Iglesias reconoce un fuerte debate interno ante la alianza con IU y defiende su apuesta: "No puedes verte como el secretario general de una organización sino como alguien a quien eligieron secretario general para ganar las elecciones".
“Si nuestros telegram salieran a la luz serían una delicia no solo para los periodistas sino para los historiadores”. La frase, entre mala y pícara si se dice delante de dos redactores, la pronuncia Pablo Iglesias (Madrid, 1978) en su despacho del Congreso de los Diputados, donde recibe a eldiario.es dos días después de anunciar una alianza electoral con la Izquierda Unida de Alberto Garzón, a quien reconoce su “generosidad”, para las elecciones generales del 26 de junio.
Iglesias relata de forma pormenorizada cómo se fraguó el pacto y las resistencias tanto internas como externas que tuvo que superar cuando tomó la decisión de intentarlo. “Mi papel como secretario general no es interpretar lo que piensan los dirigentes de mi organización, que además estaban o terminaron estando de acuerdo todos, sino interpretar lo que piensa el país y lo que es bueno para él”, explica.
El secretario general de Podemos sigue fiel a los principios del cholismo y prefiere no anticipar qué pasará tras las elecciones. “A las puertas de una final no tiene sentido imaginar resultados”, asegura. Pero sí anticipa dos elementos cruciales. El primero, que el PSOE será decisivo a la hora de decidir quién gobierna. Iglesias defiende que el acuerdo con IU les acerca a este objetivo pese al rechazo de Pedro Sánchez a una alianza en el Senado y cree que si los socialistas optan por apoyar al PP “les aguardaría un futuro muy difícil”.
El segundo, que en función de los resultados del 26J se abrirán muchos debates sobre el futuro de Podemos como partido, el de la propia coalición con IU y con otras fuerzas estatales y regionales y el de él como propio líder del partido: “Ahí habrá que tomar una nueva decisión colectiva”.
¿Por qué ahora sí el acuerdo con Alberto Garzón?
En estos últimos meses se han producido una serie de cambios en el país, en la dinámica política, que hace que fundamentalmente se hable de la necesidad de hacer un Gobierno. Se han producido cambios en las organizaciones también. Hay un enorme consenso en la calle respecto a la necesidad de que haya un Gobierno progresista. Y hay una oportunidad histórica de ganar al PP con un programa que saque definitivamente a sus políticas de La Moncloa. Ante esa coyuntura tan especial que se ha creado en términos de segunda vuelta, creo que hemos estado los dos a la altura. Solo puedo tener palabras de agradecimiento hacia Alberto porque ha demostrado una gran generosidad.
¿Es un matrimonio de conveniencia?
Yo creo que no. El análisis político lo compartimos desde hace mucho tiempo. El verano pasado, cuando empezamos a hablar, compartíamos ya muchas claves, aunque la situación en ambas organizaciones era diferente. Con respecto a lo que hay que hacer por España, hay muchos elementos en común. Este tipo de encuentros siempre tienen dificultades, hay que esperar cómo vaya la campaña y el resultado final. Yo creo que tenemos muchas posibilidades de ganar. Lo dije hace tiempo: me veo construyendo un futuro con Alberto.
¿Un futuro de qué tipo?
Un futuro de Gobierno. Hay muchas posibilidades de que podamos liderar un Gobierno de coalición progresista. Para hacer eso hace falta feeling y un nivel de empatía amplio pero también ejes estratégicos y un proyecto.
Están en un estadio muy prematuro, pero ¿ese futuro pasa por mayor cooperación orgánica?
Hay cosas que prefiero hacer más que hablar. Los hechos y cómo se avance en determinados espacios van a ser más determinantes que lo que podamos establecer en términos teóricos. A mí me encantan esos espacios y trato de seguir manteniéndolos. Fort Apache [el programa de tertulia política que dirige y presenta en Hispan TV] es un espacio en el que seguimos encontrándonos para tener debates en el mismo tono en el que los teníamos hace tres o cuatro años. Eso está bien, pero ahora tenemos responsabilidades políticas y lo importante es hacer. Lo que ha ocurrido ahora es el resultado de lo que hemos venido haciendo en los últimos meses.
Precisamente en estos últimos meses pero también antes del 20D desde ambas organizaciones ha habido declaraciones agresivas, como lo del “pitufo gruñón” o la “salsa llena de estrellas rojas” por su lado y desde IU lo de “la nueva UCD” y calificar a Podemos de “pollo hormonado”. ¿Cómo se remonta esto en el discurso y entre las bases de cada uno?
Las asperezas no han sido pocas y yo asumo las que han venido por mi parte, pero al cicatrizar construyen una base sustentante de los acuerdos mucho más fuerte. Precisamente que nos hayamos hecho daño entre formaciones que tenemos muchas cosas en común, y creo que ha sido mutuo, nos ha hecho madurar respecto de la importancia de lo que estamos construyendo. Por eso vamos a ser enormemente cuidadosos a la hora de mimar lo que se ha conseguido, que tiene una traducción en términos de ilusión que no tiene precedentes en la historia de nuestro país.
De la futura alianza electoral se conocen ya muchos elementos: que va a ser una coalición o los puestos que tendrán IU y Equo, pero hay otros por descifrar. Se ha hablado por ejemplo de campañas separadas. ¿Cómo se hace eso? ¿Cuál será el papel de Alberto Garzón?
