El pasado 12 de diciembre murió el poeta Luis Alberto Quesada, uno de los últimos brigadistas argentinos que quedaba. Argentino de nacimiento, y madrileño de adopción, “el último hombre colectivo”, como le define el periodista César G. Calero en un extenso artículo publicado en la revista digital fronterad, hace dos años y medio y del que aquí nos hacemos eco.
Luis Alberto Quesada, hijo de españoles luchó en la guerra civil. A los 17 años fue comisario político en la defensa de la República. Luchó en el Frente Sur del Tajo, en la defensa de Madrid y en la Batalla del Segre. Luego cruzaría la frontera con Francia, pasó por los campos de concentración galos y le destinaron a luchar en la Línea Maginot, como fuerza de choque contra las primeras embestidas de las tropas nazis. Cuando se entera de que el capitán del regimiento francés les iban a entregar, él y un amigo escaparon en bici. Llega hasta Burdeos, allí conoce a su pareja y nace su primer hijo mientras él trabaja en la resistencia. Cuando vuelve a España, por una traición acaba en las cárceles franquistas, condenado a pena de muerte, que luego conmutan por cadena perpetua.
En 1945 llega a la cárcel de Burgos, donde conoce a Marcos Ana. Se las ingenia para sacar al poeta madrileño de la celda de aislamiento simulando que tiene tuberculosis. Los dos poetas se harían grandes amigos. Como Marcos Ana, Luis Arberto también escribe y juntos serían los promotores del grupo Aldaba y de la publicación de la revista clandestina del mismo nombre.
Finalmente, y gracias a su nacionalidad argentina, en 1959, a la edad ya de 40 años, Luis Alberto, junto a otros luchadores antifranquistas de origen argentino, se embarca hacia Buenos Aires, donde prosigue su labor política y cultural. Entre otras muchas cosas era lector habitual deMundo Obrero y se encargaba de sacar adelante la Organización para la Amnistía de los Presos Políticos de España y Portugal.
En un apasionante relato, César G. Galeno, detalla los episodios de su vida que le marcan esa personalidad entrañable, optimista, creativa, que escribía: “O creamos el hombre colectivo / o morirá el hombre verdadero / y morirá la vida / y morirá la ciencia”.
Fuente: MUNDO OBRERO
Extracto del artículo que se puede leer íntegro en: www.fronterad.com