Lo nuevo es el comodín del mercado moderno: nuevo apple, nuevo iphone, nuevo yogur, nuevo (ponga la marca de su automóvil más visto en televisión), nueva amenaza, nuevo royale con queso con sabor a nueva guerra. Y compre, compre, compre. Producto o discurso. El espectáculo no puede (no quiere) parar.
Luego está lo nuevo más vistoso, pero tan lleno o tan vacío como lo viejo: nuevo partido; producto estrella, que contiene lo mismo, pero con envase “nuevo”. Más o menos vintage, a gusto del posmoderno de turno.
Lo nuevo. O sea, lo que envejece al instante, lo que muere en la compra. Cada segundo quiere hacer historia, pero la historia es su enemiga; tiene que romper con ella para significar algo. No sabe que de la nada nada nace. La nada… Esto es, su destino.
Pedirle que comprenda lo anterior es pedirle demasiado. Filósofo, a tus filosofías. No importa, estamos acostumbrados. Quienes han oído hablar de Rawls lo utilizan para darle un 'nuevo' look al capitalismo de toda la vida: democracia de propietarios, por propietarios y para propietarios. Quienes saben algo de Kant, lo citan (mal) para hacer valer sus mensajes de paz. Ignoran que el de Königsberg, como todo liberal que se precie, era clasista y partidario de la cristiana guerra justa.
Por ello, y puestos a mercadear, yo les pediría a los nuevos que no le tengan miedo a quienes llaman viejos. De todo se aprende; incluso de todos. Incluso de los demócratas que dialogan con todos.
Si tan seguros están de que la suya es la mejor oferta, el último grito, la moda perfecta, ¿por qué no compiten abiertamente con todo 'lo viejo'? ¿De qué tienen miedo? ¿Acaso sueñan con Garzón irrumpiendo en su teatro pirandelliano para colmar sus significantes tres veces vacíos?
Vacío… El horror al vacío es también cosa antigua, más antigua que el viejo Hermes el impostado. No se preocupen, no es para tanto. Como dijera Epicuro, ni el viejo se canse de filosofar, ni tampoco el joven: eso sería tanto como decir que se cansaron de ser felices. Pero si lo de la filosofía les queda grande o sencillamente no va con ustedes, les sugiero que no se me cansen tan pronto de la democracia. Algunos seguimos con ganas de llenarla de significado. ¿No le tendrán miedo también a eso?
Javier García Garriga
Licenciado en filosofía y doctorando en filosofía política y derecho internacional