"Nos fuimos de España porque allí no teníamos futuro, ahora tampoco podemos decidir sobre el de nuestro país". Así se siente Sergio Núñez al saber que no podrá votar en las próximas elecciones generales. Nacido en Madrid, se marchó a Edimburgo hace ya unos años cuando vio que, acabada la carrera, no tenía ninguna oportunidad laboral dentro de nuestras fronteras. Como él, casi dos millones de españoles en todo el mundo se "abstendrán" de votar el próximo 20 de diciembre. La gran mayoría de manera forzosa.
Desde el 2011 los emigrantes españoles que quieran votar deben de enfrentarse al voto rogado, un mecanismo legal introducido en la reforma de la Ley Electoral que obliga a los residentes en el extranjero a pedir el voto en cada cita electoral. Un mecanismo creado para desalentar a los emigrantes y que ha reducido drásticamente la participación de los expatriados en la vida democrática del país. A esto se suma la desinformación, las trabas burocráticas, las papeletas que nunca llegan, o las que no lo hacen a tiempo... "Nos sentimos ciudadanos de segunda", critica Sara Moreno. Una periodista que emigró hace ya 2 años a Zurich.
El Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA) está integrado por 1.880.026 personas con derecho a voto. De ellos, apenas 115.055 han conseguido completar el arduo proceso de ruego de voto. Un triste 6,11% que ha tenido la paciencia y habilidad para terminar la "carrera de obstáculos burocrática" a la que se han visto obligados todos aquellos que quieren tomar parte en el futuro de su país. Y ni siquiera ese reducido porcentaje tiene garantizado que podrá ejercer su derecho al sufragio el próximo 20 de diciembre. Antes tendrán que sortear los retrasos y fallos que puedan suceder en el servicio de correos, bastante comunes sobre todo al tratarse de ciudades y pueblos a miles de Kilómetros de distancia.
Esto supone que más del 90 por ciento de todo el registro electoral exterior, 1.764.971 personas, no podrán participar en una de las elecciones más significativas en la historia de la democracia Española. Casi 2 millones de votos olvidados, de voces silenciadas. Unas cifras terribles propias de los peores pucherazos electorales. Una masacre contra el voto exterior que atenta contra la democracia y contra la dignidad de sus víctimas; emigrantes, en su mayoría jóvenes, que además han sido forzados a abandonar el país debido a la falta de empleo y su precariedad. Solo en la primera mitad del año, más de 50.000 se marcharon en busca de mejores oportunidades, un 30% más de los que lo hicieron en el mismo periodo de 2014.
A raíz de los movimientos sociales surgidos en España en los últimos años, nace Marea Granate, un grupo transnacional y apartidista formado por emigrantes del Estado español y simpatizantes con el objetivo de luchar contra las causas de la crisis económica y social que les obliga a emigrar, y contra quienes la han provocado. Este colectivo que usa el granate por ser el color de los pasaportes, símbolo de su emigración forzada, ha puesto en marcha la iniciativa #RescataMiVoto, con la que se pretende poner en contacto a un emigrante que quiere votar y no puede, con otra persona que sí puede votar pero no quiere. Ambos, de la misma Comunidad Autónoma, reciben un email con el que iniciar un proceso privado entre las dos personas para que el emigrante le pueda decir al donante por quién votar.
No se trata de una situación derivada de un error burocrático o de un retraso logístico. No. El Partido Popular, presidido por Mariano Rajoy, es consciente de que su gestión en el Gobierno ha empujado del país a miles de personas. También sabe que muchas de ellas no votarían a su favor para evitar que volviera a gobernar. Sin embargo, en vez de enfrentarse a la realidad y asumir las consecuencias de sus errores, prefiere alterar el resultado de las urnas de manera ilegal. El 20 de diciembre no estaremos todos porque no nos dejan estar. Pero gracias a iniciativas como la de #RescataMiVoto de Marea Granate, un abstencionista voluntario en España podrá donar su voto para que el abstencionista forzoso pueda ejercer su derecho fundamental y se le tenga en cuenta, aunque sea desde el extranjero.
Sara García Bautista es periodista