Este fin de semana se ha celebrado en Bruselas la cumbre trimestral de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea. Amplia agenda: refugiados, terrorismo yihadista, sanciones a Rusia y las demandas de Reino Unido. David Cameron ha sido el protagonista, con su pretensión de eliminar derechos a los inmigrantes europeos, bajo amenaza de abandonar la UE. Los 27 están dispuestos a cambiar los Tratados de la Unión ante las demandas. Mientras, la política sobre los refugiados sigue a la espera y la situación humanitaria cada vez más crítica y desesperada.
La actualidad española nos remite a los resultados de las elecciones generales; quedan unas horas por conocerlos y todo parece que el panorama va a cambiar. Sobre ello y los posibles pactos de gobierno, tendremos tiempo para hablar. De momento sabemos que el día 13 de enero se abren las nuevas Cortes Generales, que deberían ser constituyentes, y que el rey abrirá consultas para designar candidato a la presidencia del gobierno. Señalado queda, pero no sigo. Comentemos la Cumbre de Cameron.
El primer ministro británico, se ha mostrado dispuesto «a pelear» para conseguir un buen acuerdo, sobre la entrada de inmigrantes europeos. Las propuestas de Londres están en torno a cuatro ejes: mercado único, la competitividad, la integración europea y la inmigración de los ciudadanos comunitarios. La condición para la continuidad de Reino Unido en la UE, pasa por delimitar durante cuatro años los beneficios sociales a los trabajadores procedentes de otros estados miembros, algo que se encontró con el rechazo del resto de socios, aunque no cerraron tal posibilidad. Londres pretende que los ciudadanos de otros países de la UE, deban vivir allí y pagar impuestos durante cuatro años, para poder optar a beneficios en el trabajo y sociales. Toda una apuesta por la discriminación y un ataque a la igualdad.
Sería impensable una Unión Europea sin británicos, pero una vez más sus demandas pueden sobrepasar lo razonable. Su exagerado sentido de la identidad, les lleva a exigencias y amenazas que calan en el resto de los líderes. Angela Merkel, avanzó que podría ser mediante un cambio en el Tratado de la Unión para acomodar sus exigencias. La decisión «solo se acometería en el futuro, aunque el compromiso de hacerlo tendría que darse ahora», salvaguardando los valores fundamentales de la Comunidad.
Todos han mostrado su deseo de que Reino Unido permanezca en la Unión, advirtiendo de los riesgos y consecuencias de la presión inglesa. Ante el tema estrella de la Cumbre, que ha quitado protagonismo a los refugiados, se han adoptado las conclusiones en un sólo párrafo, en el que consta que «trabajarán estrechamente juntos para buscar soluciones mutuamente satisfactorias en todas las cuatro áreas, en el Consejo Europeo del 18 y 19 de febrero». La indefinición elevada a conclusión. La cumbre debía estar dedicada a la crisis de los refugiados. Pero no estaban para defenderse.
El otro poderoso europeo a la zaga, François Hollande, sostuvo que «hay que encontrar modalidades políticas sin que sea necesario modificar las reglas institucionales o el tratado». Puedo, pero posiblemente no quiera, es su mensaje. Los dos nuevos primeros ministros de Grecia y Portugal coinciden. Alexis Tsipras, afirmó que no es el momento de salidas, sino «el momento de más cooperación». António Costa, consideró que «sería absolutamente inaceptable que trabajadores por ser extranjeros o por residir menos tiempo que, naturalmente, los nacionales, tengan un tratamiento discriminatorio». Están en a línea de la izquierda democrática europea, a la que España deberá sumarse.
Por su parte Mariano Rajoy, que ha aprovechado la ocasión para despedirse de sus colegas, ante el inminente desalojo de La Moncloa, abogó por la permanencia del Reino Unido en la UE y buscar «soluciones imaginativas» al problema que se plantea, que afectarían a la libre circulación de trabajadores. «Tendría que cambiarse el Tratado» dijo alineándose con Merkel. El asunto se abordará definitivamente en la cumbre de febrero. Conocemos el grado de imaginación que le echa Rajoy a la solución de los problemas, pero en esta ocasión nos salvamos. ¡En febrero no estará en la Cumbre!
Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE se comprometieron, a acordar la creación de un cuerpo europeo de guardia fronterizo antes de que finalice el próximo mes de julio, cuyos detalles deberán negociarse en los próximos meses. Según el texto de conclusiones, «el Consejo debería adoptar su posición sobre el cuerpo europeo de fronteras y costas bajo la Presidencia holandesa». Como vemos, la eficacia y efectividad que muestran estos líderes, clama justicia. Se reúnen para decidir que en la próxima reunión, deberán tomar decisiones, si procede y si es conveniente. Mientras los refugiados siguen a la espera de la toma de decisiones, si lo considera oportuno esta gente, muy alejados de la representación de la soberanía de cada nación y de la europea.
