecho a saber todo de quienes deciden vidas y haciendas de los demás”, reclaman los partidarios de la transparencia pública. De las miles de opiniones vertidas en las redes sobre este controvertido asunto, hemos elegido dos por su claridad y divergencia:

Paula Canal escribía en su Facebook: “Acabo de leer el artículo de la mujer de Rajoy…
 ¿Y esto de investigar y publicar si una mujer abortó, cómo y dónde? Este Gobierno se caracterizará por la doble moral, pero eso no justifica que se haga pública la vida privada de ninguna mujer. Mientras no se la financie con presupuestos públicos, que haga lo que le dé la gana. Lo de “nosotras parimos, nosotras decidimos” no lleva letra pequeña en la que diga: mientras no sea familia de un miembro del Gobierno. Esto en mi opinión, también es doble moral”.

Por el contrario, Manuela Sánchez exponía en los foros del “Espía en el Congreso”: “Mi criterio es que en España no se está acostumbrado a saber los detalles de la vida de los políticos porque realmente el voto aquí no sirve para derribar a un cargo. Las listas de los partidos deciden todo y esa moral recatada de que cada uno hace lo que quiera con su vida privada incluso la de un cargo público… pues con democracia no. Porque la clave, en la que creo que el artículo acierta, es que los cargos públicos han de tener un plus de decencia que la prensa tiene la función de hacer público. Así el votante, en esa democracia que no hay en España, tiene la información necesaria para saber a quién votar. Porque la decencia está en las personas, no en los partidos o en sociedades anónimas”.

El asunto es muy interesante y mide el distinto grado de moral que impera en las sociedades católicas del sur de Europa y en las sociedades protestantes anglosajonas del norte, aunque parece que la globalización está homologando criterios. ¿Por qué al entrar en Estados Unidos hay que firmar y jurar que no vas a matar al presidente del Gobierno? ¿Son tontas o ingenuas las autoridades de uno de los países más avanzados del mundo, si observamos su tasa de paro y de actividad económica?

No, más bien al contrario: lo único que se le pide al ciudadano que entra en el país es que jure y firme que no va a mentir. Ya se sabe que lo más probable es que no vaya a matar a nadie, pero es una advertencia para anunciarle que la mentira es la primera piedra de la corrupción. Se empieza mintiendo en aspectos -nimios o no- de la vida privada y luego esa gigantesca falsedad se instala en la vida pública.

¿Nos suena esto a los españoles? De ahí el extraordinario celo que pone la prensa anglosajona en investigar las vidas privadas de los políticos para que éstos sean modelo y escaparate de la ejemplaridad pública. Y al que se le sorprende en una trampa privada, por mínima que sea, se le destituye o dimite porque la presión ciudadana, mediática y política es feroz.

Lo dicho vale para todo: desde copiar una tesis doctoral (Pál Schmitt, Annette Schavan), mentir sobre sus relaciones privadas cuando hay pruebas de ello (Anthony Weiner, Michael Brown, o Michael Portillo a aprovecharse de favores para obtener descuentos en la compra de un coche. No digamos ser invitado a viajes de placer por un empresario (Ana Mato, José Manuel Soria), subvencionar, enchufar o contratar servicios a empresas donde trabajan familiares o amigos (eso es generalizado y endémico en todas las administraciones y municipios), abortar en privado o mantener relaciones homosexuales y censurar estas actitudes en público y legislar contra ellas.

O incluso alabar la monogamia como base de la ideología política y ser bígamo o infiel, como le ocurrió al director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), el ex general David Petraeus,quien presentó su renuncia al presidente Barack Obama por haber tenido una relación extramatrimonial y le fue aceptada. En la carta de renuncia, Petraeus señaló que ha estado casado durante 37 años y que el haber sido infiel a su esposa muestra un “criterio extremadamente pobre” y un “comportamiento inaceptable tanto como esposo como líder de una organización” de las características de la CIA.

La (escasa o nula) moralidad de la clase dirigente española es el origen primigenio de la gigantesca crisis social, económica y de valores que posee España, un país que siempre se caracterizó por la decencia y honra de sus ciudadanos, no hay más que echarle un vistazo a su historia o su cultura, si es que dejan algún profesor vivo que se interese por ella. Ha sido la actual clase política derivada de la transición la que ha pervertido esta ancestral creencia ibérica que llegaba hasta los conocidos y arraigados aforismos populares: “soy pobre, pero honrado”, “en mi hambre mando yo”, etc… De hecho, los grandes cambios y propuestas políticas en la Historia de España han venido siempre derivadas de grandes campañas de moralidad pública.

El asunto es tan interesante y los lectores de las redes sociales, que son la mayoría en Europa, la han premiado con tanta fidelidad y apoyo, que vamos a seguir avanzando por esta interesante senda y anunciamos que en los próximos días vamos a proporcionar noticias nuevas sobre la incoherencia entre la vida pública y privada deMariano Rajoy, Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, Juan Carlos de Borbón, Sofía de Grecia, Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarín, que nos han proporcionado periodistas y ciudadanos y estamos intentando documentar.

Y aprovechamos para denunciar que tras la persecución al juez Elpidio Silva y las continuas trabas al juez José Castro, ahora quieren presionar al juez Pablo Ruz por su instrucción del “caso Gurtel” y del “caso de la SGAE”, donde se dilapidaron hasta 40.000 euros en un prostíbulo de Madrid haciéndolos pasar como “gastos de catering”.

En lugar de reforzar su decisivo trabajo contra la corrupción con más medios y efectivos, se le exige ahora al magistrado Pablo Ruz lo que ya Elpidio Silva denunció en su día: un trabajo hercúleo, sin mácula alguna y una instrucción de cine que se convierta en un tratado jurídico universal. ¿Por qué tantas cautelas? Miren los nombres de quienes están en el banquillo y comprenderán por qué los políticos exigen a los jueces que ellos mismos han designado que presionen a sus compañeros de oficio para que amedrenten a los jueces que los investigan.

Así funciona esta Mafia. Mientras tanto, Gallardón continúa indultando sin cesar y Jaume Matas, Ortega Cano o José María del Nido siguen libres “a la espera” de si algún día la opinión pública baja la guardia para que el Consejo de Ministros les libre de la cárcel por sus crímenes, de los que seguramente alguno que se sienta todos los viernes en esa influyente mesa sea cómplice. ¿Entienden ahora por qué nuestro exagerado celo por vigilar la moralidad de nuestros políticos y exigir la división de poderes?






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