Todavía no hemos definido nada. Teníamos tan claro que había que llegar a este acuerdo, había un deadline, que el resto de cosas las pospusimos. Tenemos que hacerlo con suficiente inteligencia y los dos estamos de acuerdo en que hay que cuidar y respetar los espacios respectivos. ¿A Alberto y a mí se nos tiene que ver juntos? Yo creo que sí. Y también con otras figuras que son referentes de todo esto que estamos construyendo. Yo confiaría. El otro día lo de la Puerta del Sol lo improvisamos rápido. Cuando se lo propuse a Alberto enseguida me dijo “tío, lo veo”. Va a haber feeling para que las cosas que hagamos sean enormemente eficaces.
Sobre su papel, Alberto es la referencia de una organización que tiene muchas subculturas y él va a tener que responder ante ellas y los espacios que necesite, yo encantado de que los tenga, me parece bien.
Pero sí habrán hablado, aunque sea de forma aproximada, de cuál va a ser su papel en el Congreso, en el futuro grupo.
No hemos hablado mucho de eso pero ya te digo que tiene que ser muy importante. Reconozco la enorme generosidad por parte de Alberto de que una organización que no es la mía asuma que yo soy su candidato a la Presidencia del Gobierno, igual que con Compromís o con compañeros que se han juntado en Cataluña y Galicia. Cuando uno recibe una generosidad como esa, uno debe serlo también y esto tienen que tener una expresión parlamentaria a pesar de que son cuestiones que no hemos terminado de definir. No me preocupa demasiado, cuando hay feeling y empatía eso no va a ser un problema.
Algo ha tenido que pasar para que en dos o tres semanas Garzón haya aceptado ir de quinto por Madrid, Podemos decide que puede haber coalición electoral, una sopa de siglas, ellos firman el acuerdo antes de saber el papel de su candidato después y ustedes aceptan el logo en la papeleta. Han desaparecido todas las líneas rojas de repente.
Es verdad, Alberto y yo hemos tenido un papel clave y por parte de Podemos ha habido una serie de personas fundamentales. Irene Montero y Rafa Mayoral fueron los primeros a los que les encargué un sondeo y fue bien; tuve una conversación con Anguita y con Manolo Monereo que fue bien; después Carolina [Bescansa] y Nacho [Álvarez] han trabajado muy bien con Marga Ferré. Y luego Pablo Echenique y Juanma del Olmo, que se habla menos de él, han tenido un papel determinante entre bastidores para hacer que funcionara.
¿Y cómo se fraguó?
Hubo un momento hace un mes en el que lo empecé a pensar y a entender lo que habían significado estos meses de intento de Gobierno y a visualizar lo que podría significar que hubiera una segunda vuelta y la oportunidad histórica de ganar al PP a la vista de cómo se habían desarrollado los acontecimientos. Esto no fue sencillo e intenté salir de una lógica de partido. Hay algo mucho más importante que mi formación política y sus lógicas y debates internos. Hay un elemento de país y no puedes verte a ti mismo como el secretario general de una organización sino alguien a quien eligieron secretario general para una cosa muy precisa que era intentar ganar las elecciones. Y eso no se pude olvidar.
Implica que en un momento como este la audacia que ha caracterizado a Podemos tiene que operar y hay que intentar hacer algo que es incompatible con la lógica política de un partido pero es históricamente necesario. Y se lo conté más o menos así a Alberto y estaba de acuerdo en asumir un papel no tanto como líder de IU sino un papel histórico. Va más allá de las obligaciones como líderes de los partidos. Esto es lo que ha estado detrás de decidir que no hay líneas rojas y de todas esas cosas que orgánicamente podrían representar dificultades para los dos. Es mucho más importante lo que piense la gente que lo puedan pensar las organizaciones o algunos dirigentes de nuestra propia organización. Mi papel como secretario general no es interpretar lo que piensan los dirigentes de mi organización, que además estaban o terminaron estando de acuerdo todos, sino lo que piensa el país y lo que es bueno para él.
Igual que los últimos meses han acercado las posiciones entre Podemos e IU y eliminar algunos de esos muros que existían antes del 20D, ¿con el PSOE no ha sido al revés? ¿No es ahora más difícil que se entiendan con el PSOE de Pedro Sánchez?
Creo que no, a pesar de la aspereza de los tonos que nos dedican últimamente. Se ha demostrado que la posibilidad de un gobierno del PSOE sin Podemos pasa por el PP, se ha demostrado aritméticamente inviable. Solo hay dos opciones y el PSOE va a ser decisivo: o hay un Gobierno con el PP o con Podemos. Quiero pensar que por muy ásperos que puedan ser los adjetivos que nos dediquen ellos siempre van a preferir gobernar con nosotros o que gobernemos nosotros a que lo haga el PP. De no ser así entraríamos en una fase histórica completamente distinta y les aguardaría un futuro muy difícil. El acuerdo con IU nos sitúa en una posición más fácil para que el PSOE tome la mano que le estamos tendiendo.
Además hay experiencias que demuestran que si gobernamos, no será el caos. Ya gobernamos en Madrid, en Barcelona, en Cádiz, etcétera. Estamos llegando a acuerdos en comunidades y ganando prestigio en nuestra acción institucional. Esos elementos deben llevar al PSOE a entender que tiene que gobernar con nosotros. Creo que ganaremos las elecciones del 26 de junio pero en caso contrario se volverán a plantear las dos opciones, un Gobierno de Podemos o uno en el que esté el PP. Y durante la campaña va a tener que responder a la pregunta de con quién va a pactar. Y espero que dejen que gobernemos nosotros y no el PP.
Andrés Gil / Aitor Riveiro / Alejandro Navarro Bustamante | eldiario.es