Los intereses de cada Estado y la ambición personal de los dirigentes, han hecho que surja el enfrentamiento del primer ministro italiano Matteo Renzi, con Merkel, por una ruta energética que perjudica a Italia e inquieta a los países del Este. Otros están al acecho, pero todos solidarios con cada uno. Con Rajoy, al no solicitar ayuda en la lucha contra el terrorismo yihadista, para no perjudicarle en la campaña de las generales; con Cameron, no cerrándose a sus pretensiones, ante la convocatoria del referéndum de permanencia. Hasta con el turco Erdoğan son condescendientes y le ofrecen avanzar en la adhesión de Turquía, tras acordar 3.000 millones de euros, para guardar la frontera y acoger a los refugiados que la UE no quiere ni ver. Bruselas amplía las sanciones a Rusia y da vía libre a Ucrania, Georgia y Kosovo para viajar sin visado por la UE
La propuesta de reformas de Cameron, ha quedado aplazada. El tema candente de los refugiados divide a los socios europeos y no se ha tratado prácticamente. La falta de acuerdo lleva al inmovilismo interesado, estando en juego la vida y el futuro de miles de personas. Una vergüenza más europea, que continuará los días 18 y 19 de febrero próximo, espero que con distintos actores, al menos por parte de España.
He sido y soy europeísta, por lo que Europa representa o ha representado. Una comunidad con más de quinientos millones de seres humanos con afanes y objetivos comunes en progreso, libertad y democracia solidaria. Las cosas no están como cuando España ingresó en 1986; entramos cuarenta años después de cuando deberíamos, por la triste dictadura sufrida. No están ni son las cosas como entonces. Los partidos de extrema derecha han aparecido con ánimo de quedarse. De España no se fueron. Los delitos y la violencia del odio campean a sus anchas, sin que parezca que nadie haga nada contra sus acciones. Si sigue su avance lo pagaremos caro; ya lo estamos pagando.
La UE afronta unos retos que requerirán una política decidida y con mayor grado de soberanía ciudadana. El desempleo y la inseguridad económica, ha dado lugar a una inestabilidad social, que ha generado hostilidad hacia la inmigración y los refugiados. El terrorismo yihadista ha provocado el aumento de la retórica populista y nacionalista. Hay que evitar la nueva brecha que se abre entre el Este supuestamente «xenófobo e insolidario» y el Oeste «altruista y solidario». Hay que combatir el auge de movimientos sociales y partidos nacionalistas de extrema derecha con tintes xenófobos que ayudan al incremento de la insolidaridad y racismo, contra la convivencia.
Sobre la crisis de demandantes de asilo y el refuerzo de fronteras exteriores, los países se mostraron divididos, en especial sobre la propuesta de la Comisión para crear un cuerpo europeo de guardias de fronteras, que Bruselas quiere poder enviar a los límites donde se constate que están mal protegidos por incapacidad o falta de voluntad del país en cuestión. El primer ministro de Bélgica, Charles Michel, citó dos prioridades: reforzar con actos y no solo con palabras, las fronteras exteriores y que Turquía cumpla con sus compromisos como reforzar su frontera con la UE, combatir juntos el tráfico de personas y mejorar las condiciones de acogida de los refugiados —que superan los dos millones de personas— para que no tengan la tentación de arriesgar su vida.
Europa ha celebrado siete cumbres sobre refugiados, pero sigue sin dar una solución a la crisis. De los llegados a Italia y Greca, solo se han reubicado a 184 (12 España) de los 160.000 comprometidos. En esta Cumbre, los líderes han vuelto a decepcionar. Lo único que han pactado ha sido seguir negociando la propuesta de una policía común que vigile las fronteras exteriores de la Unión, algo muy criticado por las ONG. «Una policía de frontera es para vigilar la frontera pero un refugiado no necesita ser vigilado, lo que necesita es pasar y ser acogido de acuerdo con el Tratado de Ginebra». Según Amnistía Internacional, las autoridades turcas han comenzado a encerrar a refugiados en centros de detención y a obligarles a regresar a zonas de conflicto. AI pide que la UE suspenda los acuerdos con Turquía hasta que se aclare este asunto. De lo contrario, Europa sería cómplice de violaciones de derechos humanos.
La solución no pasa por limitar la libre circulación, alegando luchar contra el terrorismo. Los inmigrantes y refugiados no son criminales, son ciudadanos necesitados, que buscan ayuda humanitaria o trabajo para vivir dignamente. La ciudadanía nunca es presuntamente delincuente. Hay que ejercer control de las fronteras exteriores, junto con un sistema de asilo que permita repartir a los refugiados entre los 28 Estados Miembros y continuar con los acuerdos de ayuda económica, para mejorar la situación en los países de origen y d acogida de refugiados.
Como en otras ocasiones no se llegó a adoptar ninguna decisión ejecutiva, sino que la trasladaron a la siguiente Cumbre en febrero. El trabajo se les acumula. Mucho trabajo pendiente y el pesimismo de que la UE tiene dudas sobre su propia existencia. La UE acaba el año dividida por las demandas de Cameron. Tampoco hubo acuerdo sobre la crisis de los refugiados, los grandes olvidados.
Víctor Arrogante
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