Cuentan que ayer el candidato de Izquierda Unida (IU/Unidad Popular) a la Presidencia del Gobierno desbordó el aforo del teatro La Latina y que al mitin pronunciando en el recinto hubo de añadir otro en el exterior, acogido con similar entusiasmo. Los periódicos hablan de hasta dos mil asistentes dentro y fuera, algo que sin duda refleja el apoyo con el que cuenta en Madrid el más joven candidato a La Moncloa, antidemocráticamente ninguneado por los medios de comunicación.
También se nos dice, en la misma crónica, que algo tan fundamental como está siendo la emoción en los mítines de Podemos y el recurso a los sentimientos para conmover las conciencias, se hizo notar ayer en la convocatoria de IU/Unidad Popular. No se aprecia hasta ahora esa misma longitud de onda emocional en los eventos de los demás partidos. Tampoco era de creer que, en un país tan resentido por la corrupción política durante tantos años y tan frustrado por las promesas incumplidas de los partidos gobernantes, hubiera esos depósitos de emotividad capaces de desbordarse ante el discurso de determinados y jóvenes líderes políticos.
Pero así está siendo, y hay que felicitarse por el rejuvenecimiento vital que eso comporta para la salud democrática de un país. Tanto el pasado domingo en Madrid, cuando Pablo Iglesias abrazó a su maestro Manuel Monereo -exdirigente de Izquierda Unida-, como ayer Alberto Garzón al abrazar a Josefina, viuda de Marcelino Camacho, la ciudadanía congregada en uno y otro mitin pudo percibir y sentir hasta qué punto los vínculos entre el ayer combativo de las anteriores generaciones y el hoy no menos luchador de las que las siguen son fundamentales para persistir en ese empeño.
Ante esas imágenes sólo me cabe recordar las últimas declaraciones de Julio Anguita, que como sabemos no volverá a hablar hasta el 21-D para que no se tergiversen sus palabras o las lancen como proyectiles los unos contra los otros. Dijo don Julio que Podemos quizá sea el “ariete” que puede romper el bipartidismo, un juicio -advierte- del que no se puede sacar la conclusión de que Anguita sea partidario del partido que lidera Pablo Iglesias. Sí defiende a capa y espada el esfuerzo que está haciendo Garzón desde que se postuló como candidato a la Presidencia del Gobierno, destacando la tarea “titánica” que ha emprendido para mantener a flote a IU tras la irrupción de Podemos, defendiendo “con gran aplomo y rigor” los valores de IU. Pero Garzón no es el “salvador” de nada ni de nadie, señala, y son las bases las que deben tomar “conciencia” de la situación, sostiene Anguuta en un amago de crítica que deja en el aire.
En el aire también quedaron esos dos abrazos entre Pablo Iglesias y Monereo y Alberto Garzón y Josefina, cuya repercusión emotiva debería incidir en un proyecto común, porque como dijo Manuel Monereo en uno de sus siempre lúcidos artículos la unidad electoral no es la única posible. "Unidad de acción, acuerdos programáticos e iniciativas comunes podían ser posibles sin necesidad de haber ido juntos en una misma plancha electoral".
Félix Población, periodista.
Fuente: http://www.diariodelaire.com