Hace 37 años se aprobaba en referéndum la actual Constitución española, piedra angular del régimen de la transición. Debemos recordar que en las elecciones que configuraron las Cortes constituyentes no pudieron concurrir los partidos explícitamente republicanos. Por ello, desde Alternativa Republicana, como referente del republicanismo de izquierdas, nunca hemos sentido este texto constitucional como nuestro.
No obstante, son muchas las razones que nos alejan de la Constitución de 1978 y por las que reivindicamos la necesidad insoslayable de afrontar un auténtico proceso constituyente sin ningún tipo de ataduras para ir hacia una III República.
Es evidente que la organización territorial establecida constitucionalmente ha sido incapaz de dar satisfacción a las diversas sensibilidades que existen en nuestro país. El modelo autonómico no responde a una realidad plurinacional porque no hubo el atrevimiento de ir hacia un modelo federal que contemplase el derecho de autodeterminación, tal y como proponemos los republicanos.
Pese a proclamarse como Estado aconfesional, la mención explícita a la Iglesia Católica supone el sometimiento del poder civil a determinados planteamientos religiosos algo inaceptable para una organización política con vocación inequívocamente laicista como es ALTER. La separación entre las confesiones religiosas y el Estado ha de ser estricta.
Pese a que formalmente, la Constitución defiende las libertades fundamentales de expresión, asociación, reunión, información, hemos tenido oportunidad de comprobar como, a través de diversas normativas como la Ley Mordaza se ha producido una limitación evidente que en muchos casos escapa al control judicial, permitiendo al gobierno de turno criminalizar y perseguir la necesaria protesta social.
La crisis económica de los últimos años ha puesto de manifiesto la endeblez de los derechos sociales proclamados constitucionalmente. El derecho a la salud, la educación, el trabajo, la vivienda, la cultura…han sido objeto de salvajes recortes junto con agresivas políticas de privatización de los servicios públicos que facilitan el negocio de unos pocos en perjuicio de la mayoría.
No nos olvidamos de la jefatura del estado, ocupada de forma hereditaria por quien tiene la dudosa legitimidad que otorga la genética al ser el hijo varón del designado por el dictador fascista para ser su sucesor. El recambio apresurado de la monarquía realizado el año pasado no borra la falta de legitimidad democrática de la institución.
Por ello, Alternativa Republicana vuelve a reclamar que los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país puedan darse una Constitución verdaderamente digna y democrática en condiciones de auténtica libertad. No nos valen reformas ni blindajes del texto actual, ni queremos nuevas transiciones. Es necesaria un ruptura para poder afrontar los retos del futuro. Y esa ruptura se llama III República Española.