Vicente Montejano en su etapa de piloto |
Setenta y cinco años después, los últimos aviadores de la II República, los pilotos formados en la Escuela de Aviación Soviética de Kirovabad, recibieron un merecido homenaje en el Ateneo de Madrid, el pasado 25 de noviembre, en un acto organizado por la Asociación de Descendientes del Exilio Español y la Embajada en España de la República de Azerbaiyán, integrada en la URSS de 1920 a 1991.
Entre el numeroso público asistente se encontraban varios descendientes de estos pilotos, así como la hija de la traductora Clarita, que sirvió de intérprete durante los tres años en que Kirovabad entrenó a los aviadores españoles.
Sin duda, lo más entrañable del acto fue la presencia de Vicente Montejano Moreno, de 97 años, el único piloto de Kirovabad que sobrevive, que fue recibido con un largo y emocionado aplauso y que declaraba emocionado: “Al final, todo merece la pena: Merecía la pena pasar por todo aquello cuando, 75 años después, hay mucha gente que sigue manteniendo el recuerdo y el espíritu de quienes lo vivimos en primera persona. Merece la pena el esfuerzo de salir de casa, a pesar del peso de los años, cuando después se puede disfrutar de esos recuerdos y de la acogida, la amabilidad y el cariño de personas individuales, de representantes de asociaciones y del Embajador del recordado y querido pueblo azerí. Una tarde dura, pero inolvidable, amigos; ¡muchas gracias!”
La Presidenta de la Asociación de Descendientes del Exilio Español, Pilar Nova Melle, realizó la introducción al acto sintetizando este desconocido capítulo de nuestra historia. Expuso como, pocos meses después del inicio de la guerra, el Gobierno de la II República tenía urgente necesidad de formar a nuevos aviadores y, para este fin, llegó a un convenio con el de la URSS, mediante el cual más de 500 jóvenes voluntarios se formaron, de 1936 a 1939, como pilotos en la Escuela Militar de Vuelo nº 20, creada en la ciudad de Ganyá, la segunda ciudad de Azarbaiyán, tras su capital, Bakú y entonces llamada Kirovabad, en memoria del dirigente bolchevique Serguei Mirónovich Kóstrikos, conocido con el sobrenombre de Kirov.
En aquella Escuela de Aviación, medio millar de españoles recibieron de los soviéticos una formación acelerada de pilotos, teniendo que asimilar en siete meses las enseñanzas que normalmente se realizaban en tres años. De vuelta a España sustituyeron a los pilotos veteranos de la aviación de preguerra y a los voluntarios de las Brigadas Internacionales. Entre ellos, se formó como piloto de guerra Rómulo Negrín, hijo del Presidente del Consejo de Ministros de la II República, el doctor Juan Negrín. Regresado a España, Rómulo Negrín alcanzó el grado de sargento y formó parte de la Escuadrilla de cazas Polikarpov, popularmente conocidos entre los republicanos españoles como Chatos. Al finalizar la guerra civil, los 180 pilotos españoles que se encontraban en Kirovabad continuaron su lucha contra el nazismo. Su misión fue proteger Bakú, zona de donde se extraía el 70% del petróleo que abastecía a las tropas de la URSS, y que, por tanto, se había convertido en un objetivo principal del ejército de Hitler.
A continuación intervino Pablo Gil, productor del documental Sobre el cielo de Azerbaiyán, que resaltó el reconocimiento de la República de Azerbaiyán a sus defensores contra el nazismo. Dijo sentir vergüenza recordando que en España no existe aún ese reconocimiento a los defensores de la democracia y añadió que en Azerbaiyán es tal el respeto a la memoria histórica que existen monumentos incluso a los pilotos e instructores muertos en accidente. Al igual que la Presidenta de la Asociación de Descendientes del Exilio Español, agradeció la sensibilidad al Embajador Altai Efendiev por la ayuda incondicional en la tarea de dar a conocer la participación de los españoles en la derrota del nazismo.
Seguidamente, hizo uso de la palabra Mercedes Caldevilla, hija de uno de los pilotos de Kirovabad, el capitán Juan Caldevilla. Ilustró con algunas anécdotas personales los hechos y vivencias de aquellos pilotos y recordó el duro entrenamiento a que estaban sometidos por las circunstancias de la guerra, así como la juventud de todos ellos. Según relató, su padre dirigía una escuadrilla en la guerra civil española con solo 24 años, y acompañando a un grupo de nuevos alumnos volvió de nuevo a Kirovabad, en donde le sorprendió el final de la guerra, por lo que participó en la II Guerra Mundial formando parte del Ejército Soviético. Mercedes Caldevilla agradeció el homenaje, pero reivindicó el recuerdo a todos los que lucharon por la libertad y por ello fueron represaliados con el exilio, la prisión o fueron fusilados.
Finalmente cerró el turno de intervenciones el Embajador de la República de Azerbaiyán en España, Altai Efendiev, que destacó el gran cariño que profesa su pueblo a estos valientes pilotos que, sin hablar el idioma ni conocer el país, lucharon por defenderlo. Manifestó la deuda de los azeríes con los españoles, señalando la importancia que tenían en la II Guerra Mundial esos pozos petrolíferos que los pilotos españoles contribuyeron a salvaguardar. “Es una historia – afirmó- que hermana a ambos países”. Resaltó las similitudes entre España y Azerbaiyán – “somos muy similares, amistosos y hospitalarios, compartimos valores, tal vez por ello perdure un entrañable recuerdo entre ambos pueblos- y hoy, después de tantos años, se recuerda la gesta de los pilotos de Kirovabad y nosotros tenemos la obligación de contar esto a los jóvenes”.
Concluidas las diferentes intervenciones se proyectó el documental Sobre el cielo de Azebaiyan. Un film de 56 minutos de duración,dirigido por Sagrario Perpiñán y coproducida por la empresa valenciana Volya Productions, que dirige Pablo Gil, y la azerbaiyana Salname, de Kamil Memmedov, bajo la producción ejecutiva de Eleonora Vatral, con la colaboración del Ministerio de Cultura de Azerbaiyán y el Gobierno de este país del Mar Caspio.
Pilar Nova Melle
Presidenta de la Asociación de Descendientes del Exilio Español
Profesora de Ciencias Políticas de la UNED
Profesora de Ciencias Políticas de la UNED