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¿Qué imagen venden los medios de comunicación de la juventud?

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jóvenes en el exilio
Nuestro país cuenta con una población joven que abarca más del 30% de la sociedad española. Los jóvenes son el futuro y el presente. Desempeñan una función esencial en el desarrollo de las sociedades contemporáneas, aunque el sistema se empeñe en etiquetarlos como “no productivos” y los infravalore. ¿Conocemos realmente cómo es la juventud que puebla nuestro país? ¿Qué imagen nos venden los medios de (des)comunicación al respecto?





La clase política nos ha repetido en innumerables ocasiones que la generación actual es “la más preparada de la historia”. Sin embargo, muchos jóvenes universitarios con dos carreras y otros tantos masteres se ven obligados a exiliarse en el extranjero en una fuga de cerebros provocada por los recortes del Gobierno. La juventud española se ve, al igual que el conjunto de la sociedad, afectada por las políticas de nuestro gobierno y de la Troika. Siguiendo esta línea es lógico que muchos de ellos se vean forzados a trabajar en el extranjero o, como decía Esperanza Aguirre “a vivir nuevas experiencias”. 

Esto es una realidad. Eurostat revelaba que a principios de 2015 898.000 menores de 25 años continuaban buscando sin éxito un empleo en España. Todo parece señalar que nuestra sociedad no los quiere y tras años desesperanzados con su título en mano se resignan a trabajar en empleos precarios o a huir al extranjero. 

Hay una cuestión que no suele plantearse y es esencial en la percepción que tiene la sociedad española de sus jóvenes: ¿son los jóvenes universitarios la inmensa mayoría de la juventud? ¿Son representativos de ésta o suponen una excepción?

Al hilo de esta reflexión, nos encontramos que, en contraposición a la supuestamente brillante generación, la televisión y los medios de masas nos venden un prototipo de joven muy diferenciado y específico: el ni-ni. La OCDE calificó en Octubre como “ni-nis” al 26% de los jóvenes de España. "Hacer frente a este problema no es sólo un imperativo moral, sino también una necesidad económica" dijo su secretario general, Ángel Gurría. Para esta organización neoliberal, “los proveedores de educación y el sector empresarial deberían trabajar juntos para diseñar marcos de cualificaciones que reflejasen con precisión las habilidades reales de los nuevos graduados”. Todo va cobrando sentido.

La cuestión de los llamados ni-ni (jóvenes que ni estudian ni trabajan) es vital para comprender la demonización a la que está expuesta gran parte de la juventud. Decía el británico Owen Jones, autor del famoso libro Chavs; la demonización de la clase obrera, que los poderosos, mediante sus políticas y los medios de comunicación, criminalizan a las clases populares atribuyendo características individuales a grupos sociales completos. En el Estado español esta idea está a la orden del día y se intensifica mucho más con los y las jóvenes; es constante escuchar la lacra social que suponen los denominados canis y chonis, ridiculizados y criminalizados constantemente por gran parte de la juventud y también de otros sectores sociales.

Si nos paramos a reflexionar sobre cuál es el papel que desempeñan los jóvenes en los medios de comunicación de nuestro país observamos que, salvo excepciones de programas americanizados como La Voz Kids o Pequeños Gigantes, este se ve relegado a programas muy concretos como Hermano Mayor, Gandia Shore, Gran Hermano o Mujeres & Hombres & Viceversa. 

¿Qué imagen dan estos programas de la juventud? O, mejor dicho; ¿qué imagen quieren vender de la juventud?

Hermano Mayor representa a la perfección la criminalización explícita de la juventud obrera. Se nos muestra a individuos de clases trabajadoras con vidas difíciles (familias desestructuradas, falta de solvencia económica, drogadicción...) en sus facetas más violentas. Cada noche de emisión, el hashtag del programa es trending topic, y se inunda de comentarios sobre el joven y la necesidad de mano dura que requiere.

Programas como Gran Hermano o Gandía Shore también desempeñan un papel fundamental en la percepción de la juventud que tiene la sociedad. Aquí aparece otro prototipo de joven, escogido premeditadamente: inculto, con ansias de vivir de la televisión y superficial. Gran Hermano realiza cada edición una prueba semanal consistente en hacer preguntas a sus concursantes sobre cultura general. El cuestionario deja en evidencia a los concursantes y el propio programa difunde el vídeo para ridiculizarlos. Este año en concreto el vídeo ha alcanzado más de 4 millones de reproducciones en redes sociales como Facebook. Los concursantes son para ellos, en definitiva, ratones de laboratorio con los que lucrarse mediante su demonización premeditada.

El muy comentado Mujeres y Hombres y Viceversa también es muy interesante para comprender cómo se nos vende a la juventud. En la misma línea que en anteriores realities, se presenta a jóvenes “incultos” que sólo quieren vivir de la noche y están completamente despreocupados de la realidad que les rodea. Sin embargo, al tratar el programa sobre la búsqueda del amor, se intensifica mucho más el machismo explícito mediante la sexualización/cosificación de las mujeres y la arquetipización más perfecta del amor romántico patriarcal, es decir, celos, dependencia emocional, control, etc.

Estos programas son la ejemplificación clara de cómo los poderosos, dominadores de la hegemonía cultural, tratan de ridiculizar a las clases populares ante millones de telespectadores también de clases trabajadoras. Es gracioso cómo incluso la audiencia de estos programas se muestra reticente a reafirmarse como espectadora por la vergüenza que le produce admitir que contempla a esos energúmenos incultos e incivilizados. Un intento más de dividir a quienes tienen intereses comunes.

Hoy es más necesario que nunca hacer un análisis de esta dicotomía enfrentada que nos vende el sistema: la generación más preparada de la historia frente un puñado de ninis que se nutren de los fallos del Estado del Bienestar. El clasismo impregnado en ambas ideas es palpable cada vez que encendemos las noticias o ponemos un reality. Por ello, reivindicamos alto y claro que la juventud está siendo una de las principales perjudicadas de una crisis provocada por los mismos poderosos que ahora tratan de criminalizarla.

Los estudiantes universitarios que a duras penan pueden costearse las tasas por la falta de becas, los que se marcharon ante la imposibilidad de afrontarlas, los que no pudieron siquiera optar a ello, los trabajadores precarios, los alumnos de FP, del instituto... Todos juntos y juntas conforman un sujeto político potencial que será partícipe de la transformación social frente aquellos que usan una maquinaria a su servicio para desprestigiar su valía.

Porque como decía Salvador Allende, ser joven y no ser revolucionario es una contradicción biológica.

Belén Martínez, activista social en Anticapitalistas y Podemos. 
TW: @Belenchans 

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