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Debates electorales cojos ¿Dónde está Alberto Garzón?

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Alberto Garzón en Valencia
Oficialmente hoy empieza la campaña electoral, aunque llevamos ya un par de meses con la precampaña. A medida que se acerca el 20-D, se convocan más actos electorales y sobre todo nos llegan los debates entre los líderes.

Los debates electorales más importantes han empezado ya. Y de qué forma. Anteayer, hubo uno en El País, el primer periódico nacional en número de lectores, donde la fotografía estaba incompleta.




Y sí, ya sé que de lo que habla la mayor parte de los medios es de la ausencia de Rajoy, absolutamente injustificable desde el punto de vista político, democrático, pero estudiada desde el punto de vista electoral. Rajoy no quiso debatir, porque sabe que tenía las de perder. Pero yo no le echo de menos, quien de verdad faltaba era Alberto Garzón.

Rajoy, que se ha pasado la mayor parte de la legislatura escondiéndose de los periodistas y, lo que es más grave, del congreso. Ha sido capaz de evitar algún debate del Estado de la Nación, de presentarse en plasma, de enviar a otros a dar la cara por sus políticas, y, sin embargo, desde hace un par de meses, ha decidido saludar a la gente, regalar chuches (los chuches diría él) a los chavales, fotografiarse con viejos, comentar partidos de fútbol, llamar a la oposición para, desde su poltrona, acogerles en un pacto antiterrorista guisado y bien guisado, de antemano. Todo menos debatir. En el PP, creen firmemente que perdería votos y ahora se trata de ganar. Está medido, es mejor que no debata a que diga tonterías o que se vea su desfase generacional ante millones de personas.

Tanto es así que en el debate próximo, el día 7, de Atresmedia, mandará a la vicepresidenta en su lugar, despreciando una vez más, las mínimas normas de cortesía, y lo que es más grave, las democráticas.

Eso sí, como no tiene más remedio acudirá a su RTVE, donde se siente más a gusto, en el debate a dos con Pedro Sánchez, al que le volverá a echar las culpas de la herencia recibida.

Pero, con todo y con eso, yo, francamente, no he echado en falta a Rajoy, sino a Alberto Garzón, que ha sido discriminado de forma vergonzosa.

Es algo incomprensible lo que ocurre en nuestro país. Resulta que todo el mundo dice que los sondeos electorales no sirven, que fallan más que una escopeta de feria, que sólo son una foto desenfocada en un momento determinado y, sin embargo, en su nombre se impone el régimen de los debates electorales.

Ahora resulta que se invita a dos partidos que no tienen representación en el Congreso anterior –que no me parece mal--, y sin embargo se deja fuera a dos fuerzas que habiéndose presentado, a nivel nacional, han contado con diputados en la última legislatura. Y todo ello saltándose a la torera las normas de la Junta Electoral Central–a la que Unidad Popular ha recurrido--, donde se habla de respetar los principios de igualdad y pluralismo.

Todo ello ocurre, además, con el beneplácito de los otros partidos. Acordémonos que Pablo Iglesias, menos de veinticuatro horas después de cargarse la Unidad Popular con IU, pidió un debate a cuatro (tiene miedo de que le ataquen desde la izquierda, a pesar de que sigue machacando que Podemos no es de izquierdas). Rivera, que se sabe el tercero en discordia, ha pedido un debate a tres, como componente del trío de las Azores verdades patrióticas, mientras que el PSOE dice pero se deja hacer, y el PP sólo admite que su líder vaya a un debate a dos.

La verdad es que Garzón es un peligro para los otros partidos. Desde que Podemos ha iniciado su viaje al centro, la izquierda queda representada por Unidad Popular y por su líder. Rajoy desprecia a la verdadera izquierda, a sabiendas de que tiene alternativas contrarias a sus políticas, Sánchez sabe que se juega votos en el envite y que puede ser desenmascarado por Garzón, por las políticas del PSOE, de seguidismo a la Troika, que han contribuido a traernos a la situación crítica actual. Ciudadanos, crecido y sobrado, menosprecia a los que cree inferiores y prefiere no hablar de ello. Y Podemos no quiere ni ver una sombra a su izquierda, pues sabe que le podría hacer daño.

¿Cómo si no se puede explicar que no esté Garzón en los debates? Miedo, desprecio, intolerancia. Bajeza democrática. No es posible dejar ese espacio vacío. Pero está claro que los medios de comunicación, ellos también hacen sus cuentas, saben muy bien que los intereses millonarios de los dueños de las televisiones privadas y los intereses políticos de RTVE (TeleRajoy) son contrarios a lo que Garzón pueda manifestar. Porque Garzón no se casa con nadie. Ni con el rey, ni con la Iglesia, ni con el incumplimiento de la Memoria Histórica, ni con la OTAN. Porque Garzón habla claramente de un nuevo proceso constituyente y no de remendarlo. Porque Garzón y Unidad Popular no fichan a estrellas mediáticas, y proponen programas que pueden suponer un verdadero cambio.

Y es que nos quieren hacer volver al bipartidismo, los dos grandes partidos y cada uno con su marca blanca (PP y C’s, por un lado, y PSOE y Podemos, por otro).

No pienso ver un debate donde no se haya invitado a Garzón y a Unidad Popular. Ya está bien de hacer el caldo gordo a lo que nos quieren clavar, sin tamizarlo. Hoy los debates están cojos, les falta una pierna para que sean democráticos.


¡Salud y República!

Rafael García Almazán

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